Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Iniciamos hoy una nueva serie de catequesis, que dirigirá
la mirada al “corazón” de la Iglesia, es decir, la Eucaristía. Es fundamental
para nosotros cristianos comprender bien el valor y el significado de la Santa
Misa, para vivir siempre más plenamente nuestra relación con Dios.
No podemos olvidar el gran número de cristianos que, en el
mundo entero, en dos mil años de historia, han resistido hasta la muerte por
defender la Eucaristía; y cuantos, aun hoy, arriesgan la vida por participar en
la Misa dominical. En el año 304, durante la persecución de Diocleciano, un
grupo de cristianos, del Norte de África, fueron sorprendidos mientras
celebraban la Misa en una casa y fueron arrestados. El procónsul romano, en el
interrogatorio, les pregunto porque lo habían hecho, sabiendo que era
absolutamente prohibido. Y ellos respondieron: «Sin el domingo no podemos
vivir», que quería decir: si no podemos celebra la Eucaristía, no podemos
vivir, nuestra vida cristiana moriría.
De hecho, Jesús dice a sus discípulos: «Les aseguro que si
no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en
ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día» (Jn 6,53-54).
Estos cristianos del Norte de África fueron asesinados por
celebrar la Eucaristía. Han dejado el testimonio que se puede renunciar a la
vida terrena por la Eucaristía, porque ella nos da la vida eterna, haciéndonos
partícipes de la victoria de Cristo sobre la muerte. Un testimonio que nos
interpela a todos y pide una respuesta sobre qué cosa signifique para cada uno
de nosotros participar en el Sacrificio de la Misa y acercarnos al Banquete del
Señor. ¿Estamos buscando esa fuente de donde “brota agua viva” para la vida
eterna?, ¿Qué hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de
acción de gracias y hace de nosotros un solo cuerpo con Cristo? Este es el
sentido más profundo de la Santa Eucaristía, que significa “acción de gracias”:
Eucaristía significa acción de gracias. Acción de gracias a Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo que nos envuelve y nos transforma en su comunión de amor.
En las próximas catequesis quisiera dar respuesta a algunas
preguntas importantes sobre la Eucaristía y la Misa, para redescubrir, o
descubrir, como a través de este misterio de la fe resplandece el amor de Dios.
El Concilio Vaticano II ha sido fuertemente animado por el
deseo de llevar a los cristianos a comprender la grandeza de la fe y la belleza
del encuentro con Cristo. Por este motivo era necesario sobre todo actuar, con
la guía del Espíritu Santo, una adecuada renovación de la Liturgia, porque la
Iglesia continuamente vive de ella y se renueva gracias a ella.
Un tema central que los Padres conciliares han subrayado es
la formación litúrgica de los fieles, indispensable para una verdadera
renovación. Y es justamente este el objetivo de este ciclo de catequesis que
hoy iniciamos: crecer en el conocimiento de este gran don de Dios que nos ha
donado en la Eucaristía.
La Eucaristía es un evento maravilloso en el cual
Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la Misa «es vivir
otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor
se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del
mundo» (Homilía, Santa Misa en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, 10 de
febrero de 2014). El Señor está ahí con nosotros, presente. Pero, muchas veces
nosotros vamos ahí, miramos las cosas, hablamos entre nosotros mientras el
sacerdote celebra la Eucaristía… pero nosotros no celebramos cerca de él. ¡Pero
es el Señor! Si hoy viniera aquí el presidente de la República o alguna persona
muy importante del mundo, seguramente todos estaríamos cerca de él, que
quisiéramos saludarlo. Pero, piensa: cuando tú vas a Misa, ¡ahí está el Señor!
Y tú estás distraído, volteado… ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto, ¡eh!
“Padre, es que las misas son aburridas” – “Pero que cosa dices, ¿Qué el Señor
es aburrido?” – “No, no. La Misa no, los sacerdotes”. “Ah, que se conviertan
los sacerdotes, pero es el Señor que está ahí, ¡eh!” ¿Entendido? No lo olviden.
Participar en la Misa «es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor».
Tratemos ahora de ponernos algunas simples preguntas. Por
ejemplo, ¿Por qué se hace el signo de la cruz y el acto penitencial al inicio
de la Misa? Una pregunta. Y aquí quisiera hacer un paréntesis. ¿Ustedes han
visto como los niños se hacen el signo de la cruz? Tú no sabes que cosas hacen,
si es el signo de la cruz o un diseño. Hacen así… Pero, aprender, enseñar a los
niños a hacer bien el signo de la cruz, así comienza la Misa, así inicia la
vida, así inicia el día. Esto quiere decir que nosotros somos redimidos con la
cruz del Señor. Miren a los niños y enséñenles bien a hacer el signo de la
cruz. Y esas Lecturas, en la Misa, ¿Por qué están ahí? ¿Por qué se leen el
domingo tres Lecturas y los otros días dos? ¿Por qué están ahí, qué cosa
significa la Lectura de la Misa? ¿Por qué se leen y que tienen que ver? O
quizás, ¿Por qué a cierto momento el sacerdote que preside la celebración dice:
“Levantemos el corazón”?. No dice: “Levantemos nuestros celulares para tomar
una fotografía”. No, es una cosa fea. Y les digo que a mí me da mucha tristeza
cuando celebro aquí en la Plaza o en la Basílica y veo muchos celulares
levantados no solo de los fieles, también de algunos sacerdotes y también de
obispos. ¡Por favor! La Misa no es un espectáculo: es ir al encuentro de la
pasión, de la resurrección del Señor. Por esto el sacerdote dice: “Levantemos
el corazón”. ¿Qué cosa quiere decir esto? Recuerden: nada de celulares.
Es muy importante regresar a los fundamentos, redescubrir
lo que es esencial, a través de aquello que se toca y se ve en la celebración
de los Sacramentos. La pregunta del apóstol Santo Tomás (Cfr. Jn 20,25), de
poder ver y tocar las heridas de los clavos en el cuerpo de Jesús, es el deseo
de poder de algún modo “tocar” a Dios para creerle. Lo que Santo Tomás pide al
Señor es aquello de lo cual todos nosotros tenemos necesidad: verlo y tocarlo
para poder reconocerlo. Los Sacramentos van al encuentro de esta exigencia
humana. Los Sacramentos, y la celebración eucarística de modo particular, son
los signos del amor de Dios, las vías privilegiadas para encontrarnos con Él.
Así a través de estas catequesis que hoy iniciamos,
quisiera redescubrir junto a ustedes la belleza que se esconde en la
celebración eucarística, y que, una vez revelada, da sentido pleno a la vida de
cada uno. La Virgen nos acompañe en este nuevo tramo del camino. Gracias.
(Traducción del italiano, Renato Martinez)
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