Un Mesías que usa un lenguaje no exitoso, dijo el Papa antes
del Ángelus, hablando sobre las palabras de Jesús, pan de la vida, y lo que
pensaba la gente. También los apóstoles, añadió, sintieron malestar por ese
lenguaje inquietante, que ponía en crisis su mentalidad y la nuestra de hoy,
ante el espíritu del mundo y la mundanidad. Recordó la clave que brinda Jesús:
su origen divino, la acción del Espíritu Santo y la fidelidad. Él nos limpia de
las incrustaciones mundanas y de los miedos. El Papa invitó a experimentar en
silencio la presencia de Jesús:
Cada uno de nosotros puede preguntarse, ahora:
¿Quién es Jesús para mí? ¿Es un nombre, una idea, es un personaje histórico
solamente? O es verdaderamente aquella persona que me ama, que ha dado su vida
por mí y camina conmigo.
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