«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


18 de diciembre de 2014

PAPAFRANCISCO: DIOS, NUESTRO PAPÁ, CAMINA CON NOSOTROS EN LA HISTORIA

 (RV).- Dios hace la historia con nosotros y la corrige cuando nos equivocamos, reiteró el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta. Recordando que «Dios quiso salvarnos en la historia» y que «nuestra salvación no es una salvación ascética, de laboratorio – ‘¡no! ¡es histórica!», el Santo Padre hizo hincapié en que «no hay una salvación sin historia. Y para llegar al hoy hay una larga historia, una historia larguísima»:

«Y así, paso a paso, se hace la historia. Dios hace la historia, también nosotros la hacemos. Y, cuando nos equivocamos, Dios corrige la historia y nos lleva adelante, adelante siempre caminando con nosotros. Si no tenemos claro esto, ¡nunca comprenderemos la Navidad! ¡Nunca comprenderemos la Encarnación del Verbo! ¡Nunca! Es toda una historia que camina. ‘Padre, ¿esta historia terminó con la Navidad? ¡No! También ahora el Señor nos salva en la historia. Y camina con su pueblo».

Tras señalar que en esta historia, están los elegidos de Dios, esas personas que Él elige «para ayudar a su pueblo a ir adelante», como Abraham, Moisés, Elías, el Papa recordó que para ellos hubo algunos momentos feos, momentos oscuros, incómodos, fastidiosos. Personas a las que les gustaría vivir tranquilas, pero que «el Señor incomoda. ¡El Señor nos incomoda para hacer la historia! Y tantas veces nos hace caminar por sendas que no queremos». Tanto que Moisés y Elías llegan a querer morir, pero luego confían en el Señor.

Con el Evangelio del día, el Papa recordó «otro momento feo en la historia de la salvación». El de José que descubre que su prometida, María, está encinta: «él sufre, ve que las mujeres de la aldea chismeaban en el mercado, sufre. ‘Yo no la conozco. Es una mujer de Dios, ¿qué me ha hecho? ¡No es posible!’. Si la acusa la lapidan. Él no quiere eso, aunque no entiende. Sabe que «María es incapaz de infidelidad».  «En estos momentos feos – subrayó Francisco - «estos elegidos de Dios, para hacer la historia deben tomar el problema sobre sus espaldas, sin entender». Así «el Señor hace la historia»:
«Así hace José, el hombre que en el peor momento de su vida, en el momento más oscuro, toma sobre sí el problema. Se acusa a sí mismo ante los ojos de los demás, para encubrir a su esposa. Quizá algún psicoanalista dirá que este sueño es un condensado de su angustia, que busca una salida... que digan lo que quieran. Pero ¿qué hizo José? Después del sueño, llevó a su esposa consigo. ‘No entiendo nada, pero el Señor me ha dicho esto y resultará como hijo mío’».

«Hacer historia con su pueblo – dijo también el Papa - significa para Dios caminar y poner a prueba a sus elegidos», pero al final los salva: «recordemos siempre, con confianza aún en los momentos más feos, aun en los momentos de la enfermedad, cuando nos demos cuenta de que debemos pedir la extrema unción, porque no hay más salida sino la de decir: ‘Señor, la historia no ha comenzado conmigo y no terminará conmigo! Tú sigue adelante, yo estoy a disposición. Y así ponernos en las manos del Señor» ¿Qué nos enseñan pues los elegidos por Dios?»:

«Que Dios camina con nosotros, que Dios hace historia, que Dios nos pone a prueba y que Dios nos salva en los momentos más feos, porque es nuestro Padre. Y según Pablo es nuestro Papá. Que el Señor nos haga comprender este misterio de su caminar con su pueblo en la historia, de su poner a prueba a sus elegidos y la grandeza de corazón de sus elegidos, que toman sobre sí los dolores, los problemas, también la apariencia de pecadores – pensemos enJesús – para llevar adelante la historia».



Papa: la de Nazaret no era una familia fingida, irreal


Publicado el 17 de dic. de 2014

“La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, da toda familia. Y como sucede en aquellos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no el odio, hacer que se transforme en común la mutua ayuda, no la indiferencia o la enemistad”. En la audiencia general en la plaza de San Pedro, el Papa recordó que el Hijo de Dios nació para salvar el mundo en una periferia del Imperio Romano, no en una gran ciudad, en “una periferia casi invisible, o mejor dicho, más bien de mala fama”.
Y justamente allí, Jesús creció en la normalidad, por treinta años, trabajando con José, participando a la “escucha de las Escrituras, en la oración del salmo y en tantas otras costumbres de la vida cotidiana...

17 de diciembre de 2014

LA FAMILIA DE JESÚS NO ES DE FÁBULA, NOS AYUDA A REDESCUBRIR LA VOCACIÓN Y MISIÓN DE TODA FAMILIA, DIJO EL PAPA EN LA CATEQUESIS

Texto completo de la catequesis del Papa 
La familia: Nazaret
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Sínodo de los Obispos sobre la Familia, apenas celebrado, ha sido la primera etapa de un camino, que se concluirá el próximo octubre con la celebración de otra Asamblea sobre el tema “Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo”. La oración y la reflexión que deben acompañar este camino involucran a todo el Pueblo de Dios. Quisiera que también las meditaciones habituales de las audiencias del miércoles se inserten en este camino común.

Por esto, he decidido reflexionar con ustedes, en este año, precisamente sobre la familia, sobre este gran don que el Señor hizo al mundo desde el principio, cuando confirió a Adán y Eva la misión de multiplicarse y de llenar la tierra (cfr Gen 1,28). Aquel don que Jesús ha confirmado y sellado en su Evangelio.

Y la cercanía de la Navidad enciende sobre este misterio una gran luz. La encarnación de Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y de la mujer. Y este nuevo inicio acaece en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía venir especularmente, o como un guerrero, un emperador…No, no. Viene como un hijo de familia, en una familia. Esto es importante: mirar en el pesebre esta escena tan bella.

Dios ha elegido nacer en una familia humana, que ha formado Él mismo. La ha formado en un apartado pueblo de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que es la ciudad capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, o mejor dicho, más bien de mala fama. Lo recuerdan también los Evangelios, casi como un modo de decir: “De Nazaret, ¿puede salir alguna vez algo bueno?” (Jn, 1,46). Quizás, en muchas partes del mundo, nosotros mismos hablamos todavía así, cuando escuchamos el nombre de algún lugar periférico de una grande ciudad. Pues bien, precisamente desde allí, de aquella periferia del gran Imperio, ¡inició la historia más santa y más buena, aquella de Jesús entre los hombres! Y allí estaba esta familia.

Jesús permaneció en esa periferia por más de treinta años. El evangelista Lucas resume este periodo así: “…vivía sujeto a ellos", es decir a María y José. Pero uno dice: ¿pero este Dios que viene a salvarnos ha perdido treinta años allí, en aquella periferia de mala fama? ¡Ha perdido treinta años! Y Él ha querido esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. "La madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres”. (2, 51-52). No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones – no hizo ninguna en aquel tiempo – no se habla de predicaciones, de muchedumbres que se aglomeran; en Nazaret todo parece suceder “normalmente”, según las costumbres de una pía y trabajadora familia israelí: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas…todas cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años: “¡pero que desperdicio padre! Pero, nunca se sabe.

 Los caminos deDios son misteriosos. ¡Pero aquello era importante, allí estaba la familia! ¡Y eso no era un desperdicio, eh! Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo. La familia.

Ciertamente estaríamos enternecidos por el relato de cómo Jesús adolescente afrontaba los encuentros de la comunidad religiosa y los deberes de la vida social; en el conocer cómo, cuando era un joven obrero, trabajaba con José; y luego su modo de participar en la escucha de las Escrituras, en la oración de los salmos y en tantas otras costumbres de la vida cotidiana. Los Evangelios, en su sobriedad, no refieren nada acerca de la adolescencia de Jesús y dejan esta tarea a nuestra afectuosa meditación. El arte, la literatura, la música han recorrido esta vía de la imaginación. Ciertamente, ¡no es difícil imaginar cuánto las mamás podrían aprender de los cuidados de María por el hijo! ¡Y cuánto los papás podrían ganar del ejemplo de José, hombre justo, que dedicó su vida a sostener y a defender al niño y a la esposa – su familia – en los momentos difíciles! ¡Y no digamos cuánto los jóvenes podrían ser alentados por Jesús adolescente a comprender la necesidad y la belleza de cultivar su vocación más profunda y de soñar a la grande! Y Jesús ha cultivado en aquellos treinta años su vocación por la cual el Padre lo ha enviado, ¿no? El Padre Dios. Jesús jamás en aquel tiempo se desalentó, sino que creció encoraje para seguir adelante con su misión.

Cada familia cristiana – como hicieron María y José -  puede en primer lugar acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él;  y así mejorar el mundo. Hagamos espacio en nuestro corazón y en nuestras jornadas al Señor. Así hicieron también María y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia fingida, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia. Y como sucedió en aquellos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no el odio, hacer que se convierta en común la mutua ayuda, no la indiferencia o la enemistad. Entonces, no es casualidad, que Nazaret signifique “Aquella que custodia”, como María, que – dice el Evangelio “… conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.” (cfr Lc 2, 19-51)). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, aunque esté en la periferia del mundo, el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, está obrando. Y viene para salvar al mundo. Y ésta es la grande misión de la familia: hacer lugar a Jesús que viene, recibir a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos, porque Jesús está allí. Recibirlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos de esta gracia en estos últimos días antes de Navidad. Gracias.
Fuente:RADIO VATICANA

CUATROCIENTOS MILLONES DE NIÑOS HAN SIDO ASESINADOS ANTES DE NACER EN CHINA POR LA POLÍTICA DE HIJO ÚNICO

ESTERILZACIONES, ABORTOS SELECTIVOS, INFANTICIDIO DE NIÑAS

Hace 35 años entró en vigor la política del hijo único en China, que obliga a las familias a tener un solo hijo o enfrentar duras sanciones. En este tiempo, 400 millones de niños han muerto por abortos forzados como parte de este programa comunista. En un reciente artículo, Steven Mosher, presidente del Population Research Institute (PRI), recordó que los primeros niños víctimas de la política abortista del hijo único en China «tendrían hoy 35 años de edad». Mosher fue uno de los primeros en denunciar los abusos de este programa a nivel mundial.

 En su escrito, titulado «Esto es por los niños perdidos de China», Steven Mosher pidió oraciones «por ellos y por sus madres, muchas de las cuales fueron llevadas a los centros de salud del Estado a la fuerza o con amenazas, para hacerse los abortos que nunca quisieron y que ahora lamentan profundamente».

«Imagina que cada hombre, mujer y niño en Estados Unidos desapareciera. Aun así no se llegarían ni de cerca a los 400 millones de niños por nacer asesinados desde que el gobierno chino comenzó a aplicar la política de un solo hijo hace 35 años», agregó.

Esterilzaciones, abortos selectivos, infanticidio de niñas
Mosher agradeció a los colaboradores del PRI por sus aportes, que permitieron a la organización pro-vida «poner al descubierto la verdad acerca de las esterilizaciones y los abortos forzados, el infanticidio de niñas y los abortos selectivos por sexo».

«Espero que algún día podamos decir que nuestra labor conjunta sobre este asunto está terminada», expresó, pero advirtió que actualmente «la política de un solo hijo en China sigue vigente matando niños por nacer».

«Diez millones de mujeres chinas seguirán siendo sometidas a la fuerza al aborto y a la esterilización cada año», denunció. Mosher lamentó que «aun cuando la fecundidad de las mujeres sigue reduciéndose peligrosamente en docenas de países en todo el mundo, el mito de la sobrepoblación subsiste en las mentes y en las decisiones concretas. Las políticas públicas que denigran y socavan la vida humana van en aumento».

«Nunca podremos traer de vuelta a los niños que perdimos. Pero sí podemos, y debemos, continuar trabajando para salvar a los niños cuyas vidas penden de un hilo mientras la política de un solo hijo en China siga vigente», aseguró.

El líder pro-vida alentó a unirse «a esta gesta histórica para detener esta matanza», al tiempo que pidió donativos para sostener la actividad del Population Research Institute.
Fuente: ACI prensa


16 de diciembre de 2014

FRANCISCO, LA SALVACIÓN ES UN CORAZÓN HUMILDE QUE SE CONFÍA DE DIOS


Dios salva un corazón arrepentido, mientras quien no se confía en Él atrae a sí mismo la condena. Lo ha subrayado el Papa Francisco en su homilía matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta.

La humildad salva al hombre ante los ojos de Dios, la soberbia lo hace perderse. La llave está en el corazón. Aquel del humilde es abierto, sabe arrepentirse, aceptar una corrección y se confía en Dios. Aquel soberbio es exactamente el opuesto: arrogante, cerrado, no conoce la vergüenza, es impermeable a la voz de Dios. El pasaje del profeta Sofonías y aquel del Evangelio sugieren al Papa Francisco una reflexión paralela. Ambos textos, observa, hablan de un juicio del cual dependen salvación y condena.

La situación descrita por el profeta Sofonías es aquella de una ciudad rebelde, en la cual no obstante, hay un grupo que se arrepiente de los propios pecados: esto, subraya el Papa, es el “pueblo de Dios” que tiene en sí las “tres características” de “humildad, pobreza, confianza en el Señor”. Pero en la ciudad están también aquellos que, dice Francisco, “no han aceptado la corrección, no han confiado en el Señor”. A ellos les tocará la condena:

“Estos no pueden recibir la salvación. Ellos están cerrados a la salvación. ‘Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre; confiará en el nombre del Señor’ para toda la vida. Y esto hasta hoy, ¿no? Cuando vemos al santo pueblo de Dios que es humilde, que tiene sus riquezas en la fe en el Señor, en la confianza en el Señor – el pueblo humilde, pobre, que confía en el Señor: y estos son los salvados y éste es el camino de la Iglesia ¿no? Debe ir por este camino, no por otro camino que no escucha la voz, que no acepta la corrección y no confía en el Señor”.

La escena del Evangelio es aquella del contraste entre los dos hijos invitados por el padre a trabajas en la viña. El primero, rechaza, pero luego se arrepiente y va; el segundo dice sí al padre, pero en realidad lo engaña. Jesús cuenta esta historia a los jefes del pueblo, afirmando con claridad que son ellos que no han querido escuchar la voz de Dios a través de Juan y que por esto, en el Reino de los cielos serán superados por publicanos y prostitutas, que en cambio han creído en Juan. Y el escándalo suscitado por esta última afirmación, observa el Papa, es idéntico a aquel de tantos cristianos que se sienten “puros” sólo porque van a misa y hacen la comunión. Pero Dios, dice Francisco, tiene necesidad de otra cosa:

“Si tu corazón no es un corazón arrepentido, si no escuchas al Señor, no aceptas las correcciones y no confías en Él, tienes un corazón no arrepentido. Estos hipócritas que se escandalizaban de esto que dice Jesús sobre los publicanos y las prostitutas, pero luego, a escondidas, iban a buscarlos o para desahogar sus pasiones o para hacer negocios – pero todo a escondidas – eran puros. Y a estos el Señor no los quiere".

Este juicio “nos da esperanza” asegura el Papa Francisco. Con tal de que se tenga el coraje de abrir el corazón a Dios sin reservas, donándole también la “lista” de los propios pecados. Y para explicarlo, el Papa recuerda la historia de aquel santo que pensaba de haberle dado todo al Señor, con extrema generosidad:

“Escuchaba al Señor, hacía todo según su voluntad, daba al Señor y el Señor: ‘Pero tú todavía no me has dado una cosa’. Y el pobre era tan bueno y dice: ‘Pero Señor, ¿qué cosa no te he dado?’ Te he dado mi vida, trabajo para los pobres, trabajo para la catequesis, trabajo aquí, trabajo allá…’ ‘Pero tú no me has dado algo todavía’. ¿Qué, Señor?’ ‘Tus pecados’. Cuando nosotros seamos capaces de decir al Señor: ‘Señor, estos son mis pecados – no son de aquel, de aquel…son los míos. Tómalos Tú y así yo estaré salvado -  cuando nosotros seremos capaces de hacer esto, nosotros seremos aquel hermoso pueblo, ‘pueblo humilde y pobre’, que confía en el nombre del Señor. El Señor nos conceda esta gracia”.


“¡DESPIERTEN AL MUNDO!”, PIDE EL PAPA A LOS RELIGIOSOS


(RV).- En vísperas de la apertura oficial del Año de la Vida Consagrada, que tuvo lugar el primer domingo de Adviento, con la solemne celebración de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el Santo Padre Francisco, quien se encontraba en Turquía en el ámbito de su sexto viaje apostólico internacional, dirigió un vídeo mensaje a todos los consagrados y las consagradas que viven y trabajan en el mundo, sin olvidar a quienes participaron en la vigilia de oración celebrada el 29 de noviembre en la Basílica romana de Santa María la Mayor.
Al respecto cabe destacar que este Año de la Vida Consagrada concluirá el 2 de febrero del 2016, en coincidencia, precisamente, con la celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
“¡Despierten al mundo! ¡Despierten al mundo!” Es ésta la invocación que el Papa Francisco hace nuevamente con este vídeo mensaje de saludo a los consagrados y consagradas que gastan su vida en las periferias del mundo. El Santo Padre manifiesta su deseo de que este Año dedicado de modo especial a este estado de vida sea una ocasión para valorizar de modo conveniente el don precioso de la vocación a la vida consagrada.
“Pongan a Cristo en el centro de su existencia” – les dice el Papa Francisco – porque “la vida consagrada consiste esencialmente en la adhesión personal a Él”. Y pide a los consagrados y a las consagradas de todo el mundo que se transformen en la “memoria viva del modo de ser de Jesús, como Verbo encarnado frente al Padre y frente a los hermanos” (cit. Vita Consacrata 22).

Escuchemos algunas de las consideraciones del Obispo de Roma, comenzando por la afectuosa cercanía que les manifiesta:

Queridos hermanos y hermanas, si bien lejos físicamente a causa de mi servicio a la Iglesia universal, me siento íntimamente unido a todos los consagrados y a las consagradas al inicio de este Año que he querido que estuviera dedicado a la Vida Consagrada.

Tras saludar a los miembros de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, así como a todos los que en ese momento estaban presentes en la Basílica de Santa María la Mayor, bajo la tierna mirada de la Bienaventurada Virgen Salus Populi Romani, para asistir a esa vigilia de oración, el Pastor de la Iglesia universal extendió, con su agradecimiento, su mirada a todos los consagrados de los cinco continentes:

En esta ocasión, mis primeras palabras son de gratitud al Señor por el don precioso de la vida consagrada a la Iglesia y al mundo. Que este Año de la Vida Consagrara sea una ocasión a fin de que todos los miembros del pueblo de Dios del gracias al Señor, del que proviene todo bien, por el don de la vida consagrada, valorizándola de manera conveniente.

A ustedes, queridos hermanos y hermanas consagrados, va igualmente mi gratitud por lo que son y hacen en la Iglesia y en el mundo: que éste sea un “tiempo fuerte” para celebrar con toda la Iglesia el don de su vocación y para reavivar su misión profética.

Tras insistir en que deben despertar al mundo, poniendo a Cristo en el centro de su existencia, dejándose tocar por su mano, conducir por su voz y sostener por su gracia, porque están llamados a ser “exégesis viva” del Evangelio, el Papa les pide:

¡Salgan de su nido hacia las periferias del hombre y de la mujer de hoy! Para esto, déjense encontrar por Cristo. El encuentro con Él los impulsará al encuentro con los demás y los llevará hacia los más necesitados, hacia los más pobres. Lleguen a las periferias que esperan la luz del Evangelio. Vivan en las fronteras. Esto les pedirá vigilancia para descubrir las novedades del Espíritu; lucidez para reconocer la complejidad de las nuevas fronteras; discernimiento para identificar los límites y la manera adecuada de proceder; e inmersión en la realidad, “tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”.

Francisco les recuerda que ante ellos se presentarán numerosos desafíos, que sin embargo pueden ser superados, siendo realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la esperanza. De ahí que exclame: 

“¡ No nos dejemos robar la fuerza misionera!”. Y antes de concluir manifestando su deseo de que el Señor los bendiga y la Virgen los custodie, y de pedir, por favor, que recen por él, el Santo Padre desea:

Que María, mujer en contemplación del misterio de Dios en el mundo y en la historia, mujer diligente en el ayudar con prontitud a los demás, y por esto modelo de todo discípulo misionero, nos acompañe en este Año de la Vida Consagrada que ponemos bajo su mirada materna.


EL CRISTIANO ES MISERICORDIOSO, LA RIGIDEZ ES SIGNO DE CORAZÓN DÉBIL, DIJO EL PAPA


 (RV).- El Papa centró su homilía en el Evangelio del día, en que los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad realizaba sus obras. Y explicó que se trata de una pregunta que pone de manifiesto el “corazón hipócrita” de aquella gente, puesto que a ellos “no les interesaba la verdad”, sino que sólo buscaban sus intereses, moviéndose “según el viento”: ‘Conviene ir por acá, conviene ir por allá…’ eran banderolas, ¡eh!, ¡todos! Todos sin consistencia, dijo Francisco. Con un corazón sin consistencia. Y así negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien de las situaciones”. Eran oportunistas: “se aprovechaban de las situaciones”.

Y sin embargo  – prosiguió el Papa – “alguno de ustedes podrá decirme: ‘Pero Padre, esta gente era observante de la ley: el sábado no caminaban más de cien metros – o no sé cuánto se podía hacer –  jamás, jamás iban a la mesa sin lavarse las manos; era gente muy observante, muy segura en sus hábitos’. Sí, es verdad, pero en las apariencias. Eran fuertes, pero en la parte exterior. Eran rígidos. El corazón era muy débil, no sabían en qué creían. Y por esto su vida era, la parte de afuera, toda regulada, pero el corazón iba de una parte a la otra: un corazón débil y una piel rígida, fuerte, dura.

Al contrario – dijo también Francisco – Jesús nos enseña que el cristiano debe tener el corazón fuerte, el corazón firme, el corazón que crece sobre la roca, que es Cristo, y después, debe ir por el mudo con prudencia: “En este caso hago esto, pero…” Es el modo de ir, pero no se negocia el corazón, no se negocia la roca. La roca es Cristo, ¡no se negocia!”:

“Éste es el drama de la hipocresía de esta gente. Y Jesús no negociaba jamás su corazón de Hijo del Padre, sino que estaba tan abierto a la gente, buscando caminos para ayudar. ‘Pero esto no se puede hacer; nuestra disciplina, ¡nuestra doctrina dice que no se puede hacer!’ les decían ellos. ‘¿Por qué tus discípulos comen el trigo en el campo cuando caminan, el día sábado? ¡No se puede hacer!’. Eran tan rígidos en su disciplina: ‘No, la disciplina no se toca, es sagrada’”.

El Papa Francisco recordó cuando “Pío XII nos liberó de aquella cruz tan pesada que era el ayuno eucarístico”:

“Tal vez alguno de ustedes lo recuerdan. Ni siquiera se podía tomar una gota de agua. ¡Ni siquiera! Y para lavarse los dientes, se tenía que hacer sin tragar agua. Yo mismo de muchacho fue a confesarme de haber hecho la comunión, porque creía que una gota de agua había ido dentro. Es verdad ¿o no? Es verdad. Cuando Pío XII cambió la disciplina – ‘¡Ah, herejía! ¡No! ¡Ha tocado la disciplina de la Iglesia!’ – tantos fariseos se escandalizaron. Tantos. Porque Pío XII había hecho como Jesús: ha visto la necesidad de la gente. ‘Pero pobre gente, ¡con tanto calor!’. Estos sacerdotes que celebraban tres Misas, la última a la una, después de mediodía, en ayunas. La disciplina de la Iglesia. Y estos fariseos eran así  – ‘nuestra disciplina’ – rígidos en la piel, pero como Jesús les dijo, ‘putrefactos en el corazón’, débiles, débiles hasta la putrefacción. Tenebrosos en el corazón”.

“Éste es el drama de esta gente”, dijo el Papa, y recordó que Jesús denuncia la hipocresía y el oportunismo:

“También nuestra vida puede llegar a ser así, también nuestra vida. Y algunas veces, les confieso una cosa, cuando yo he visto a un cristiano, a una cristiana así, con el corazón débil, no firme, firme sobre la roca – Jesús – y con tanta rigidez afuera, he pedido al Señor: ‘Pero Señor, tírales una cáscara de banana delante, para que se haga una linda resbalada, se avergüence de ser pecador y así te encuentre, a ti que eres el Salvador. ¡Eh!, muchas veces un pecado nos hace avergonzar tanto y encontrar al Señor, que nos perdona, como estos enfermos que estaban ahí y que iban a ver al Señor para que los curara”.

“Pero la gente sencilla” – observó el Papa – “no se equivocaba”, no obstante las palabras de estos doctores de la ley, “porque la gente sabía, tenía ese olfato de la fe”.

Y concluyó su homilía con esta oración: “Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da,  y así podremos ser amables, perdonador, ser comprensivos con los demás, de corazón amplio con la gente, misericordiosos. Jamás condenar, jamás condenar. Si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás, ¡eh!”. “Pidamos al Señor esta gracia: que nos de esta luz interior, que nos convenza de que la roca es sólo Él y no tantas historias que nosotros hacemos como cosas importantes; y que Él nos diga – ¡Él nos indique! – el camino, que Él nos acompañe por el camino, que Él nos ensanche el corazón, para que puedan entrar los problemas de tanta gente y Él nos dé una gracia que esta gente no tenía: la gracia de sentirnos pecadores”.