«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


6 de agosto de 2015

FRANCISCO PIDE A LOS CABALLEROS DE COLÓN SEGUIR DEFENDIENDO EL MATRIMONIO

Poderosas fuerzas culturales” están “atacando” el matrimonio “entre un hombre y una mujer”. De aquí, la invitación a defender esta “institución natural”, elevada por el Señor “a la dignidad de sacramento”. Lo ha escrito el papa Francisco en el mensaje enviado, firmado por el cardenal Secretario de Estado Pietro Paolin, al congreso de los Caballeros de Colón, que se ha abierto en Filadelfia, Estados Unidos.
“Mientras se prepara para visitar Filadelfia el mes que viene para el octavo Encuentro Mundial de las Familias --señala el cardenal Parolin--, el Santo Padre expresa profundo aprecio por el constante testimonio público que vuestra orden ha llevado de nuestra comprensión cristiana del matrimonio y la familia”. Francisco recuerda por tanto que “elevado por el Señor a la dignidad de sacramento, el matrimonio es, en el plan del Creador, una institución natural, un pacto de amor y fidelidad entre un hombre y una mujer, dirigido a su perfección y santificación, al futuro de nuestra familia humana”.
Y “hoy, mientras la institución del matrimonio está siendo atacada por poderosas fuerzas culturales, los fieles están llamados a testimoniar esta fe bíblica básica y ley natural, que es esencial al orden sabio y justo de la sociedad”, se lee en la carta. Y prosigue: “al afrontar los desafíos morales, sociales y políticos del tiempo presentes, se les pide gran sabiduría y perseverancia, ‘de los santos, de aquellos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús’ (Ap. 14, 12)”.
Dotados por el Creador con vida y libertad (el tema del congreso de este año) lleva por tanto a la atención “del deber de los católicos americanos, precisamente como ciudadanos responsables, para contribuir a una defensa razonable de esas libertades sobre las cuales su nación está fundada”.
Después de todo, asegura el Papa, “la piedra angular de estas libertades es la libertad religiosa, entendida no solamente como libertad de culto que uno elige, sino también, para las personas y las instituciones, la libertad de hablar y actuar de acuerdo con lo que establece su conciencia”.
Asimismo, añade que “en la medida en la que esta libertad está amenazada, por políticas públicas invasivas o la creciente influencia de una cultura que pone presuntos derechos personales por encima del bien común, se necesita una movilización de las conciencias por parte de esos ciudadanos que, independientemente del partido o del credo, están preocupados por el bienestar común de la sociedad”.
El cardenal Parolin escribe en nombre del Pontífice que “el Santo Padre espera que el programa de catequesis y oración que los Caballeros han inaugurado en vista del próximo sínodo sobre la familia y del encuentro mundial de las familias contribuirá de forma significativa a este testimonio profético”. Además, asegura que “la protección de la libertad religiosa debe comprometer a las conciencias de los creyentes a nivel global en respuesta a los ataques contra las comunidades minoritarias, en su mayoría cristianos, en varias partes del mundo”. “Su Santidad --añade el purpurado-- está profundamente agradecido por los esfuerzos de los Caballeros por activar la atención pública a las graves tragedias humanitarias”.
Entre estas tragedias, se hace referencia a esas de las familias de refugiados, ayudados por los Caballeros de Colón “a través del nuevo fondo de ayuda para los refugiados cristianos”. “El Santo Padre --concluye  la carta-- hace un llamamiento uno vez más a vuestra orden a una oración constante, en las familias, en las parroquias y en los concilios locales, por estos hermanos y hermanas golpeados por la violencia fanática y la intolerancia, y por una reconocimiento general de estos derechos humanos fundamentales que no son garantizados por el Estado, sino por la mano del Creador, que todos los creyentes invocamos como Dios de la paz”.



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