(RV).- Con la lectura de un pasaje del Antiguo Testamento,
tomado del libro del Levítico (25, 9 b -10.12 a) que alude al día de la
expiación para santificar el quincuagésimo año, y proclamar una liberación para
todos los habitantes del país, el Papa Francisco reflexionó en su catequesis
sobre el sobre el sentido bíblico del Jubileo.
En efecto, hablando en italiano, el Obispo de Roma recordó
que cada cincuenta años, en “el día de la expiación” (Lv 25,9), cuando todo el
pueblo invocaba la misericordia del Señor con un fuerte toque de trompeta, se
anunciaba este gran evento de liberación, puesto que también permitía recobrar
las propiedades y regresar a sus familias, lo que representaba – dijo – una
especie de “condono general”, mediante el cual se permitía a todo el Pueblo de
Dios regresar a la situación originaria, con la cancelación de toda deuda, la
devolución de la tierra y la posibilidad de gozar nuevamente de su propia
libertad.
El Santo Padre se refirió a este pueblo santo en el que la
prescripción del jubileo servía para combatir la pobreza y la desigualdad,
garantizando una vida digna para todos con una distribución ecuánime de la
tierra en la que vivir. Y explicó, tal como afirma el libro del Génesis, que la
idea central es que la tierra pertenece originariamente a Dios y ha sido
encomendada a los hombres, de modo que nadie puede atribuirse su posesión
exclusiva, creando situaciones de desigualdad.
Con el jubileo – dijo también el Papa – quien era pobre
volvía a tener lo necesario para vivir y quien era rico devolvía al pobre lo
que le había tomado, puesto que su finalidad era lograr una sociedad basada en
la igualdad y la solidaridad, donde la libertad, la tierra y el dinero volvían
a convertirse en un bien para todos y no sólo para unos pocos.
El mensaje bíblico es muy claro – afirmó el Papa Francisco al
concluir su catequesis –. Abrirse con coraje a la participación entre
conciudadanos, familias, pueblos y continentes. Y añadió que contribuir a
realizar una tierra sin pobres, quiere decir construir una sociedad sin discriminaciones,
basada en la solidaridad que lleva a compartir lo que se posee, mediante una
distribución de los recursos fundada en la fraternidad y en la justicia.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).
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