«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


20 de octubre de 2015

CON UNA MIRADA FEMENINA

Las historias reales de las familias contadas por 23 mujeres oyentes en el Sínodo
La duodécima Congregación General, en la mañana del viernes 16 de octubre, se declinó al femenino. Durante dicha Congregación veintitrés mujeres oyentes del Sínodo contaron en el aula varias historias reales de las familias. Participaron en los trabajos, en presencia del Papa, 262 padres sinodales.

En las palabras de las oyentes y de los oyentes, informa el Osservatore Romano, se hizo presente en repetidas ocasiones la denuncia de todas las formas de abuso y violencia, especialmente contra las mujeres. Surgió la propuesta de un llamamiento claro contra la trata de seres humanos. Las primeras víctimas de la trata son las mujeres y los niños.

A través de ejemplos de la vida concreta fue subrayado el papel y la dignidad de los ancianos, de la mano con la espontaneidad y la sinceridad de los niños, que contribuyen a un modelo auténtico de vida familiar. Se presentó la cuestión de los métodos naturales de regulación de la fecundidad, junto con el compromiso de ir contra corriente de una cultura anti-cristiana que además se alimenta de una crisis económica y social globalizada. Por último, resultó una proposición conveniente, que las familias cristianas se unan cada vez más para dar testimonio, con los hechos, de sus valores fundamentales, empezando por el respeto mutuo, sirviéndose del momento del bautismo de los niños como un lugar privilegiado para la catequesis y la conversión. Las intervenciones corrieron a cargo, entre otros, del matrimonio iraquí Marqus Odeesho, de la religiosa Berta María Porras Fallas, de la profesora argentina María Marcela Mazzini, y de la coordinadora de la publicación mensual del Osservatore Romano "mujeres iglesia mundo" Lucetta Scaraffia.


Relatio – Circulus Hibericus “A”
Moderator: Card. RODRÍGUEZ MARADIAGA, S.D.B. Óscar Andrés
Relator: Card. LACUNZA MAESTROJUÁN, O.A.R. José Luis

Siguiendola misma metodología usada en las reuniones anteriores, iniciamos la lectura, punto por punto, de la IIIª Parte del Instumentum Laboris.

- El primer punto que detuvo nuestra atención fue el tema del enamoramiento y las etapas de la preparación al matrimonio (remota, próxima, inmediata), constatando que, además de animar a los candidatos a la participación litúrgica, adolece de limitación en el tiempo. Para ello, las Parroquias deben elaborar y ofrecer itinerarios de formación.

- Igualmente, se hace hincapié en que, entre los lugares de la educación en el amor, ocupa un lugar de primer orden la familia, ya que es un deber primario de la misma.

- La familia es origen de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, sin excluir de ello a las familias en situaciones difíciles.

- Es cierto que la mayoría de las legislaciones civiles no recogen ni expresan los valores evangélicos de la familia y, por ello, deberíamos hacer causa común con otras confesiones religiosas cristianas y aun con otras religiones que comparten el ideal de familia.

- A medida que vamos avanzando en la lectura, aparecen muchas repeticiones e incluso un constante desorden en la elaboración de los temas, por lo cual se sugiere que la Comisión de Redacción revise, reorganice y hasta reelabore los números 84, 85, 86, 94 y 95.

- A lo largo del texto se usa la expresión “comunidad cristiana” sin que se defina a qué se refiere: ¿la parroquia? ¿las pequeñas comunidades eclesiales? ¿las comunidades eclesiales de base? ¿los movimientos y asociaciones?

- Los números del 114 al 117 están ya acogidos y resueltos por el Papa Francisco en los dos Motu Proprio “Mitis et misericors Iesus” y “Mitis Iudex Dominus Iesus”, del pasado 15 de agosto, para las causas de declaración de nulidad matrimonial en el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales y en el Código de Derecho Canónico. Haría falta que la Comisión de Redacción elabore un número que indique la aplicación de los Motu Proprio, a la vez que se pida ayuda para la misma.
- Jesús manifiesta cercanía y los cristianos, al estilo de Jesús, tenemos que hacer lo mismo ya que, como decía San Agustín, “lo que comes, da”. Se necesita, por tanto, integrar a los divorciados vueltos a casar mediante un itinerario “via caritatis” que permita abrir puertas y estar cerca de los que están heridos.

- Es cierto que podríamos preguntar ¿quién excluye a quién? y que el sacramento de la Eucaristía es sacramento de vivos, pero hay que hacer todo lo posible y necesario para atraer a quienes están alejados.

- La `vía de la caridad`es una pastoral que acoge y acerca, mientras que la `vía judicial`en muchos despierta sospechas y recelos y no hay duda de que muchos de nuestros matrimonios no son verdaderos sacramentos.

- No basta con hablar de caminos de misericordia y cercanía, sino que debe llegarse a propuestas concretas porque, si no, nos vamos a quedar en palabrasbonitas pero vacías. Quizá la “descentralización” de la que habló el Santo Padre en la conmemoración de los 50 años del Sínodo puede ayudar a hacer más ágil y cercana la solución, evitando, incluso, muchas formas de discriminación que hay en la Iglesia sobre estas personas.

- Parece que, en el tema de la cercanía, estamos todos de acuerdo, pero ¿qué pasa cuando se plantea el acceso a los sacramentos? Sin duda, tenemos que plantear un movimiento generoso quitando del camino muchas trabas para que los divorciados vueltos a casar puedan participar más ampliamente en la vida de la Iglesia: no pueden ser padrinos, no pueden ser catequistas, no pueden dar clases de religión... Tenemos que dar muestras de que hemos escuchado el “grito” de tantas gentes que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia.

- Por otro lado, tenemos que acabar con el continuo reproche que lanzamos a la cara de quienes han fracasado en sus primeras nupcias, sin olvidar que también nosotros tenemos culpa en ese fracaso ya que no les hemos acogido, hemos cumplido simplemente con las formalidades y los requisitos legales y, muchas veces, a través de secretarias...

- De igual manera, hay que acabar con la actitud elitista y sectaria que muestran muchos miembros de la comunidad cristiana hacia esas personas.

- El tema de la adopción también centró nuestra atención. En algunos países y ambientes no resulta fácil abordarlo por la propia legislación, pero debe quedar claro que, en toda adopción, debe prevalecer y debe ser respetado el bien del niño por encima de cualquier otro interés.

- Finalmente, en cuanto al tema de la familia y su rol como promotora de la vida y de la educación, se señaló la necesidad de salvaguardar el respeto a la conciencia rectamente formada de los esposos, al igual que el deber de los Estados de proveer una educación accesible y de calidad para que todos los padres de familia puedan cumplir con su derecho intransferible de ser los primeros educadores de sus hijos.

Al final del trabajo, resultaron aprobados 59 MODOS.
Queremos dejar constancia del ambiente fraterno, de diálogo sincero y fecundo, que caracterizó el trabajo del grupo. Y agradecemos al Santo Padre la oportunidad que nos está dando de, “cum Petro et sub Petro”, vivir este camino de sinodalidad al servicio de la Iglesia.
[01792-ES.01] [Texto original: Español]

Relatio – Circulus Hibericus “B”
Moderator: Card. ROBLES ORTEGA Francisco
Relator: S.E. Mons. PORRAS CARDOZO Baltazar Enrique

1. La sesión vespertina del martes 13 de octubre se dedicó en nuestro círculo a un intercambio general de opiniones sobre la tercera parte. El moderador sugirió que cada uno señalara lo que parecía más importante para que no dejáramos de considerarlo cuando llegara el momento de presentar los modos. Hubo unanimidad en plantear la necesidad de asumir los asuntos más delicados desde una mirada pastoral, de acompañamiento, de auténtico espíritu de misericordia. En los días posteriores, los modos propuestos recogen los gozos y las esperanzas que traemos de cada una de nuestras comunidades.

2. Se estuvo de acuerdo en que no se trata de modificar o dulcificar la doctrina, sino de ver su desarrollo orgánico para compaginar verdad-acompañamiento, doctrina-pastoral, sin dicotomías. Se tomó la decisión de afirmar claramente que nuestro servicio sinodal es hacer Propuestas, no proposiciones, ni un documento definitivo, que sirva al Santo Padre para el mejor ejercicio del ministerio petrino.

3. Se tocaron los temas más complejos con gran respeto, con la participación de todos, en diálogo fraterno, en serenidad y libertad. Se trabajó intensamente en un clima edificante en el que nos hemos sentido enriquecidos por los aportes de cada uno de los presentes, obispos, sacerdotes, religiosa y laicos.

4. Constatamos la necesidad de prepararnos y asesorarnos mejor, con la ayuda de expertos y a la escucha atenta a las personas y a la cultura de nuestro tiempo, en muchos de los nuevos temas que requieren ser profundizados para poder tener una palabra significativa a la hora de asumirlos pastoralmente. Por ejemplo, temas como la sexualidad, la bioética y biogenética, los nuevos escenarios culturales de la familia, las migraciones, la pobreza, los divorciados, etc... Se agradece al Santo Padre los recientes motu proprio para agilizar los procesos de nulidad de algunos matrimonios, expresión de la acción samaritana y sanadora, portadora de esperanza a un mundo herido por ideologías y poderes, asumiendo nuestras propias deficiencias y recibiendo de los bienes y males de las familias del mundo un llamado a tener "rostro de misericordia", cum Petro y sub Petro.
5. El texto de esta tercera parte es abundante, pero en ocasiones confuso y repetitivo, aunque entendemos que se ha querido recoger los muchos aportes en el largo recorrido de estos dos últimos sínodos. Creemos que los redactores del texto definitivo deben tener en cuenta la conveniencia de reordenar los temas con una lógica interna y en estrecha vinculación con el ver y juzgar de las dos primeras partes.
6. El tema de los divorciados vueltos a casar lo examinamos bajo una perspectiva amplia, pues la posibilidad sacramental de la reconciliación y/o la eucaristía, con ser importante, no es la única. Hay un camino a recorrer que debe ser profundizado con paciencia y creatividad. El resultado y el éxito de este sínodo no se juega en la comunión a los divorciados.

7. A los dos primeros capítulos se hicieron pequeñas observaciones. Se hizo hincapié en lo relativo a la conversión misionera, a la necesidad de un lenguaje renovado y a un dominio mayor del significado de la mediación cultural.

8. En lo relativo a la familia y formación, se tomaron en cuenta las experiencias existentes; también la urgencia de hacer de la pastoral familiar un eje transversal de toda la pastoral. Se es consciente en la necesaria preparación de los agentes de pastoral en este campo, y de las deficiencias que como institución debemos corregir. La preparación al matrimonio, remota y próxima, es tarea evangelizadora de primer orden en íntima relación con las otras dimensiones de la pastoral.

9. El capítulo 3, familia y acompañamiento eclesial, nos llevó a compartir con abundancia de enfoques, uno de los temas principales de este sínodo. Qué reflexiones, Desde las luces y sombras, reflexionamos para ofrecer al Santo Padre algunas pistas para una mejor atención pastoral a las familias, en el acompañamiento transido por el gran río de la misericordia. Como el padre de la parábola del hijo pródigo debemos estar atentos, oteando el horizonte para ofrecer esperanza, alegría y compromiso con Jesús y la Iglesia, más allá del reclamo del hijo mayor que se sintió herido y molesto porque su padre se ocupó festivamente del hijo perdido. En Jesús crucificado y abandonado confluyen todos los dolores de la humanidad. En la comunión con Él nos sentimos todos acogidos.
10. Distinguimos claramente entre los caminos de integración a la comunidad cristiana de los que están en situaciones estables, ya que tenemos la obligación de ofrecerles vías de crecimiento espiritual y de participación activa en algunas de las actividades de la comunidad eclesial, y las posibilidades de participación sacramental, a sabiendas de que es un nuevo derrotero, que requiere fidelidad, atención, prudencia, pero a la vez creatividad y coraje.

11. No se ve claro llamar "camino penitencial" al itinerario de los divorciados y vueltos a casar; convendría, quizás hablar de itinerarios de reconciliacion, pues hay realidades irreversibles que no pueden ser sometidas a un camino penitencial sin posibilidad de superación.

12. El tema del acceso a los sacramentos, en concreto a la eucaristía, no puede ni debe ser el centro ni el punto focal de la atención a estas situaciones. Creemos que la mejor oferta que podemos hacer al Santo Padre es señalarle las dudas y aciertos que tenemos para que él pueda con la ayuda del espíritu, señalarle a la Iglesia y al mundo, la salvación de la que es portador, custodio y centro de la unidad de la fe.

13. El tema de la paternidad responsable y la responsabilidad generativa fue objeto de rico intercambio, y es, en los momentos actuales, de gran importancia para el respeto a la dignidad de la persona y de la vida.

14. La sinodalidad, tal como nos la describió el Santo Padre el sábado pasado, nos anima a ofrecerle con libertad y responsabilidad, la experiencia pastoral en la escucha, silencio y acompañamiento a nuestras comunidades, a la Iglesia universal y al mundo. Gracias Papa Francisco por su ejemplo, paciencia, cercanía y oración, por la invitación a actuar con libertad y responsabilidad, su testimonio nos reconforta y anima.

[01793-ES.01] [Texto original: Español]


EL SACRAMENTO PERMANENTE

Ya han sido publicados los Informes de los Círculos menores sobre la segunda parte del Instrumentum Laboris
"La gracia no actúa solamente en el momento de la celebración del sacramento del matrimonio, sino que acompaña a los esposos durante toda su vida, ya que se trata de un sacramento permanente, al igual que la Eucaristía". Es una de las muchas observaciones presentes en los Informes de los Círculos menores del Sínodo, en este caso se trata del Círculo italiano, que resumen el debate del 12 y del 13 de octubre sobre la segunda parte del Instrumentum Laboris. Los informes fueron publicados el 15 de octubre.

CARDENAL PELL: «EL PAPA HA DICHO QUE LA DOCTRINA NO SERÁ TOCADA»

 En entrevista concedida a ACI Prensa en el marco del Sínodo de los Obispos sobre la Familia que se realiza hasta el 25 de octubre en Roma, el purpurado australiano negó ser contrario al Pontífice: «ciertamente no lo soy. Trabajo muy de cerca con el Papa, ayudo a cuidar las finanzas, soy un miembro del G9», el grupo de cardenales consultores que colabora con el Santo Padre para la reforma del Vaticano.
El también arzobispo emérito de Sydney (Australia) afirmó que «el Papa ha pedido que el diálogo (en el Sínodo) sea libre, él escucha mucho. Uno puede plantear un asunto y el Papa escucha. Y el Papa confía en mí y se ha referido a mis preocupaciones. El Papa ha dicho que la doctrina no será tocada. Además, no soy un rebelde ni un oponente del Papa».
El Papa dice que no habrá manipulación
Las preocupaciones del Cardenal Pell se refieren a la metodología del Sínodo y la Comisión que prepara el documento final. Al respecto dijo a ACI Prensa que estas «han sido ya respondidas sustancialmente. El Santo Padre ha dicho que la doctrina no será tocada. Habrá un documento final y votaremos el documento párrafo por párrafo y el Santo Padre ha dicho que no habrá manipulación».
Sobre la carta, que él y otros cardenales enviaron al Papa Francisco, el Cardenal Pell dijo que las reacciones negativas que ha generado podrían deberse a «que no había mucha emoción la primera semana y la prensa quería algo de emoción». «Una gran parte de los deberes de un cardenal es escribirle cartas al Papa. He escrito varias a los Papas en estos años.¿Por qué se filtró esta? No lo sé. De lo que sí estoy seguro es que ninguno de los 13 firmantes la filtró», resaltó.
El Purpurado australiano indicó luego que «con frecuencia enfatizamos las deficiencias del Sínodo pero el Sínodo es una invención maravillosa. Ha sido maravilloso escuchar los testimonios de las parejas y han sido mucho más interesantes que las de nosotros los obispos».
«Creo que el Sínodo, básicamente, va bien, aunque está este tema controvertido de la comunión o no para los divorciados vueltos a casar, pero lo que es importante es que la doctrina es una, aunque hay varias teologías», indicó luego.
No puede haber dos fes diferentes
Sobre este tema, el cardenal Pell señaló que «no se puede decir que en Polonia creen en la divinidad de Cristo y que en Alemania van a decir que Cristo no es divino. No se puede tener a dos personas en la misma situación con las mismas circunstancias (los divorciados vueltos a casar); y que una vaya a la comunión y cometa un sacrilegio; y en el país al costado» la realidad sea diferente.
El Prefecto de Economía de la Santa Sede dijo después que «el Cardenal Arinze dice que no se puede nacionalizar lo que está bien y mal. Tenemos un credo, una sola fórmula de bautismo, un Dios y una sola fe. Católico significa universal, no continental».
Tras asegurar que en el Sínodo «somos guiados por obispos individuales guiados a su vez por el Santo Padre», el cardenal dijo a ACI Prensa que el ambiente entre los prelados es de gran libertad porque todos pueden «dar sus opiniones. Yo estoy haciendo eso. Mi grupo en inglés tiene una gran atmósfera. Hay gran libertad para hablarA veces hay divisiones claras, de vez en cuando, pero hay un ambiente cristiano y maduro, una comunidad que conversa».
Sobre los trabajos de esta tercera semana, el purpurado australiano comentó que están «trabajando duro en el Sínodo, hemos hecho un progreso sustancial. Estamos por entrar en la tercera parte del documento. En las dos primeras partes ha habido un consenso muy pero muy fuerte en una gran cantidad de temas».
El Papa, garante de la Tradición
Respecto al discurso del Santo Padre el día sábado en la celebración de los 50 años de la institución del Sínodo por el Beato Pablo VI, el Cardenal Pell comentó que el Papa Francisco destacó «su rol central como Sucesor de Pedro y enfatizó también que él es el verdadero garante de la Tradición. Solo podemos vivir y trabajar dentro de la Tradición, lo esencial de la Tradición».
En cuanto a los que espera como resultado del Sínodo, el cardenal señaló a ACI Prensa que le gustaría «una lista de las mejores prácticas. Ejemplos de todo el mundo sobre estrategias y prácticas que ayuden a la Iglesia».
«Creo que necesitamos una clara enseñanza del Sínodo y también del Santo Padre porque hay cierto grado de confusión y queremos tener claro el asunto de la misericordia y la verdad, que están en el corazón de la enseñanza moral cristiana y la enseñanza sacramental cristiana. Tenemos que estar en el corazón de la vida familiar», subrayó.

 Fuente: ACI Prensa

LA FAMILIA COMO ESCUELA DE VIDA Y EXPRESIÓN DE AMOR

(RV).- “La familia como escuela de vida y expresión de amor” al centro de la reflexión en el Sínodo de los Obispos, así lo explica a Radio Vaticano el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo. La entrevista fue realizada por el jesuita Guillermo Ortiz.

“En primer lugar lo que tenemos que valorar, y que fue de alguna manera una intuición del Papa Francisco, es un sínodo sobre la familia. Esa es la primera buena noticia. En un mundo que hay tantos temas, problemas diversos, desde refugiados hasta problemas de guerras, poner a la familia como un tema central y hacer dos momentos del Sínodo significa que hay una gran sabiduría -yo diría- que saber que el centro de muchos problemas, a veces se nos olvida”.

“La Iglesia ha querido poner en la mesa principal de la reflexión la familia como escuela de vida, como expresión de amor, de vida, el lugar donde aprendemos las primeras relaciones fundantes de la vida, fraternidad, paternidad, filiación, donde se empieza a socializar el chico”.

“Como todo Sínodo tiene su camino, tres semanas, con tres capítulos, estamos en la última que son reflexiones más puntuales y que en eso puede haber diversidad, somos obispos de todo el mundo, por lo tanto es normal. Lo que yo tengo que rescatar -y no es para quedar bien con mis hermanos- es el clima de confianza, de libertad, de hablar sinceramente, a veces con posturas que pueden ser diversas, pero no en fracciones, puede ser si, que hay personas que piensan de una manera, pero creo que en esto el camino sinodal es caminar juntos, reflexionar y también saber que actúa en nosotros el Espíritu Santo…”.

“Por otra parte, el Sínodo no tiene que terminar con un documento, son proposiciones al Santo Padre para que él vea lo que la Iglesia hoy piensa acerca de la familia, los pastores, para que él con esos elementos pueda, si le parece conveniente, hacer una exhortación apostólica a toda la comunidad cristiana”.


Para Radio Vaticano, MTC.

El PAPA EN SANTA MARTA: EL AMOR A LAS RIQUEZAS DIVIDE A LAS FAMILIAS

 (RV).- Jesús no condena la riqueza sino el apego a la riqueza que divide a las familias y provoca las guerras. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. 
El apego a las riquezas es una idolatría
El Papa Francisco recordó que no es posible “servir a dos patrones”: o se sirve a Dios o a la riqueza. Jesús “no está contra las riquezas en sí mismas”, sino que advierte ante el hecho de poner la propia seguridad en el dinero que puede hacer de la “religión una agencia de seguros”. Además, el apego al dinero divide, como dice el Evangelio que refiere acerca de los “dos hermanos que pelean por la herencia”:
“Pero pensamos nosotros en cuántas familias conocemos que han peleado, pelean, no se saludan, se odian por una herencia. Y éste es uno de los casos. El amor de la familia, el amor de los hijos, de los hermanos, de los padres no es más importante, no, es el dinero. Y esto destruye. También las guerras, las guerras que hoy vemos. Sí, hay un ideal, pero detrás está el dinero: el dinero de los traficantes de armas, el dinero de aquellos que se aprovechan de la guerra. Y ésta es una familia, pero todos  – estoy seguro – todos conocemos al menos a una familia dividida por este motivo. Y Jesús es claro: ‘Presten atención y estén lejos de toda codicia: es peligroso’. La codicia. Porque nos da esta seguridad que no es verdadera y te lleva sí a rezar  – tú puedes rezar, ir a la Iglesia – pero también a tener el corazón apegado, y, al final, termina mal”.
Jesús relata la parábola de un hombre rico, “un buen empresario”, cuyo “campo había producido tan abundantemente” que “estaba lleno de riquezas”…
“… Y en lugar de pensar: ‘Compartiré esto con mis obreros, con mis empleados, para que también ellos tengan un poco más para sus familias’, razonaba para sí: ‘¿Qué haré, puesto que no tengo dónde poner mi cosecha? Ah, haré así: demoleré mis depósitos y construiré otros más grandes’. Cada vez más. La sed del apego a las riquezas no termina jamás. Si tú tienes el corazón apegado a la riqueza – cuando tienes tantas – quieres más. Y éste es el dios de la persona que se apega a las riquezas”.
El camino de la salvación  – afirmó el Papa – es el de las Bienaventuranzas: “la primera es la pobreza de espíritu”, es decir, no estar apegado a las riquezas que  – si se las poseen – deben estar “al servicio de los demás, para compartir, para que tanta gente vaya adelante”.
Y el signo de que no tenemos “este pecado de idolatría” es dar limosna, es dar “a aquellos que tienen necesidad” y dar no de lo superfluo sino de lo que me cuesta “alguna privación” porque tal vez “sea necesario para mí”. “Eso es un buen signo. Eso significa que es más grande el amor a Dios que el apego a las riquezas”. Por tanto, hay tres preguntas que podemos hacernos, dijo Francisco:
“Primera pregunta: ‘¿Doy?’. Segunda: ‘¿Cuánto doy?’. Tercera pregunta: ‘¿Cómo doy? ¿Cómo da Jesús, con la caricia del amor o como quien paga un impuesto? ¿Cómo doy?’. ‘Pero padre, ¿qué quiere decir usted con esto?’. Cuando tú ayudas a una persona, ¿la miras a los ojos? ¿Le tocas la mano? Es la carne de Cristo, es tu hermano, tu hermana. Y tú en aquel momento eres como el Padre que no permite que le falte el alimento a los pajaritos del Cielo. Con cuánto amor da el Padre. Pidamos al Señor la gracia de estar libres de esta idolatría, el apego a las riquezas; la gracia de mirarlo a Él, tan rico en su amor y tan rico en su generosidad, en su misericordia; y la gracia de ayudar a los demás con el ejercicio de la limosna, pero como lo hace Él. ‘Pero, padre, Él no se ha privado de nada…’. Jesucristo, siendo igual a Dios, se privó de esto, se abajó, se aniquiló, y también Él se ha privado”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

18 de octubre de 2015

PAPA FRANCISCO EN LAS CANONIZACIONES: EL SERVICIO POR LOS DEMÁS Y LA HUMILDAD

Texto completo de la homilía del Papa:

Las lecturas bíblicas de hoy nos hablan del servicio y nos llaman a seguir a Jesús a través de la vía de la humildad y de la cruz.
El profeta Isaías describe la figura del Siervo de Yahveh (53,10-11) y su misión de salvación. Se trata de un personaje que no ostenta una genealogía ilustre, es despreciado, evitado de todos, acostumbrado al sufrimiento. Uno del que no se conocen empresas grandiosas, ni célebres discursos, pero que cumple el plan de Dios con su presencia humilde y silenciosa y con su propio sufrimiento. Su misión, en efecto, se realiza con el sufrimiento, que le ayuda a comprender a los que sufren, a llevar el peso de las culpas de los demás y a expiarlas. La marginación y el sufrimiento del Siervo del Señor hasta la muerte, es tan fecundo que llega a rescatar y salvar a las muchedumbres.
Jesús es el Siervo del Señor: su vida y su muerte, bajo la forma total del servicio (cf. Flp 2,7), son la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la humanidad con Dios. El kerigma, corazón del Evangelio, anuncia que las profecías del Siervo del Señor se han cumplido con su muerte y resurrección. La narración de san Marcos describe la escena de Jesús con los discípulos Santiago y Juan, los cuales –sostenidos por su madre– querían sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino de Dios (cf. Mc 10,37), reclamando puestos de honor, según su visión jerárquica del reino. El planteamiento con el que se mueven estaba todavía contaminado por sueños de realización terrena. Jesús entonces produce una primera «convulsión» en esas convicciones de los discípulos haciendo referencia a su camino en esta tierra: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis … pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado» (vv. 39-40). Con la imagen del cáliz, les da la posibilidad de asociarse completamente a su destino de sufrimiento, pero sin garantizarles los puestos de honor que ambicionaban. Su respuesta es una invitación a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.
Frente a los que luchan por alcanzar el poder y el éxito, los discípulos están llamados a hacer lo contrario. Por eso les advierte: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor» (vv. 42-43). Con estas palabras señala que en la comunidad cristiana el modelo de autoridad es el servicio. El que sirve a los demás y vive sin honores ejerce la verdadera autoridad en la Iglesia. Jesús nos invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humildad.
Y después de haber presentado un ejemplo de lo que hay que evitar, se ofrece a sí mismo como ideal de referencia. En la actitud del Maestro la comunidad encuentra la motivación para una nueva concepción de la vida: «Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos» (v. 45).
En la tradición bíblica, el Hijo del hombre es el que recibe de Dios «poder, honor y reino» (Dn 7,14). Jesús da un nuevo sentido a esta imagen y señala que él tiene el poder en cuanto siervo, el honor en cuanto que se abaja, la autoridad real en cuanto que está disponible al don total de la vida. En efecto, con su pasión y muerte él conquista el último puesto, alcanza su mayor grandeza con el servicio, y la entrega como don a su Iglesia.
Hay una incompatibilidad entre el modo de concebir el poder según los criterios mundanos y el servicio humilde que debería caracterizar a la autoridad según la enseñanza y el ejemplo de Jesús. Incompatibilidad entre las ambiciones, el carrerismo y el seguimiento de Cristo; incompatibilidad entre los honores, el éxito, la fama, los triunfos terrenos y la lógica de Cristo crucificado. En cambio, sí que hay compatibilidad entre Jesús «acostumbrado a sufrir» y nuestro sufrimiento. Nos lo recuerda la Carta a los Hebreos, que presenta a Cristo como el sumo sacerdote que comparte totalmente nuestra condición humana, menos el pecado: «No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado» (4,15). Jesús realiza esencialmente un sacerdocio de misericordia y de compasión. Ha experimentado directamente nuestras dificultades, conoce desde dentro nuestra condición humana; el no tener pecado no le impide entender a los pecadores. Su gloria no está en la ambición o la sed de dominio, sino en el amor a los hombres, en asumir y compartir su debilidad y ofrecerles la gracia que restaura, en acompañar con ternura infinita su atormentado camino.
Cada uno de nosotros, en cuanto bautizado, participa del sacerdocio de Cristo; los fieles laicos del sacerdocio común, los sacerdotes del sacerdocio ministerial. Así, todos podemos recibir la caridad que brota de su Corazón abierto, tanto por nosotros como por los demás: somos «canales» de su amor, de su compasión, especialmente con los que sufren, los que están angustiados, los que han perdido la esperanza o están solos.
Los santos proclamados hoy sirvieron siempre a los hermanos con humildad y caridad extraordinaria, imitando así al divino Maestro. San Vicente Grossi fue un párroco celoso, preocupado por las necesidades de su gente, especialmente por la fragilidad de los jóvenes. Distribuyó a todos con ardor el pan de la Palabra y fue buen samaritano para los más necesitados.
Santa María de la Purísima vivió personalmente con gran humildad el servicio a los últimos, con una dedicación particular hacia los hijos de los pobres y enfermos.
Los santos esposos Luis Martin y María Azelia Guérin vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas santa Teresa del Niño Jesús.
El testimonio luminoso de estos nuevos santos nos estimulan a perseverar en el camino del servicio alegre a los hermanos, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María. Ahora, desde el cielo, velan sobre nosotros y nos sostienen con su poderosa intercesión.


17 de octubre de 2015

50 AÑOS DE SÍNODO. PAPA: AMAR Y SERVIR AL MUNDO, CAMINANDO JUNTOS, COMO EL SEÑOR ESPERA DE SU IGLESIA


Texto completo del discurso del Papa Francisco
Beatitudes, Eminencias, Excelencias, Hermanos y Hermanas,
Mientras se encuentra en pleno desarrollo la XIV Asamblea General Ordinaria, conmemorar el cincuenta aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos es para nosotros motivo de alegría, de alabanza y de agradecimiento al Señor. Desde el Concilio Vaticano II a la actual Asamblea sinodal sobre la familia, hemos experimentado de manera poco a poco más intensa la necesidad y la belleza de "caminar juntos".
En esta alegre circunstancia deseo dirigir un cordial saludo a Su Eminencia el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General, con el Sub-Secretario Su Excelencia Monseñor Fabio Fabene, los Oficiales, los Consultores y los otros Colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Junto a ellos, saludo y agradezco por su presencia a los Padres sinodales y a los otros Participantes a la Asamblea en curso, así como a todos los presentes en esta Aula.
En este momento también queremos recordar a aquellos que, en el transcurso de cincuenta años, han trabajado  al servicio del Sínodo, comenzando por los Secretarios Generales que se han alternado:  los Cardenales Władysław Rubin, Jozef Tomko, Jan Pieter Schotte y el Arzobispo Nikola Eterović.  Aprovecho esta ocasión para expresar de corazón mi gratitud a todos cuantos, vivos o difuntos, han contribuido con un compromiso generoso y competente al desarrollo de la actividad sinodal.
Desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he intentado valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas de la última reunión conciliar. Para el Beato Pablo VI, el Sínodo de los Obispos debía volver a proponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar sobre su espíritu y el método. El mismo Pontífice anunciaba que el organismo sinodal «con el pasar del tiempo podrá ser mayormente perfeccionado». A él hacía eco, veinte años más tarde, San Juan Pablo II, cuando afirmaba que «tal vez este instrumento podrá aun ser mejorado. Quizás la colegial responsabilidad pastoral puede expresarse en el Sínodo aún más plenamente». Finalmente, en el 2006, Benedicto XVI aprobaba algunas variaciones al Ordo Synodi Episcoporum, también a la luz de las disposiciones del Código de Derecho Canónico y del Código de los Cánones de las Iglesias orientales, promulgados en el interin.
Debemos proseguir por este camino. El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio
Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra “Sínodo”. Caminar juntos – Laicos, Pastores, Obispo de Roma – es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica.
Después de haber reafirmado que el Pueblo de Dios está constituido por todos los Bautizados llamados a “formar una casa espiritual y un sacerdocio santo”, el Concilio Vaticano II proclama que “la totalidad de los Fieles, teniendo la unción que viene del Santo (Cfr. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse en creer, y manifiesta esta propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el Pueblo, cuando desde los Obispos hasta el último de los Fieles laicos muestra su consenso universal en cosas de fe y moral”.
En la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium he subrayado como “el Pueblo de Dios es santo en razón de esta unción que lo hace infalible in credendo”, agregando que “todo Bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización y sería inadecuado pensar a un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados en el cual el resto del Pueblo fiel sería solamente receptivo de sus acciones”. El sensus fidei impide separar rígidamente entre Ecclesia docens ed Ecclesia dicens, ya que también la Grey posee un “instinto” propio para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia.
Ha sido esta convicción a guiarme cuando he deseado que el Pueblo de Dios viniera consultado en la preparación de la doble cita sinodal sobre la familia. Ciertamente, una consultación de este tipo en ningún modo podría bastar para escuchar el sensus fidei. Pero, ¿cómo sería posible hablar de la familia sin interpelar las familias, escuchando sus alegrías y sus esperanzas, sus dolores y sus angustias? Por medio de las respuestas de los dos cuestionarios enviados a las Iglesia particulares, hemos tenido la posibilidad de escuchar al menos algunas de ellas en relación a las cuestiones que tocan muy de cerca y sobre el cual tienen mucho que decir.
Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia que escuchar “es más que oír”. Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Jn 14,17), para conocer lo que Él “dice a las Iglesias” (Ap 2,7).
El Sínodo de los Obispos es el punto de convergencia de este dinamismo de escucha llevado a todos los niveles de la vida de la Iglesia. El camino sinodal inicia escuchando al Pueblo, que “también participa en la función profética de Cristo”, según un principio querido en la Iglesia del primer milenio: “Quod omnes tangit ab ómnibus tractari debet”. El camino del Sínodo prosigue escuchando a los Pastores. Por medio de los Padres sinodales, los Obispos actúan como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, que debe saber distinguir atentamente de los flujos muchas veces cambiantes de la opinión pública. A la vigilia del Sínodo del año pasado afirmaba: “da el Espíritu Santo para que los Padres sinodales pidan, sobre todo, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta sentir junto con Él el grito del Pueblo, escucha del Pueblo, hasta respirar la voluntad a la cual Dios nos llama”. Además, el camino sinodal culmina en la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como “Pastor y Doctor de todos los cristianos”: no a partir de sus convicciones personales, sino como testigo supremo de la fides totius Ecclesiae, “garante de la obediencia y de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la tradición de la Iglesia”.
El hecho que el Sínodo actué siempre cum Petro et sub Petro – por lo tanto no sólo cum Petro, sino también sub Petro – no es una limitación de la libertad, sino una garantía de la unidad. De hecho el Papa es por voluntad del Señor, “el perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad tanto de Obispos cuanto de la multitud de los Fieles”. A esto se une el concepto de ““jerarchica communio”, usado por el Concilio Vaticano II: Los Obispos están unidos al Obispo de Roma por el vínculo de la comunión episcopal (cum Petro) y al mismo tiempo están jerárquicamente sometidos a él como jefe del Colegio (sub Petro)
El carácter sinodal, como dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico. Si comprendemos que, como dice San Juan Crisóstomo, “Iglesia y Sínodo son sinónimos”  –  porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar juntos” de la Grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de a Cristo Señor  –  entendemos también que en su interior nadie puede ser “elevado” por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno “se abaje” para ponerse al servicio de los hermanos a lo largo del camino.
Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su cumbre al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la “roca” (Cfr. Mt 16, 18), aquel que debe “confirmar” a los hermanos en la fe (Cfr. Lc 22, 32). Pero en esta Iglesia, como en una pirámide dada vuelta, la cima se encuentra por debajo de la base. Por esto quienes ejercen la autoridad se llaman “ministros”: porque, según el significado originario de la palabra, son los más pequeños de todos. Cada Obispo, sirviendo al Pueblo de Dios, llega a ser para la porción de la Grey que le ha sido encomendada, vicarius Christi, vicario de Jesús, quien en la última cena se inclinó para lavar los pies de los apóstoles (Cfr. Jn 13, 1-15). Y, en un horizonte semejante, el mismo Sucesor de Pedro es el servus servorum Dei.
¡Jamás lo olvidemos! Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz, según las palabras del Maestro: “Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo” (Mt 20, 25-27).
Entre ustedes no será así: en esta expresión alcanzamos el corazón mismo del misterio de la Iglesia y recibimos la luz necesaria para comprender el servicio jerárquico.
En una Iglesia sinodal, Sínodo de los Obispos es sólo la más evidente manifestación de un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales.
El primer nivel de ejercicio de la sinodalidad se realiza en las Iglesias particulares. Después de haber citado la noble institución del Sínodo diocesano, en el cual Presbíteros y Laicos están llamados a colaborar con el Obispo para el bien de toda la comunidad eclesial, el Código de derecho canónico dedica amplio espacio a aquellos que usualmente se llaman los “organismos de comunión” de la Iglesia particular: el Consejo presbiteral, el Colegio de los Consultores, el Capítulo de los Canónigos y el Consejo pastoral. Solamente en la medida en la cual estos organismos permanecen conectados con lo “bajo” y parten de la gente, de los problemas de cada día, puede comenzar a tomar forma una Iglesia sinodal: tales instrumentos, que algunas veces proceden con cansancio, deben ser valorizados como ocasión de escucha y de participación.
El segundo nivel es aquel de las Provincias y de las Regiones Eclesiásticas, de los Consejos Particulares y, en modo especial, de las Conferencias Episcopales. Debemos reflexionar para realizar todavía más, a través de estos organismos, las instancias intermedias de la colegialidad, quizás integrando y actualizando algunos aspectos del antiguo orden eclesiástico. El auspicio del Consejo de que tales organismos puedan contribuir a acrecentar el espíritu de la colegialidad episcopal todavía no se ha realizado plenamente. En una Iglesia sinodal, como ya afirmé, “no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder a una saludable descentralización”.
El último nivel es aquel de la Iglesia universal. Aquí el Sínodo de los Obispos, representando al episcopado católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal al interno de una Iglesia toda sinodal. Eso manifiesta la collegialitas affectiva, la cual puede volverse en algunas circunstancias “efectiva”, que une a los Obispos entre ellos y con el Papa, en el cuidado por el Pueblo de Dios.
El compromiso de edificar una Iglesia sinodal – misión a la cual todos estamos llamados, cada uno en el papel que el Señor le confía – está grávido de implicaciones ecuménicas. Por esta razón, hablando con una delegación del Patriarcado de Constantinopla, he reiterado recientemente la convicción de que "el atento examen sobre cómo se articulan en la vida de la Iglesia el principio de la sinodalidad y el servicio de quien preside ofrecerá una aportación significativa al progreso de las relaciones entre nuestras Iglesias".
Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado Petrino recibirá mayor luz. El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como Bautizado entre los Bautizados y dentro del Colegio episcopal como Obispo entre los Obispos, llamado a la vez, como Sucesor del apóstol Pedro- a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor a todas las iglesias.
Mientras reitero la necesidad y la urgencia de pensar a «una conversión del papado», de buen grado repito las palabras de mi predecesor el Papa Juan Pablo II: "Como Obispo de Roma soy consciente [...], que la comunión plena y visible de todas las Comunidades, en las que gracias a la fidelidad de Dios habita su Espíritu, es el deseo ardiente de Cristo. Estoy convencido de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre todo al constatar la aspiración ecuménica de la mayor parte de las Comunidades cristianas y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva".
Nuestra mirada se extiende también a la humanidad. Una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones (cfr. Is 11, 12) en un mundo que – aun invocando participación, solidaridad y la transparencia en la administración de la cosa pública – a menudo entrega el destino de poblaciones enteras en manos codiciosas de pequeños grupos de poder. Como Iglesia que "camina junto" a los hombres, partícipe de las dificultades de la historia, cultivamos el sueño que el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, generando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros.
(Traducción del italiano: María Fernanda Bernasconi, Raúl Cabrera, María Cecilia Mutual, Griselda Mutual, Renato Martinez)