«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


27 de mayo de 2016

PAPA FRANCISCO EN EL CORPUS CHRISTI: OFRECER LO QUE RECIBIMOS DE LAS MANOS DE JESÚS


Homilía del Papa Francisco
«Hagan esto en memoria mía» (1Co 11,24.25).
 El apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, refiere por dos veces este mandato de Cristo en el relato de la institución de la Eucaristía. Es el testimonio más antiguo de las palabras de Cristo en la Última Cena
 «Hagan esto». Es decir, tomen el pan, den gracias y pártanlo; tomen el cáliz, den gracias y distribúyanlo. Jesús manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es el «hacer» la Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que se realiza a través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.
«Hagan esto». Ya en otras ocasiones, Jesús había pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía claro en su espíritu, en obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio. Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dénles ustedes de comer» (Lc 9,13). En realidad, Jesús es el que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente. También esto es «hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf. Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos. Hacer y también partir.
 Partir: esta es la otra palabra que explica el significado del «hagan esto en memoria mía». Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35). Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban [...] en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos». Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados. ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Hagan esto en memoria mía».
Que el gesto de la procesión eucarística, que dentro de poco vamos a hacer, responda también a este mandato de Jesús. Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero.



26 de mayo de 2016

CARDENAL SARAH: «LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO VA A DESTRUIR LA FAMILIA, EL MATRIMONIO Y LA HUMANIDAD»

CONFERENCIA EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE ÁVILA

El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha analizado la ideología de género y su influencia en la sociedad en la conferencia «Teoría de género: sus repercusiones», organizada por la Universidad Católica de Ávila (UCAV), a través del Instituto Berit de la Familia y la Cátedra «Santa Teresa de Jesús» de Estudios sobre la Mujer.





(UCAV) El cardenal ha profundizado en los principales conceptos de la ideología de género, a través de una introducción histórica de las corrientes de ideología de género y de cómo están influyendo en la sociedad.
En el marco de las Jornadas «Mujer, familia y sociedad» de la UCAV, Robert Sarah ha señalado a la Organización de Naciones Unidas (ONU), a través de la Organización Mundial de la Salud, y a la Unión Europea como promotores de la ideología de género para implantarla en la sociedad mundial por medio de la legislación.
Como ejemplo, ha citado cómo países que se niegan a adherirse a esta ideología son castigados y penalizados en ayuda al desarrollo. Por ello, propone luchar contra esta ley que va en contra de la naturaleza y de la enseñanza de Dios. Una batalla que no es sólo de los cristianos, como ha asegurado, sino de los creyentes. Y cree firmemente en la existencia de un plan para destruir la familia, el matrimonio y, por consiguiente, la humanidad.
El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha parafraseado al papa San Juan Pablo II al manifestar la importancia de la grandeza del hombre con el matrimonio, la familia y la vida. «La negación de estas tres grandezas y la falta de consideración de los valores supremos es un peligro para la familia y la dignidad del ser humano». El futuro de la sociedad humana está basada en el concepto tradicional de familia, donde la mujer y el hombre se complementan mutuamente.
Con esta conferencia, celebrada en Ávila, cuna de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, el cardenal Sarah, de Guinea, ha cumplido así su petición de visitar los principales lugares de la vida de los Santos Abulenses y ha aceptado la invitación de la Universidad Católica «Santa Tersa de Jesús» de Ávila.
FUENTE: INFOCATOLICA


25 de mayo de 2016

PAPA FRANCISCO EN LA CATEQUESIS: “LA ORACIÓN, TRANSFORMA EL DESEO Y LO MODELA SEGÚN LA VOLUNTAD DE DIOS"

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La parábola evangélica que apenas hemos escuchado (Cfr. Lc 18, 1-8) contiene una enseñanza importante: «que es necesario orar siempre sin desanimarse» (v. 1). Por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que se necesita «orar siempre sin desanimarse». Y pone el ejemplo de la viuda y el juez.
El juez es un personaje poderoso, llamado a emitir sentencias basándose en la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica exhortaba que los jueces sean personas timoratas de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles (Cfr. Ex 18,21). Nos hará bien escuchar esto también hoy, ¡eh! Al contrario, este juez «no temía a Dios ni le importaban los hombres» (V. 2). Era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería, según sus intereses. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, ahí, sola, nadie la defiende, podían ignorarla, incluso no hacerle justicia; así también el huérfano, así el extranjero, el migrante. ¡Lo mismo! En aquel tiempo era muy fuerte esto. Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente en fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo. El juez, de hecho, en cierto momento la compensa, no porque es movido por la misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: «Pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme» (v. 5).
De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez deshonesto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, «hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche»; y además no «les hará esperar por mucho tiempo», sino actuará «rápidamente» (vv. 7-8).
Por esto, Jesús exhorta a orar “sin desfallecer”. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos. ¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad. En esto, Jesús mismo – ¡que oraba tanto! – nos da el ejemplo. La Carta a los Hebreos recuerda que – así dice – «Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión» (5,7). A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús ha muerto en la cruz. No obstante la Carta a los Hebreos no se equivoca: Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero ¡el camino recorrido para obtenerla ha pasado a través de la misma muerte! La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración esta empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: «Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mt 26,39). El objeto de la oración pasa a un segundo plano; lo que importa antes de nada es la relación con el Padre. Es esto lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, cualquiera que esa sea, porque quien ora aspira ante todo a la unión con Dios, que es Amor misericordioso.
La parábola termina con una pregunta: «Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?» (v. 8). Y con esta pregunta estamos todos advertidos: no debemos desistir en la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila! Pidamos al Señor una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso. ¡Gracias!


24 de mayo de 2016

PAPA FRANCISCO EN SANTA MARTA: SANTIDAD SIGNIFICA IR ADELANTE CADA DÍA CON CORAJE

(RV). “Caminar ante la presencia de Dios de modo irreprensible”. En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el Papa afirmó que esto quiere decir “moverse hacia la santidad”. Un empeño que ciertamente tiene necesidad de un corazón que sepa esperar con coraje, ponerse en discusión y abrirse “con sencillez” a la gracia de Dios.
"La santidad no se compra. Ni la ganan las mejores fuerzas humanas. No, la santidad sencilla de todos los cristianos, la nuestra, aquella que debemos hacer todos los días – afirmó el Papa – es un camino que se puede hacer sólo si lo sostienen cuatro elementos imprescindibles, a saber: coraje, esperanza, gracia y conversión".
El camino del coraje
Francisco comentó el pasaje litúrgico tomado de la primera Carta de Pedro, que definió un “pequeño tratado sobre la santidad”, que dice que debemos “caminar ante la presencia de Dios de modo irreprensible”:
“Este caminar: la santidad es un camino, la santidad no se puede comprar, no se vende. Ni siquiera se regala. La santidad es un camino ante la presencia de Dios, que debo hacer yo: no puede hacerlo otro en mi nombre. Yo puedo rezar para que aquel otro sea santo, pero el camino debe hacerlo él, no yo. Caminar ante la presencia de Dios, de modo irreprensible. Y yo usaré hoy algunas palabras que nos enseñen cómo es la santidad de cada día, aquella santidad – digamos – también anónima. Primero: coraje. El camino hacia la santidad requiere coraje”.
Esperanza y gracia
“El Reino de los Cielos de Jesús – repitió el Papa – es para aquellos que tienen el coraje de ir adelante” y el coraje – observó –  está movido por “la esperanza”, la segunda palabra del itinerario que conduce a la santidad. El coraje que espera “en un encuentro con Jesús”. Después está el tercer elemento, cuando Pedro escribe: “Pongan toda su esperanza en aquella gracia”:
“La santidad no podemos hacerla nosotros solos. No. Es una gracia. Ser bueno, ser santo, ir dando todos los días un paso adelante en la vida cristiana es una gracia de Dios y debemos pedirla. Coraje, un camino. Un camino, que se debe hacer con coraje, con la esperanza y con la disponibilidad de recibir esta gracia. Y la esperanza: la esperanza del camino. Es tan bello aquel capítulo XI de la Carta a los Hebreos, léanlo. Relata el camino de nuestros padres, de los primeros llamados por Dios. Y de cómo ellos fueron adelante. Y de nuestro padre Abraham dice: ‘Pero, él salió sin saber adónde iba’. Pero con esperanza”.
Convertirse todos los días
El Pontífice prosiguió explicando que Pedro, en su Carta, pone de manifiesto la importancia de un cuarto elemento. Cuando invita a sus interlocutores a no conformarse “a los deseos de un tiempo”, los insta esencialmente a cambiar desde dentro el propio corazón, en un continuo y cotidiano trabajo interior:
“La conversión, todos los días: ‘Ah, Padre, para convertirme yo debo hacer penitencias, darme bastonazos…’. ‘No, no, no: conversiones pequeñas. Pero si tú eres capaz de lograr no hablar mal de alguien, estás por el buen camino para llegar a ser santo’. ¡Es tan simple! Yo sé que ustedes jamás hablan mal de los demás, ¿no? Pequeñas cosas… Tengo ganas de criticar al vecino, al compañero de trabajo: morderse la lengua un poco. Se hinchará un poco la lengua, pero su espíritu será más santo, en este camino. Nada grande, mortificaciones: no, es sencillo. El camino de la santidad es simple. No volver para atrás, sino ir siempre adelante, ¿no? Y con fortaleza”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

22 de mayo de 2016

"AMOR DE DIOS, AMOR HUMANO. EL MISTERIO DE LA TRINIDAD". REFLEXIÓN DEL JESUITA JUAN BYTTON


Amor de Dios, amor humano. El misterio de la Trinidad.
Jn 16:12-15
En el Evangelio del domingo de la Santísima Trinidad escuchamos de boca de Jesús: “Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad plena” (v 13). Nunca ha sido fácil expresar en lenguaje humano lo de Dios. Pero fue él quien quiso “habitar entre nosotros” (Jn 1:14) expresándose en nuestro lenguaje. Por tanto, basta que llevemos a la acción la dinámica trinitaria de comunión de amor para que este misterio, en su gratuidad, se vuelva comunicación.  
La Trinidad es Dios y “la Gloria de Dios es que el hombre viva” (San Ireneo). La Trinidad es el horizonte del amor, y por tanto de la solidaridad, del respeto y de la dignidad, de todo aquello que tiene raíces divinas. Encontramos en las Escrituras este aliento de Jesús, esta comunidad de Dios que integra amor y comunión en el compromiso de los creyentes. El amor humano es la parábola de aquel divino. 
El Evangelio de Mateo nos muestra un ejemplo de la Trinidad donándose: “Vayan y hagan discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28:19). Así termina este Evangelio y así comienza la aventura de los seguidores de Jesús. Una promesa que parte de un envío y un envío que parte de un misterio.
Jesús usa nombres de familia: Padre e Hijo. En esa raíz de familiaridad divina, encuentra fundamento nuestra humanidad: las raíces familiares, culturales e históricas son aquellas que nos dan identidad. Amor fraterno que hace al mundo respirar futuro. Por eso, el misterio de la Trinidad se vuelve oscuro y absolutamente incomprensible cuando somos parte de una sociedad que discrimina, que valora lo superfluo y glorifica el éxito individual. Cuando somos actores inertes de matanzas sangrientas que buscan falsamente reivindicar voces olvidadas. Cuando somos cómplices del dominio de una ley de mercado que descarta lo no útil y acumula lo que no le pertenece. Si entramos a fondo en el “Por qué” de estas situaciones, entraremos a fondo en el “Para qué” del misterio de la Trinidad.
En todo aquello que implique a Dios y al ser humano, hay algo de los dos que busca ser expresado. De parte de Dios, desde el momento mismo de la creación: “Hagamos adam (la condición humana) a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1:26). Y de parte del ser humano, la respuesta a vivir dignamente en el amplio horizonte de nuestra fraternidad (1 Jn 4). Dios no es soledad. La paz y la justicia no se consiguen caminando solos. La fe es, ante todo, un deseo de encuentro. Somos creados y creadas de amor para amar.  
Jesús hace lo que el amor le permite hacer. Enseña a amar, a descubrir con el “próximo” que somos una misma sangre, con responsabilidad compartida y fraternidad recibida. Sí, Jesús tiene razón cuando nos dice: “El Espíritu dirá lo que oye y les anunciará el futuro” (v 13). Horizonte humano que es comunidad de amor trinitario.


EL PAPA FRANCISCO EN EL ÁNGELUS: “DIOS ES UNA FAMILIA DE TRES PERSONAS QUE SE AMAN TANTO QUE CONFORMAN UNA SOLA COSA”,

Texto completo de las palabras del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, el Evangelio de San Juan nos presenta una parte del largo discurso de adiós, pronunciado por Jesús poco antes de su pasión. En este discurso Él explica a los discípulos las verdades más profundas que le conciernen; y así viene delineada la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu. Jesús sabe estar cercano a la realización del diseño del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por eso quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu quien prolongue la misión de Jesús, es decir, a guiar la Iglesia hacia adelante.
Jesús revela en qué consiste esta misión. Ante todo el Espíritu nos guía a entender las muchas cosas que Jesús mismo tiene aún por decir (cfr. Jn16,12). No se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha oído del Padre y que ha dado a conocer a los discípulos (cfr v. 15). El Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierta a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente enraizados en el Evangelio y también con una dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.
Pero  el misterio de la Trinidad nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De hecho, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que conforman una sola cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí misma, sino que es abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para invitar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión envuelve a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterno, seguros que allí donde hay amor, allí está Dios.
Nuestro haber sido creados a imagen y semejanza de Dios- comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se desarrollan, ante todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que siempre cada vez sea más evidente la imagen de la Iglesia ícono de la Trinidad. Pero también se desarrollan en toda otra relación social, desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo - todo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado.

La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los eventos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, estamos sostenidos por la fuerza que nos dona el Espíritu Santo: ella cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por el atropello, el odio y la avidez. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo. Que ella, espejo de la Trinidad, nos ayude a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

20 de mayo de 2016

LA CROIX ENTREVISTA AL PAPA FRANCISCO


Entrevista de La Croix al Papa: Islamismo, inmigración, integración, terrorismo, economía de mercado, eutanasia, objeción de conciencia y laicismo
El Santo Padre concedió una entrevista al cotidiano francés. El Papa en su entrevista a La Croix señala también que el laicismo tiene que ser bien aplicado
 El diario francés La Croix entrevistó al papa Francisco, el 9 de mayo. En la entrevista del periodista Sébastien Maillard, publicada este lunes, le pregunta sobre el terrorismo islamista, los migrantes, el laicismo, la crisis de las vocaciones, los escándalos de la pedofilia, el caso del cardenal Barbarin y la relación con los lefebvrianos. En la pregunta sobre un posible viaje apostólico a Francia, el Papa recuerda que la ‘hija primogénita de la Iglesia’ hoy es una ‘periferia para evangelizar’.
El terrorismo islamista fue uno de los temas, y Francia conoce bien las heridas después de los ataques de noviembre en París, y antes a la redacción de Charlie Hebdo.
El Santo Padre invita a un examen de conciencia: “Sería mejor interrogarse sobre el modo en el cual un modelo demasiado occidental de democracia ha sido exportado a países como Irak, donde anteriormente existía un poder fuerte”. O en Libia “donde existe una estructura tribal”. Y recordó que un libo dijo recientemente que estaban acostumbrados a dictador como Gadaffi, y ahora tienen cincuenta.
Europa y la islamofobia, fue la segunda respuesta del Papa, y precisa que se trata más de “miedo por el Isis y su guerra de conquista que en parte es tomada del islam”. Aunque reconoció que “la idea de la conquista es parte del espíritu islámico”, pero “se podría interpretar según la misma idea de conquista el final del evangelio de Mateo, cuando Jesús envía a sus discípulos a todas las naciones”. Entretanto Francisco asegura que “la convivencia entre cristianos y musulmanes es aún posible” y afirma que “yo vengo de un país en donde conviven bien”.
La inmigración en Europa y el terrorismo es otro de los temas tratados, y sobre la capacidad del Viejo Continente de recibir tantos refugiados. “Esta es una pregunta responsable, porque uno no puede abrir las puertas de manera irracional” aunque la pregunta de fondo es, asegura el Papa “por qué ahora hay tantos migrantes. Los problemas en la base son las guerras en Oriente Medio y en África y el subdesarrollo del continente africano, que provoca hambre”.
“Si hay guerras se debe a los fabricantes de armas, que podrían ser justificados por motivos de defensa, y sobre todo los traficantes de armas. Si existe tanta desocupación es por falta de inversiones que creen trabajo, del que África necesita tanto”.
De todos modos “la peor forma de acogida que puedan tener los inmigrantes es la ser puestos en un gueto” señala Francisco.
“Pensemos en Gregorio Magno, que había negociado con pueblos desconocidos como los bárbaros, los cuales después se han integrado…”. Precisa también que los terroristas de Bruselas “eran hijos de inmigrantes que crecieron en un gueto”. Además la necesidad de integrar es más necesaria que nunca, “porque hoy debido a una búsqueda egoísta del bienestar, Europa está viviendo el grave problema de una natalidad en disminución”.
El Santo Padre en la entrevista a La Croix, hecha el 9 de mayo y publicada ayer, aborda otros temas que proponemos a continuación.
El sistema económico mundial hoy indica el Papa, ha caído en la idolatría del dinero, en donde “más del 80 por ciento de las riquezas de la humanidad están en un 16 por ciento de la población”. El Santo Padre asegura que “un mercado completamente libre no funciona” y si bien “los mercados en sí son un bien, necesitan una tercera parte o un Estado que los controle y equilibre. O sea, lo que es necesario es una economía social de mercado”.
Eutanasia, uniones civiles y objeción de conciencia entran también en la entrevista. Sobre cómo tienen que comportarse los católicos Francisco señala: “Es el Parlamento quien discute, argumenta, explica, expone las razones”, y añade que “es así que una sociedad crece”. Cuando una ley es aprobada, el Estado tiene que respetar las conciencias. Así Francisco reitera “el derecho a la objeción de conciencia”, que es necesario reconocer “en el interior de cada estructura jurídica, porque es un derecho humano”. Esto vale “también para un funcionario público que es una persona humana”. El Estado –asegura el Papa- tiene que tener en consideración las críticas. “Esta sería una verdadera forma de laicismo. No se pueden dejar de lado los argumentos planteados por los católicos diciendo simplemente ‘que hablan como un cura’. No, estos se apoyan en el pensamiento cristiano que en Francia se ha desarrollado de una manera notable”, precisa Francisco.
Sobre el laicismo, el Papa asegura que “los Estados tienen que ser laicos y los confesionales acaban mal, están contra la historia”. “Yo creo que la versión del laicismo tiene que ser acompañado por una ley sólida que garantice la libertad de religión”. Y añade que “cada uno debe tener la libertad de expresar la propia fe”: si la mujer musulmana quiere usar el velo “debe poder hacerlo” y esto vale “si un católico quiere usar una cruz”.
Es importante entretanto “no exagerar con el laicismo” porque “lleva a considerar las religiones como sub-culturas, en vez de culturas con plenitud de derechos”. Francisco expresa su temor de que esta actitud, un patrimonio del iluminismo, siga existiendo. “Francia tiene necesidad de dar un paso hacia adelante en este tema, para aceptar que la apertura a la transcendencia es un derecho de todos”.
La falta de vocaciones, es otro de los temas abordados en la entrevista. Y el Santo Padre recuerda que Corea “fue evangelizada durante 200 años por los laicos”. Una demostración de que para la evangelización no son necesarios los curas.
Por lo que se refiere al cardenal Philippe Barbarin, acusado recientemente por cubrir un caso de sacerdotes pederastas, antes de haber llegado como obispo de la diócesis en cuestión, el Santo Padre reitera: “Como ha dicho Benedicto XVI es necesaria la tolerancia cero”. Ahora Barbarin “no tiene que renunciar”, porque “sería un contrasentido, una imprudencia. Se verá después de la conclusión del proceso, pero ahora significaría admitir su culpabilidad”.
Y sobre los lefebvrianos, el Papa indicó que el superior de la Fraternidad San Pío X, Mons. Bernard Fellay “es un hombre con el cual se puede dialogar”. También aseguró que son “católicos en camino hacia la plena comunión” y que es necesario proceder en el diálogo “lentamente y con prudencia”.
Foto: La Croix entrevista al Papa


LOS 7 HÁBITOS DE LAS FAMILIAS ALTAMENTE EFECTIVAS

En este mundo de locos en el que empezamos el día corriendo y lo terminamos derrapando, nos resulta complicado tener unas relaciones familiares buenas y estables. ¿Cómo comunicarnos con cada miembro dela familia?, ¿cómo evitar los malos entendidos?, ¿cómo hacerles sentir que son lo primero de nuestras vidas pese al trabajo, las responsabilidades y la falta de tiempo?, ¿qué está fallando en mi matrimonio?
Stephen Covey, escritor de fama mundial y formador de líderes empresariales, dedicó su vida a enseñar a las personas a disfrutar de su vida personal y profesional. En el libro Los 7 Hábitos de las Familias Altamente Efectivas, sintetiza en siete sencillos hábitos la clave para el éxito en las relaciones familiares:
1. Ser proactivo.
Este hábito consiste en el ejercicio real de la libertad. La verdad innegable de que ni las circunstancias ni las emociones controlan nuestra vida, sino nosotros mismos. "Nuestra vida familiar sería mucho mejor si actuáramos conforme a nuestros valores más profundos, en lugar de dejarnos arrastrar por la emoción o las circunstancias del momento".
Este hábito es la base de todos los demás, ya que supone la capacidad de hacer elecciones, de dominar la propia la vida, de ser dueño de nuestras emociones y, en consecuencia, conseguir tener las relaciones personales que deseamos tener.
2. Empezar con un fin en la mente.
Tener claro cuál es la razón de ser de la familia y cómo queremos llegar a ser es la clave del éxito de la batalla diaria. Si todos los miembros de la familia fueran conscientes de dónde está la meta y cómo llegar a ella, se dirigirían todas las fuerzas hacia ese fin.
Para lograrlo, Covey propone crear la "misión familiar", única y original de cada familia. Diseñar unos objetivos familiares que todos conozcan, de forma que puedan ser conscientes de cuándo se están desviando de la meta.
3. Poner primero lo primero.
Este hábito está profundamente relacionado con el hábito anterior, si tenemos claro cuál es nuestro fin en la vida será más fácil poner primero lo primero. Para todo el mundo la familia es lo primero, pero la realidad es que es a lo último a lo que se dedica tiempo.
Conseguir distinguir lo urgente de lo importante es una cualidad fundamental tanto en la vida personal como profesional y muchas veces carecemos de ella. El papel que desempeña cada miembro de la familia es insustituible y no se puede delegar en nadie, por ello, para Covey "poner primero lo primero" es un hábito que debe trabajarse a diario para no dejarse arrastrar por la velocidad a la que la vida nos somete.
4. Pensar "Ganar-Ganar".
"Entendiéndonos y cooperando podemos hacer algo totalmente distinto que nos beneficie a los dos, mucho más de lo que conseguiríamos si cualquiera de los dos tuviera que ganar".
La verdadera unión familiar radica en la necesidad del beneficio de los demás miembros de la familia, el deseo de que todos estén felices y contentos, aun a costa del sacrificio personal. Es en la familia donde mejor se cultiva esta actitud ganar-ganar en la que padres, hermanos, abuelos, etc. interactúan entre ellos movidos por el afecto que se tienen y no por los intereses particulares.
5. Procurar primero comprender y después ser comprendido.
La comprensión llevada hasta sus últimas consecuencias es de los hábitos más difíciles de lograr. Para Covey, los malos entendidos y la falta de comprensión hacia los demás son generalmente el centro del dolor y las rupturas familiares.
Ser comprendido es la primera muestra de amor que recibe alguien, sentirse querido pase lo que pase, es entonces cuando puede surgir una verdadera comunicación, una relación profunda.
6. Sinergizar.
La sinergia es el fruto del trabajo y el esfuerzo conjunto, supone que 1+1 es igual a 3. La unión de los miembros de la familia potencia el beneficio que recibe cada uno de ellos por separado. La riqueza que entrañan las relaciones familiares es imposible de alcanzar en ningún otro sitio.
"La clave para crear sinergia es aprender a valorar, incluso a celebrar, las diferencias". En la familia, cada uno aporta sus cualidades, virtudes, capacidades que perfeccionan a los demás y les complementan. Es, además, en la aceptación sincera de los defectos ajenos donde se crece como persona.
7. Afilar la sierra.
El desgaste en las relaciones familiares y en el desarrollo personal es un fenómeno que llega inevitablemente si no se ponen los medios para frenarlo. Stephen Covey afirma: "Afilar la sierra significa preocuparse de forma habitual y firmemente de renovar las cuatro dimensiones de nuestra vida: física, social, mental y espiritual. Si la sierra se afila de un modo adecuado y de una manera equilibrada, cultivarás todos los demás hábitos empleándolos en las propias actividades de renovación".
Es dedicar un tiempo a parar, a pensar, a recomponerse. La reflexión profunda de nuestra vida familiar para renovar y alimentar las raíces que la sostienen.
Los siete hábitos de las familias altamente efectivas es el reto de las familias que aspiran a lo más alto. Puedes comprar el libro aquí.
FUENTE: Revista Hacer Familia

INFORME DE EVOLUCIÓN DE LA FAMILIA EN ESPAÑA 2016


El IPF presenta el informe «Evolución de la Familia en España 2016» con datos alarmantes para la cohesión social
Coincidiendo con el aniversario del Día Internacional de la Familia, y el 15 aniversario de su fundación en el año 2001, Instituto de Política Familiar ha presentado el Informe sobre la “Evolución de la Familia en España 2016”.
Según explica el IPF en una nota de prensa, este informe “Evolución de la Familia en España 2016” representa una oportunidad para recordar a la sociedad en general y a los responsables políticos en particular de cara a las elecciones generales del 26 de Junio, la necesidad y la urgencia de fortalecer la institución familiar y resolver su grave problemática actual. El informe trata de contribuir a este propósito de manera sustancial.
La primera conclusión de este estudio es que la familia en España es en la actualidad una familia sin niños, con hogares solitarios, con cada vez menos matrimonios y cada vez más rotos, con familias cada vez más insatisfechas por la falta de la conciliación de su vida laboral y familiar.
La segunda conclusión es el abandono generalizado por parte de las administraciones en las distintas áreas que afectan a la familia, no solo en el apartado económico. Esta desidia es de tal envergadura que podemos afirmar que, a día de hoy, los derechos de la familia no están garantizados en España, en especial, los derechos de los padres a tener el número de hijos que deseen, el derecho de los padres e hijos a una estabilidad conyugal y familiar, el derecho a una conciliación de la vida laboral y familiar así como el derecho de los padres a la libre elección en la educación de sus hijos. Todo ello provoca que España sea el país de toda la UE que menos ayudas y protección a la familia.
Para entender el grado de magnitud de este panorama desolador, agravado por una crisis económica que ha impactado fuertemente en la familia, la nota del IPF destaca los siguientes datos, relativos a lo que ocurre cada día en España:
Población
— Se pierden 49 jóvenes menores de 15 años.
— 416 nuevas personas mayores de 65 años de las que 222 son nuevas personas mayores de 80 años.
— Se marchan 610 inmigrantes.
— Se producen 1.082 defunciones.
Natalidad
— Se producen 1.431 embarazos, de los cuales 1.171 son nacimientos y 260 son abortos.
— De los 1.171 nacimientos diarios, 673 son nacimientos matrimoniales y 498 son nacimientos extramatrimoniales.
— De los 260 abortos que se producen cada día, 28 de ellos son de adolescentes.
— Se necesitan 719 nacimientos más al día para asegurar el nivel de reemplazo generacional.
Nupcialidad
— Se realizan 445 matrimonios de los que 295 matrimonios son civiles y 73 matrimonios son internacionales.
— Nacen 498 niños fuera del matrimonio.
Ruptura Familiar
— Se producen 290 rupturas al día de los que 276 son divorcios y 14 son separaciones.
— La ruptura afecta a 267 hijos al día, de los cuales 232 hijos son menores de edad.
Y en este contexto de agravamiento de los indicadores de la familia, las prestaciones a la familia en España son:
— PIB destinado a la Familia: La UE 28 destina de media a la Familia el 2,2% del P.I.B. (el 2,3 en la UE 15), sin embargo España es junto a Portugal y Países Bajos el país de la UE 15 en % de PIB destina a la familia).
— Devaluación de las prestaciones (2009-2014). Las prestaciones a la familia se han devaluado un 11% en apenas 3 años (2009-2014). Han pasado del 1,47% del PIB en el 2009 al 1,31% en el 2014.
— Ayuda directa hijo a cargo: 24 €/mes: No es Universal. Lleva congelada desde el 2000. Cuantía muy alejada de Europa: En la UE28 es de 91 €/mes de media. En la UE 15 es de 107 €/mes.
En conclusión, existe una relación directa entre el agravamiento de la problemática de la familia y la escasa ayuda y protección a la misma, de tal manera que en aquellos países donde se ha aplicado una política integral de apoyo a la familia sus indicadores han mejorado.
Ante este panorama ciertamente desolador, el IPF reclama un cambio urgente y el reenfo que de las políticas familiares que vienen desarrollando las distintas administraciones en España, de manera que se basen en la perspectiva de familia, para facilitar el cumplimiento correcto de sus funciones. Y estas elecciones del 26 J, concluye la nota de prensa del IPF, son una magnífica oportunidad para que los distintos partidos políticos pongan a la familia como prioridad en sus propuestas.

 Fuente: Instituto de Política Familiar 

19 de mayo de 2016

PAPA FRANCISCO: ¡IGNORAR AL POBRE ES DESPRECIARA DIOS!



Publicado el 19 may. 2016

¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! Si yo no abro la puerta de mi corazón al pobre, aquella puerta permanece cerrada, también para Dios, y esto es terrible. Así el Papa Francisco comentó la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro, en la catequesis de la audiencia general, en la plaza de San Pedro ante los fieles presentes. 

Continuando con las catequesis sobre el tema de la misericordia, el Papa ha recordado que Lázaro representa bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y la contradicción de un mundo en el cual inmensas riquezas y recursos están en las manos de pocos. Después de haber ignorado toda la vida al pobre que muere de hambre, el rico muere y se encuentra en el infierno en donde pide inútilmente de beber a Lázaro que está en el paraíso.

CATEQUESIS DEL PAPA: “IGNORAR AL POBRE ES DESPRECIAR A DIOS”

 Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Deseo detenerme con ustedes hoy en la parábola del hombre rico y del pobre Lázaro. La vida de estas dos personas parece recorrer caminos paralelos: las condiciones de vida son opuestas y del todo incomunicadas. La puerta de la casa del rico está siempre cerrada al pobre, que reposa allí afuera, buscando comer cualquier residuo de la mesa del rico. Él usa vestidos de lujo, mientras que Lázaro está cubierto de llagas; el rico cada día come generosamente, mientras que Lázaro muere de hambre. Sólo los perros cuidan de él, y lamen sus llagas. Esta escena recuerda el duro reclamo del Hijo del hombre en el juicio final: «Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba […] desnudo, y no me vistieron» (Mt 25, 42-43). Lázaro representa bien el grito silencioso de los pobres de todos los tiempos y la contradicción de un mundo en el cual las inmensas riquezas y recursos están en las manos de pocos.
Jesús dice que un día aquel hombre rico murió -los pobres y los ricos mueren, tienen el mismo destino, todos nosotros, no hay excepciones a esto- y entonces se dirigió a Abraham suplicándole con el apelativo de “padre” (v. 24.27). Reclama, por lo tanto, de ser su hijo perteneciente al pueblo de Dios. Y sin embargo en vida no ha mostrado alguna consideración hacia Dios, más bien ha hecho de sí mismo el centro de todo, cerrado en su mundo de lujo y de desperdicio. Excluyendo a Lázaro, no ha tenido en cuenta ni al Señor, ni a su ley. ¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! Y esto debemos aprenderlo bien ¡Ignorar al pobre es despreciar a Dios! Hay un particular en la parábola que cabe señalar: el rico no tiene un nombre, sólo el adjetivo “el rico”, mientras que aquel del pobre es repetido cinco veces, y “Lázaro” significa “Dios ayuda”. Lázaro, que reposa delante a la puerta, es una llamada viviente al rico para recordarse de Dios, pero el rico no acoge tal llamado. Será condenado por lo tanto no por sus riquezas, sino por haber sido incapaz de sentir compasión por Lázaro y socorrerlo.
En la segunda parte de la parábola, reencontramos a Lázaro y el rico después de su muerte (v. 22-31). En el más allá la situación se ha invertido: el pobre Lázaro es llevado por los ángeles al cielo con Abraham, el rico en cambio cae entre los tormentos. Entonces el rico  «levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro a su lado». Le parece ver a Lázaro por primera vez, pero sus palabras lo traicionan: «Padre Abraham  –dice– ten piedad de mí y manda a Lázaro, lo conocía eh, manda a Lázaro a meter en el agua la punta del dedo y a mojarme la lengua, porque sufro terriblemente en esta llama». Ahora el rico reconoce Lázaro y le pide ayuda, mientras que en vida fingía no verlo. Cuántas veces, cuántas veces, tanta gente finge no ver a los pobres, para ellos los pobres no existen ¡Antes le negaba los residuos de su mesa, y ahora querría que le llevara de beber! Cree todavía poder poseer derechos por su precedente condición social. Declarando imposible cumplir su solicitud, Abraham en persona ofrece las claves de toda la narración: él explica que los bienes y males han sido distribuidos de modo de compensar la injusticia terrena, y la puerta que separaba en vida al rico del pobre, se ha transformado en «un gran abismo». Hasta que Lázaro estaba bajo su casa, para el rico había posibilidad de salvación, abrir la puerta, ayudar a Lázaro, pero ahora que ambos están muertos, la situación se ha transformado en irreparable. Dios no es nunca llamado directamente en causa, pero la parábola pone claramente en guardia: la misericordia de Dios hacia nosotros está vinculada a nuestra misericordia hacia el prójimo; cuando falta esta, también aquella no encuentra espacio en nuestro corazón cerrado, no puede entrar. Si yo no abro la puerta de mi corazón al pobre, aquella puerta permanece cerrada, también para Dios, y esto es terrible.
A este punto, el rico piensa en sus hermanos, que corren el riesgo de tener el mismo fin, y pide que Lázaro pueda volver al mundo a advertirles. Pero Abraham responde: «Tienen a Moisés y a los profetas, que escuchen a ellos». Para convertirnos, no debemos esperar eventos prodigiosos, sino abrir el corazón a la Palabra de Dios, que nos llama a amar a Dios y al prójimo. La Palabra de Dios puede hacer revivir un corazón árido y curarlo de su sequedad. El rico conocía la Palabra de Dios, pero no la ha dejado entrar en el corazón, no la ha escuchado, por eso ha sido incapaz de abrir los ojos y de tener compasión del pobre. Ningún mensajero y ningún mensaje podrán sustituir los pobres que encontramos en el camino, porque en ellos nos viene al encuentro Jesús mismo: «Todo aquello que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40), dice Jesús. Así en la inversión de las suertes que la parábola describe está escondido el misterio de nuestra salvación, en que Cristo une la pobreza a la misericordia.
Queridos hermanos y hermanas, escuchando este Evangelio, todos nosotros, junto a los pobres de la tierra, podemos cantar con María: «Derribó a los poderosos de su trono, elevó a los humildes; colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías» (Lc 1,52-53). Gracias.

16 de mayo de 2016

MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2016: IGLESIA MISIONERA, TESTIGO DE MISERICORDIA.

Texto completo del Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Misiones 2016
«Iglesia misionera, testigo de misericordia»
Queridos hermanos y hermanas:
El Jubileo extraordinario de la Misericordia, que la Iglesia está celebrando, ilumina también de modo especial la Jornada Mundial de las Misiones 2016: nos invita a ver la misión ad gentes como una grande e inmensa obra de misericordia tanto espiritual como material. En efecto, en esta Jornada Mundial de las Misiones, todos estamos invitados a «salir», como discípulos misioneros, ofreciendo cada uno sus propios talentos, su creatividad, su sabiduría y experiencia en llevar el mensaje de la ternura y de la compasión de Dios a toda la familia humana. En virtud del mandato misionero, la Iglesia se interesa por los que no conocen el Evangelio, porque quiere que todos se salven y experimenten el amor del Señor. Ella «tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio» (Bula Misericordiae vultus, 12), y de proclamarla por todo el mundo, hasta que llegue a toda mujer, hombre, anciano, joven y niño.
La misericordia hace que el corazón del Padre sienta una profunda alegría cada vez que encuentra a una criatura humana; desde el principio, él se dirige también con amor a las más frágiles, porque su grandeza y su poder se ponen de manifiesto precisamente en su capacidad de identificarse con los pequeños, los descartados, los oprimidos (cf. Dt 4,31; Sal 86,15; 103,8; 111,4). Él es el Dios bondadoso, atento, fiel; se acerca a quien pasa necesidad para estar cerca de todos, especialmente de los pobres; se implica con ternura en la realidad humana del mismo modo que lo haría un padre y una madre con sus hijos (cf. Jr 31,20). El término usado por la Biblia para referirse a la misericordia remite al seno materno: es decir, al amor de una madre a sus hijos, esos hijos que siempre amará, en cualquier circunstancia y pase lo que pase, porque son el fruto de su vientre. Este es también un aspecto esencial del amor que Dios tiene a todos sus hijos, especialmente a los miembros del pueblo que ha engendrado y que quiere criar y educar: en sus entrañas, se conmueve y se estremece de compasión ante su fragilidad e infidelidad (cf. Os 11,8). Y, sin embargo, él es misericordioso con todos, ama a todos los pueblos y es cariñoso con todas las criaturas (cf. Sal 144.8-9).
La manifestación más alta y consumada de la misericordia se encuentra en el Verbo encarnado. Él revela el rostro del Padre rico en misericordia, «no sólo habla de ella y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, él mismo la encarna y personifica» (Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 2). Con la acción del Espíritu Santo, aceptando y siguiendo a Jesús por medio del Evangelio y de los sacramentos, podemos llegar a ser misericordiosos como nuestro Padre celestial, aprendiendo a amar como él nos ama y haciendo que nuestra vida sea una ofrenda gratuita, un signo de su bondad (cf. Bula Misericordiae vultus, 3). La Iglesia es, en medio de la humanidad, la primera comunidad que vive de la misericordia de Cristo: siempre se siente mirada y elegida por él con amor misericordioso, y se inspira en este amor para el estilo de su mandato, vive de él y lo da a conocer a la gente en un diálogo respetuoso con todas las culturas y convicciones religiosas.
Muchos hombres y mujeres de toda edad y condición son testigos de este amor de misericordia, como al comienzo de la experiencia eclesial. La considerable y creciente presencia de la mujer en el mundo misionero, junto a la masculina, es un signo elocuente del amor materno de Dios. Las mujeres, laicas o religiosas, y en la actualidad también muchas familias, viven su vocación misionera de diversas maneras: desde el anuncio directo del Evangelio al servicio de caridad. Junto a la labor evangelizadora y sacramental de los misioneros, las mujeres y las familias comprenden mejor a menudo los problemas de la gente y saben afrontarlos de una manera adecuada y a veces inédita: en el cuidado de la vida, poniendo más interés en las personas que en las estructuras y empleando todos los recursos humanos y espirituales para favorecer la armonía, las relaciones, la paz, la solidaridad, el diálogo, la colaboración y la fraternidad, ya sea en el ámbito de las relaciones personales o en el más grande de la vida social y cultural; y de modo especial en la atención a los pobres.
En muchos lugares, la evangelización comienza con la actividad educativa, a la que el trabajo misionero le dedica esfuerzo y tiempo, como el viñador misericordioso del Evangelio (cf. Lc 13.7-9; Jn 15,1), con la paciencia de esperar el fruto después de años de lenta formación; se forman así personas capaces de evangelizar y de llevar el Evangelio a los lugares más insospechados. La Iglesia puede ser definida «madre», también por los que llegarán un día a la fe en Cristo. Espero, pues, que el pueblo santo de Dios realice el servicio materno de la misericordia, que tanto ayuda a que los pueblos que todavía no conocen al Señor lo encuentren y lo amen. En efecto, la fe es un don de Dios y no fruto del proselitismo; crece gracias a la fe y a la caridad de los evangelizadores que son testigos de Cristo. A los discípulos de Jesús, cuando van por los caminos del mundo, se les pide ese amor que no mide, sino que tiende más bien a tratar a todos con la misma medida del Señor; anunciamos el don más hermoso y más grande que él nos ha dado: su vida y su amor.
Todos los pueblos y culturas tienen el derecho a recibir el mensaje de salvación, que es don de Dios para todos. Esto es más necesario todavía si tenemos en cuenta la cantidad de injusticias, guerras, crisis humanitarias que esperan una solución. Los misioneros saben por experiencia que el Evangelio del perdón y de la misericordia puede traer alegría y reconciliación, justicia y paz. El mandato del Evangelio: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20) no está agotado, es más, nos compromete a todos, en los escenarios y desafíos actuales, a sentirnos llamados a una nueva «salida» misionera, como he señalado también en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium: «Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (20).
En este Año jubilar se cumple precisamente el 90 aniversario de la Jornada Mundial de las Misiones, promovida por la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y aprobada por el Papa Pío XI en 1926. Por lo tanto, considero oportuno volver a recordar la sabias indicaciones de mis predecesores, los cuales establecieron que fueran destinadas a esta Obra todas las ofertas que las diócesis, parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos eclesiales de todo el mundo pudieran recibir para auxiliar a las comunidades cristianas necesitadas y para fortalecer el anuncio del Evangelio hasta los confines de la tierra. No dejemos de realizar también hoy este gesto de comunión eclesial misionera. No permitamos que nuestras preocupaciones particulares encojan nuestro corazón, sino que lo ensanchemos para que abarque a toda la humanidad.
Que Santa María, icono sublime de la humanidad redimida, modelo misionero para la Iglesia, enseñe a todos, hombres, mujeres y familias, a generar y custodiar la presencia viva y misteriosa del Señor Resucitado, que renueva y colma de gozosa misericordia las relaciones entre las personas, las culturas y los pueblos
         Vaticano, 15 de mayo de 2016, Solemnidad de Pentecostés



PAPA FRANCISCO: ESPÍRITU SANTO CASCADA DE GRACIA PARA TODA LA HUMANIDAD

Texto de completo de la homilía del Papa:
«No los dejaré huérfanos» (Jn 14,18)
La misión de Jesús, culminada con el don del Espíritu Santo, tenía esta finalidad esencial: restablecer nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado; apartarnos de la condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos.
El apóstol Pablo, escribiendo a los cristianos de Roma, dice: «Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Han recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba, Padre!» (Rm 8,14-15). He aquí la relación reestablecida: la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo.
El Espíritu es dado por el Padre y nos conduce al Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que regenera, en la cual la paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del Espíritu, nos libra de la orfandad en la que hemos caído. También en nuestro tiempo se constatan diferentes signos de nuestra condición de huérfanos: Esa soledad interior que percibimos incluso en medio de la muchedumbre, y que a veces puede llegar a ser tristeza existencial; esa supuesta independencia de Dios, que se ve acompañada por una cierta nostalgia de su cercanía; ese difuso analfabetismo espiritual por el que nos sentimos incapaces de rezar; esa dificultad para experimentar verdadera y realmente la vida eterna, como plenitud de comunión que germina aquí y que florece después de la muerte; esa dificultad para reconocer al otro como hermano, en cuanto hijo del mismo Padre; y así otros signos semejantes.

A todo esto se opone la condición de hijos, que es nuestra vocación originaria, aquello para lo que estamos hechos, nuestro «ADN» más profundo que, sin embargo, fue destruido y se necesitó el sacrificio del Hijo Unigénito para que fuese restablecido. Del inmenso don de amor, como la muerte de Jesús en la cruz, ha brotado para toda la humanidad la efusión del Espíritu Santo, como una inmensa cascada de gracia. Quien se sumerge con fe en este misterio de regeneración renace a la plenitud de la vida filial.
«No los dejaré huérfanos». Hoy, fiesta de Pentecostés, estas palabras de Jesús nos hacen pensar también en la presencia maternal de María en el cenáculo. La Madre de Jesús está en medio de la comunidad de los discípulos, reunida en oración: es memoria viva del Hijo e invocación viva del Espíritu Santo. Es la Madre de la Iglesia. A su intercesión confiamos de manera particular a todos los cristianos, a las familias y las comunidades, que en este momento tienen más necesidad de la fuerza del Espíritu Paráclito, Defensor y Consolador, Espíritu de verdad, de libertad y de paz.
Como afirma también san Pablo, el Espíritu hace que nosotros pertenezcamos a Cristo: «El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo» (Rm 8,9). Y para consolidar nuestra relación de pertenencia al Señor Jesús, el Espíritu nos hace entrar en una nueva dinámica de fraternidad. Por medio del Hermano universal, Jesús, podemos relacionarnos con los demás de un modo nuevo, no como huérfanos, sino como hijos del mismo Padre bueno y misericordioso. Y esto hace que todo cambie. Podemos mirarnos como hermanos, y nuestras diferencias harán que se multiplique la alegría y la admiración de pertenecer a esta única paternidad y fraternidad.


15 de mayo de 2016

EL PAPA FRANCISCO EN EL REGINA COELI: EL ESPÍRITU SANTO INJERTA LA ENSEÑANZA DE JESÚS EN NUESTRO CORAZÓN, HACIENDO QUE SE TRANSFORME EN PARTE DE NOSOTROS

Texto completo de la reflexión del Papa antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la gran fiesta de Pentecostés, que lleva al término del Tiempo Pascual, cincuenta días después de la Resurrección de Cristo. La liturgia nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón al don del Espíritu Santo, que Jesús prometió varias veces a sus discípulos, el primero y principal don que Él nos ha dado con su Resurrección. Este don, Jesús mismo los ha implorado al Padre, como testifica el Evangelio de hoy, que está ambientado en la Última Cena. Jesús dice a sus discípulos: “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes” (Jn 14,15-16).
Estas palabras nos recuerdan sobre todo que el amor por una persona y también por el Señor, se demuestra no con las palabras, sino con los hechos; y también “cumplir los mandamientos” debe ser entendido en sentido existencial, de manera que toda la vida sea involucrada. En efecto, ser cristianos no significa principalmente pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino sobre todo, vincular la propia vida, en cada uno de sus aspectos, a la persona de Jesús y a través de Él, al Padre. Por este objetivo Jesús promete la efusión del Espíritu Santo a sus discípulos. Precisamente, gracias al Espíritu Santo, Amor que une el Padre y el Hijo y de ellos deriva, todos podemos vivir la misma vida de Jesús. El Espíritu, de hecho, nos enseña cada cosa, es decir, la única cosa indispensable: amar como ama Dios.
En el prometer al Espíritu Santo, Jesús lo define “otro Paráclito” (v. 16), que significa Consolador, Abogado, Intercesor, es decir, Aquél que nos asiste, nos defiende, está a nuestro lado en el camino de la vida y en la lucha por el bien y contra el mal. Jesús dice “otro Paráclito” porque el primero es Él, Él mismo, que se hizo carne justamente para asumir sobre sí mismo nuestra condición humana y liberarla de la esclavitud del pecado.
Además, el Espíritu Santo ejerce una función de enseñanza y de memoria. Enseñanza y memoria. Nos lo dijo Jesús: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho” (v. 26). El Espíritu Santo no trae una enseñanza diversa, sino que hace viva y hace operante la enseñanza de Jesús, para que el tiempo que pasa no la cancele y no la desvanezca. El Espíritu Santo injerta esta enseñanza dentro de nuestro corazón, nos ayuda a interiorizarla, haciendo que se transforme en parte de nosotros, carne de nuestra carne. Al mismo tiempo, prepara nuestro corazón para que sea capaz realmente de recibir las palabras y los ejemplos del Señor. Todas las veces que la palabra de Jesús es recibida con alegría en nuestro corazón, esto es obra del Espíritu Santo.
Recemos ahora juntos el Regina Coeli –por última vez este año- invocando la materna intercesión de la Virgen María. Ella nos de la gracia de ser fuertemente animados por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza evangélica y abrirnos siempre más a la plenitud de su amor.
Saludos del Papa después de la oración a la Madre de Dios
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy, en el contexto muy apropiado de Pentecostés, es publicado mi Mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial, que se celebra en mes de Octubre. Que el Espíritu Santo de fuerza a todos los misioneros ad gentes y sostenga la misión de la Iglesia en el mundo entero. Y que el Espíritu Santo nos de jóvenes – chicos y chicas – fuertes, que tienen ganas de ir a anunciar el Evangelio. Pidamos esto, hoy, al Espíritu Santo.
Saludo a todos ustedes, familias, grupos parroquiales, asociaciones, peregrinos procedentes de Italia y de tantas partes de mundo, en particular de Madrid, de Praga y de Tailandia; como también a los miembros de la Comunidad católica coreana de Londres.
Saludo a los fieles de di Casalbuttano, Cortona, Terni, Ragusa; a los chicos de Romagnano di Massa; y la “Sacra Corale Jonica” de la Provincia de Taranto.
Saludo de manera particular a todos aquellos que participan en la jornada de hoy en la “Fiesta de los Pueblos”, en el 25°aniversario, en la Plaza San Juan de Letrán. Que esta fiesta, signo de unidad y de la diversidad de culturas, nos ayude a entender que el camino hacia la paz es éste: hacer la unidad, respetando la diversidad.
Dirijo un pensamiento especial a los Alpinos, reunidos en Asti para la Asamblea Nacional. Los exhorto a ser testigos de misericordia y de esperanza imitando el ejemplo del Beato Beato Don Carlo Gnocchi, del Beato Hermano Luigi Bordino y del Venerable Teresio Olivelli, que honraron el Cuerpo de los Alpinos con la santidad de su vida.
¡Y a todos les deseo a todos buena fiesta de Pentecostés! Por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual)