«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


25 de mayo de 2015

PAPA FRANCISCO: SALIR DE NUESTRAS MEDIOCRIDADES PARA COMUNICAR EL AMOR DEL SEÑOR

Texto de la meditación del Papa Francisco antes de rezar el Regina Coeli de la Solemnidad del Pentecostés:



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La fiesta de Pentecostés nos hace revivir los inicios de la Iglesia. El libro de los Hechos de los Apóstoles narra que, cincuenta días después de la Pascua, en la casa donde se encontraban los discípulos de Jesús, “vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento (…) y todos quedaron llenos del Espíritu Santo” (2,1-2). De esta efusión los discípulos son transformados completamente: el miedo se cambia en coraje, la cerrazón cede el lugar al anuncio y toda duda es aplastada por la fe llena de amor. Es el “bautismo” de la Iglesia, que así comenzaba su camino en la historia, guiada por la fuerza del Espíritu Santo.
Aquel evento, que cambia el corazón y la vida de los Apóstoles y de los demás discípulos, se repercute inmediatamente fuera del Cenáculo. En efecto, aquella puerta mantenida cerrada durante cincuenta días, finalmente es abierta de par en par, y la primera Comunidad cristiana, ya no replegada sobre sí misma, comienza a hablar a las muchedumbres de diversa procedencia de las grandes cosas que Dios ha hecho (cfr. v. 11), es decir, de la Resurrección de Jesús, que había sido crucificado. Y cada uno de los presentes escucha hablar a los discípulos en su propia lengua. El don del Espíritu restablece la armonía de las lenguas que se había perdido en Babel y prefigura la dimensión universal de la misión de los Apóstoles. La Iglesia no nace aislada, nace universal, una, católica, con una identidad precisa pero abierta a todos, no cerrada, una identidad que abraza al mundo entero, sin excluir a nadie. A nadie la Iglesia cierra la puerta en la cara, ¡a nadie! Ni siquiera al más pecador, ¡a nadie! Y esto por la fuerza, por la gracia del Espíritu Santo. La madre Iglesia abre, abre de par en par sus puertas a todos porque es madre.
El Espíritu Santo, derramado en Pentecostés en el corazón de los discípulos, es el inicio de una nueva estación: la estación del testimonio y de la fraternidad. Es una estación que viene de lo alto, de Dios, como las lenguas de fuego que se posaban sobre la cabeza de cada discípulo. Era la llama del amor que quema toda aspereza; era la lengua del Evangelio que atraviesa los confines puestos por los hombres y toca los corazones de la muchedumbre, sin distinción de lengua, raza o nacionalidad. Como aquel día de Pentecostés, el Espíritu Santo es derramado continuamente también hoy sobre la Iglesia y sobre cada uno de nosotros  para que salgamos de nuestras mediocridades y de nuestras cerrazones y comuniquemos al mundo entero el amor misericordioso del Señor. Comunicar el amor  misericordioso del Señor: ¡Esta es nuestra misión!
También a nosotros se nos da como don la “lengua” del  Evangelio y el “fuego” del Espíritu Santo, para que mientras anunciamos a Jesús resucitado, vivo y presente entre nosotros, enardezcamos nuestro corazón y también el corazón de los pueblos acercándolos a Él, camino, verdad y vida.

Nos encomendamos a la materna intercesión de María Santísima, que estaba presente como Madre en medio de sus discípulos en el Cenáculo: es la madre de la Iglesia, la madre de Jesús que se ha convertido en madre de la Iglesia. Nos encomendamos a Ella a fin de que el Espíritu descienda abundantemente sobre la Iglesia de nuestro tiempo, colme los corazones de todos los fieles y encienda en ellos el fuego de su amor. 

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE PENTECOSTÉS: “EL MUNDO TIENE NECESIDAD DE HOMBRES Y MUJERES NO CERRADOS, SINO LLENOS DE ESPÍRITU SANTO”

«Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo… reciban el Espíritu Santo» (Jn 20, 21.22), así dice Jesús. La efusión que se dio en la tarde de la resurrección se repite en el día de Pentecostés, reforzada por extraordinarias manifestaciones exteriores. La tarde de Pascua Jesús se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos su Espíritu (cf. Jn 20, 22); en la mañana de Pentecostés la efusión se produce de manera  fragorosa, como un viento que se abate impetuoso sobre la casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles. En consecuencia reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo: «Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas» (Hch 2, 4). Junto a ellos estaba María, la Madre de Jesús, la primera discípula, eh… ahí la Madre de la Iglesia naciente. Con su paz, con su sonrisa, con su maternidad, acompañaba el gozo de la joven Esposa, la Iglesia de Jesús.
La Palabra de Dios,  hoy de modo especial,  nos dice que el Espíritu actúa, en las personas y en las comunidades que están colmadas de él, los hace capaces de recibir “Deum, capax Dei”, dicen los santos padres. ¿Y qué hace el Espíritu Santo en esta capacidad nueva que nos da?: guía hasta la verdad plena (Jn 16, 13), renueva la tierra (Sal 103) y da sus frutos (Ga 5, 22-23). Guía, renueva y fructifica.
En el Evangelio, Jesús promete a sus discípulos que, cuando él haya regresado al Padre, vendrá el Espíritu Santo que los «guiará hasta la verdad plena» (Jn 16, 13). Lo llama precisamente «Espíritu de la verdad» y les explica que su acción será la de introducirles cada vez más en la comprensión de aquello que él, el Mesías, ha dicho y hecho, de modo particular de su muerte y de su resurrección. A los Apóstoles, incapaces de soportar el escándalo de la pasión de su Maestro, el Espíritu les dará una nueva clave de lectura para introducirles en la verdad y en la belleza del evento de la salvación. Estos hombres, antes asustados y paralizados, encerrados en el cenáculo para evitar las consecuencias del viernes santo, ya no se avergonzarán de ser discípulos de Cristo, ya no temblarán ante los tribunales humanos. Gracias al Espíritu Santo del cual están llenos, ellos comprenden «toda la verdad», esto es: que la muerte de Jesús no es su derrota, sino la expresión extrema del amor de Dios. Amor que en la Resurrección vence a la muerte y exalta a Jesús como el Viviente, el Señor, el Redentor del hombre, el Redentor, el Señor de la historia y del mundo. Y esta realidad, de la cual ellos son testigos, se convierte en Buena Noticia que se debe anunciar a todos.
El don del Espíritu Santo renueva – guía y renueva – renueva la tierra. El Salmo, que hoy hemos rezado en el Oficio de las Lecturas dice: «Envías tu espíritu… y repueblas la faz tierra» (Sal 103, 30). El relato de los Hechos de los Apóstoles sobre el nacimiento de la Iglesia encuentra una correspondencia significativa en este salmo, que es una gran alabanza a Dios Creador. El Espíritu Santo que Cristo ha mandado de junto al Padre, y el Espíritu Creador que ha dado vida a cada cosa, son uno y el mismo. Por eso, el respeto de la creación es una exigencia de nuestra fe: el “jardín” en el cual vivimos no se nos ha confiado para que abusemos de él, sino para que lo cultivemos y  lo custodiemos con respeto (cf. Gn 2, 15). Pero esto es posible solamente si Adán – el hombre formado con tierra – se deja a su vez renovar por el Espíritu Santo, si se deja reformar por el Padre según el modelo de Cristo, nuevo Adán. Entonces sí, renovados por el Espíritu de Dios, podemos vivir la libertad de los hijos en armonía con toda la creación y en cada criatura podemos reconocer un reflejo de la gloria del Creador, como afirma otro salmo: «¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8, 2.10). Guía, renueva y dona, da fruto.
En la carta a los Gálatas, san Pablo vuelve a mostrar cual es el “fruto” que se manifiesta en la vida de aquellos que caminan según el Espíritu (Cf. 5, 22). Por un lado está la «carne», acompañada por sus vicios que el Apóstol nombra, y que son las obras del hombre egoísta, cerrado a la acción de la gracia de Dios. En cambio, en el hombre que con fe deja que el Espíritu de Dios irrumpa en él, florecen los dones divinos, resumidos en las nueve virtudes gozosas que Pablo llama «fruto del Espíritu». De aquí la llamada, repetida al inicio y en la conclusión, como un programa de vida: «Caminad según el Espíritu» (Ga 5, 16.25).
El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo. El estar cerrados al Espíritu Santo no es solamente falta de libertad, sino también pecado. Existen muchos modos de cerrarse al Espíritu Santo. En el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido – como la actitud de los doctores de la ley que Jesús llama hipócritas -, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas. En cambio, el mundo tiene necesidad del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo. El mundo necesita los frutos, los dones del Espíritu Santo, como enumera Pablo en la Lectura: «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí» (Ga 5, 22). El don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz. Reforzados por el Espíritu Santo que guía, nos guía a la verdad, que nos renueva y renueva a toda la tierra, y que nos dona sus frutos; reforzados en el espíritu y por sus múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, luchar sin compromisos contra la corrupción que se expande en el mundo día a día, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz.
Fuente: Radio vaticana


22 de mayo de 2015

EL PAPA FRANCISCO EN STA. MARTA: ¿CÓMO ME MIRA JESÚS?

En la homilía de este viernes, el Papa reflexiona sobre tres tipos de miradas de Jesús: la de la elección, la del arrepentimiento y la de la misión 
El santo padre Francisco ha reflexionado esta mañana sobre el diálogo entre Jesús y Pedro narrado en el Evangelio del día. ¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí?, ha preguntado. Jesús resucitado prepara la comida para sus discípulos y después de haber comido inicia un intenso diálogo con Pedro. Y desde esta imagen el Papa ha reflexionado sobre tres miradas del Señor al apóstol: la mirada de la elección, la del arrepentimiento y la de la misión.
Tal y como ha recordado el Pontífice, al inicio del Evangelio de Juan, cuando Andrés va donde su hermano Pedro y le dice: “¡hemos encontrado el Mesías!”, hay una mirada de entusiasmo. Jesús fija su mirada sobre él y dice: “Tú eres Simón, hijo de Jonás. Serás llamado Pedro”. Así ha explicado el Santo Padre que esta es “la primera mirada: la vocación y un primer anuncio de la misión”. Y ha preguntado: ¿y cómo está el alma de Pedro en esa primera mirada? “Entusiasmada. El primer ímpetu es ir con el Señor”, ha respondido.
A continuación, Francisco ha hablado de la noche dramática del Jueves Santo, cuando Pedro niega a Jesús tres veces: “Ha perdido todo. Ha perdido su amor y cuando el Señor cruza su mirada llora”. Así, el Santo Padre ha subrayado que “el Evangelio de Lucas dice que Pedro lloró amargamente. Ese entusiasmo de seguir a Jesús se ha convertido en llanto, porque él ha pecado: él ha negado a Jesús. Esa mirada cambia el corazón de Pedro, más que antes. El primer cambio es el cambio de nombre y también de vocación”. Esta segunda mirada --ha precisado-- es una mirada que cambia el corazón y es un cambio de conversión al amor.
En tercer lugar Francisco ha hablado de la mirada del encuentro después de la Resurrección. “Sabemos que Jesús ha encontrado a Pedro, dice el Evangelio, pero no sabemos qué se dijeron”, ha recordado.
Es una tercera mirada, ha observado, “la mirada es la confirmación de la misión", pero también la mirada en la cual Jesús pide confirmación sobre el amor de Pedro. Y en tres ocasiones el Señor pide a Pedro la “manifestación de su amor” y lo exhorta a apacentar sus ovejas.  Tal y como ha indicado el Papa, en la tercera pregunta Pedro “se entristeció, casi llora”. De este modo el Pontífice explica que “se entristeció porque le preguntó por tercera vez ‘¿Me amas?’ Y él dice: ‘Pero, Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo’. Y Jesús responde: ‘apacienta mis ovejas’”.  El Santo Padre ha subrayado que esta tercera mirada es la mirada de la misión.
Así, ha resumido: “la primera, la mirada de la elección con el entusiasmo de seguir a Jesús; la segunda, la mirada del arrepentimiento en el momento del pecado tan grave de haber negado a Jesús; la tercera mirada es la mirada de la misión: ‘apacienta mis corderos’, ‘alimenta mis ovejas’, ‘alimenta mis ovejas’”.
Pero el Pontífice ha recordado que “no termina ahí”, “Jesús va adelante” y dice a Pedro: “Tú haces todo esto por amor, ¿y después? ¿serás coronado rey? No”. Jesús predice a Pedro que también él tendrá que seguirle en el camino de la cruz.  
Y para concluir, Francisco ha lanzado varias preguntas: “¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre mí? ¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión?”. Y ha finalizado la homilía recordando que sobre el camino que Él ha hecho estamos todos nosotros, bajo la mirada de Jesús. Él mira siempre con amor. Nos pide algo y nos da una misión.
Por eso ha invitado a pensar en el momento en el que Jesús viene al altar en la eucaristía: “Señor, Tú estás aquí, entre nosotros. Fija tu mirada sobre mí y dime qué debo hacer, cómo debo llorar mis errores, mis pecados; con qué valentía debo ir adelante en el camino que Tú has hecho primero”.

Así, ha precisado el Papa que en este día nos hará bien releer este diálogo con el Señor y pensar “en la mirada de Jesús sobre mí”.

LA DEFENSA DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA, LA FRATERNIDAD Y LA SOLIDARIDAD, BANDERAS DEL LAICO COMPROMETIDO

El arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio, ha invitado a los laicos de la Archidiócesis a implicarse activamente en la evangelización de la sociedad. “Los bautizados”, dice Mons. Barrio en su Carta Pastoral para el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, “desde sus mil ocupaciones, han de iluminar el mundo de hoy con su testimonio cristiano, un testimonio de santidad y de coherencia de vida”. El arzobispo compostelano asegura que esa inquietud ha de “manifestarse en el ámbito de la la familia, de la educación, del trabajo, de la política, de la cultura y de la economía compartiendo el don de la fe y la esperanza a la que hemos sido llamados”. Esta jornada, que se celebra bajo el lema “Familia cristiana, apóstoles en el mundo”, se desarrollará este próximo domingo, solemnidad de Pentecostés.
“La Iglesia”, asegura monseñor Barrio, “necesita laicos comprometidos, siendo coherentes con su fe y viviendo la pasión de servir al prójimo”. Para realizar esta misión, explica el arzobispo compostelano, “es necesario seguir las enseñanzas de la doctrina cristiana, sintetizadas en el Catecismo de la Iglesia Católica y en la Doctrina Social de la Iglesia, sobre todo en la defensa de la dignidad de la persona, la fraternidad y la solidaridad”. Esta tarea, comenta monseñor Barrio, no está exenta de dificultades. “Relativizar la vida humana”, indica, “desvirtuar y manipular nuestra fe, construir una cultura al margen de la tradición católica con estilos de vida y comportamientos ajenos a nuestro compromiso cristiano, es algo que se representa en el plató de nuestra sociedad”.
“Pero en este momento”, añade el prelado compostelano, “percibimos el poderoso aliento del Espíritu que reanima el pueblo de Dios y despierta en medio de este, carismas de todo tipo: el amor por la palabra de Dios, la participación activa de los laicos en la vida de la Iglesia y en la evangelización, el compromiso constante en el magisterio eclesial y en los comportamientos en favor de los pobres y de los que sufren”.

(Archidiócesis de Santiago de Compostela)

PRESENTACIÓN DE LA II CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE LA MUJER

La mañana del jueves 21 de mayo ha tenido lugar en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la presentación de la segunda Conferencia Internacional sobre la Mujer (22-24 de mayo, ex Domus Pacis, Roma) organizada -como la primera Conferencia de 2009- por el Consejo Pontificio Justicia y Paz, en colaboración con la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (WUCWO) y la Alianza Mundial de Mujeres por la Vida y la Familia (WWALF). El tema de la conferencia será “Mujeres hacia la agenda de desarrollo post-2015: ¿Qué desafíos ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSS)?”. Los participantes, que superan el centenar -más numerosos que en la anterior -serán, como entonces, las mujeres, y en menor medida los hombres, procedentes de diversos contextos culturales y sociales de los cinco continentes, con el fin de ofrecer un panorámica lo más completa posible de las principales cuestiones que afectan en nuestros días a las mujeres de todo el mundo.
Han intervenido en el acto el cardenal Peter Turkson, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz,Flaminia Giovanelli, Subsecretaria del mismo dicasterio, Olimpia Tarzia, Presidente de la WWALF y María Giovanna Ruggieri, Presidente de la WUCWO.
El cardenal Turkson explicó que durante la primera jornada, el 22 de mayo, se abordarán tres temas empezando por un análisis de la antropología femenina confrontada con la cultura moderna que arrojará también luz sobre algunos cambios semánticos de los términos de referencia. También se hablará de educación y del papel que en este sector desempeñan las mujeres, así como de ”la alianza entre hombres y mujeres… y el respeto recíproco para combatir la violencia y la prevaricación”. ”En algunos casos -subrayó el prelado- la educación es el recurso esencial para el derecho a la vida que en algunas zonas del planeta se niega a las niñas cuyo nacimiento se considera como una desgracia ya que el único destino de la mujer es el matrimonio para el que la familia debe entregar una dote”.
Otro tema será el diálogo interreligioso como camino hacia una paz duradera y el papel de las mujeres en este contexto. ”Los múltiples episodios que en los últimos tiempos han visto a niñas y mujeres convertidas en víctimas de atrocidades increíbles -también a causa de su fe cristiana- que han llevado aparejada la violencia sexual nos interpelan con fuerza. Nos llaman -reiteró el cardenal Turkson- a intensificar el diálogo interreligioso y a apelarnos a nuestra naturaleza humana común, que trasciende todas las religiones y culturas, para condenar enérgicamente esas atrocidades y defender a los que están amenazados”.
La segunda Conferencia Internacional sobre la Mujer, brindará además la oportunidad para discutir de las múltiples formas, viejas y nuevas, de esclavitud y de la violencia que sufren las mujeres, con facetas diferentes, en diversas partes del globo. Si en el mundo occidental prevalecen la violencia doméstica y los feminicidios, en algunas zonas pobres de los países del mundo en desarrollo son numerosos el infanticidio de las niñas y los abortos selectivos de fetos femeninos. Inspirándose en el Mensaje para la Paz del Papa Francisco cuyo tema este año era ”No más esclavos, sino hermanos,” la Conferencia denunciará el fenómeno de la trata de personas que el Pontífice ha definido en repetidas ocasiones como un crimen contra la humanidad y cuyas víctimas son, por la mayor parte, niñas y mujeres.
”Aunque, indudablemente, haya habido un progreso notable en la causa de las mujeres en muchos países, sobre todo en los ámbitos de la educación, la representación política y la participación económica -dijo el Presidente de Justicia y Paz – todavía queda mucho por hacer. Es cierto que la pobreza sigue siendo en buena parte mujer y que muchas mujeres no tienen ningún tipo de protección en numerosos campos de trabajo, entre ellos el doméstico, el manufacturero y el agropecuario”.
Pero la Conferencia que se inaugura mañana no pretende solamente dar una visión general de los temas más urgentes relacionados con la situación de la mujer, o ser una ocasión de denuncia de las violaciones de su dignidad y de sus derechos. También tiene como objetivo aportar una contribución a las negociaciones en curso para la nueva agenda de desarrollo post-2015. Por eso, el sábado 23 de mayo, los grupos de trabajo se confrontarán sobre las principales áreas temáticas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (OSS). ”La cuestión de la mujer -concluyó el purpurado- es transversal y crucial en la mayoría de las propuestas actuales de los OSS: las mujeres juegan un papel clave en la reducción de la pobreza y del hambre en el mundo, en la educación, pero son también las guardianas de la vida en todas sus fases”.
Agencia: SIC

20 de mayo de 2015

QUE LOS PADRES VUELVAN A SER PROTAGONISTAS DE LA EDUCACIÓN, PIDIÓ EL PAPA EN SU CATEQUESIS

Texto de la catequesis del Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas,

Quiero darles la bienvenida porque he visto entre ustedes tantas familias, ¡Buenos días a todas las familias! Continuamos a reflexionar sobre la familia.

Hoy nos detendremos para reflexionar en una característica esencial de la familia, es decir, su naturaleza vocacional a educar los hijos para que crezcan en la responsabilidad de sí mismos y de los otros. Aquello que hemos escuchado del apóstol Pablo, al inicio, es muy bello: «Ustedes, hijos, obedezcan a los padres en todo; porque esto agrada al Señor. Ustedes, padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten» (Col, 3, 20-21). Esta es una regla sabia: el hijo que es educado a escuchar a los padres y a obedecer a los padres, quienes no deben de mandar en un feo modo, para no desanimar a los hijos. Los hijos, de hecho, deben crecer sin desanimarse, paso a paso. Si ustedes padres dicen a los hijos: ‘Subimos sobre esa escalera’ y los toman de la mano y paso a paso les ayudan a subir, las cosas irán bien. Pero si ustedes dice: “Ve allá” - “Pero no puedo” – “Ve”, esto se llama exasperar a los hijos, pedir a los hijos las cosas que no son capaces de hacer.

Por esto, la relación entre los padres y los hijos debe ser de una sabiduría, de un equilibrio, muy grande. Hijos obedezcan a sus padres, eso le gusta a Dios. Y ustedes padres, no exasperen a los hijos, pidiéndoles cosas que no pueden hacer. Y esto es necesario hacer para que los hijos crezcan en la responsabilidad de sí mismos y de los demás.

Parecería una constatación obvia, sin embargo, en nuestros tiempos no faltan las dificultades. Es difícil para los padres educar a sus hijos a quienes ven sólo por la noche, cuando vuelven a casa cansados del trabajo. ¡Aquellos que tienen la suerte de tener trabajo! Y aún más difícil para los padres separados, a quienes les pesa esta condición: pobres, han tenido dificultades, se han separado y tantas veces el hijo es usado como rehén y el papá le habla mal de la mamá y la mamá le habla mal del papá, y se hace tanto mal. Pero yo digo a los padres separados: ¡nunca, nunca, nunca usar al hijo como rehén! Se han separado por tantas dificultades y motivos, la vida les ha dado esta prueba, pero que los hijos no sean quienes carguen el peso de esta separación, que no sean usados como rehenes contra el otro cónyuge, que crezcan escuchando que la mamá habla bien del papá, aunque no están juntos, y que el papá hable bien de la mamá. Para los padres separados esto es muy importante y muy difícil, pero pueden hacerlo.

Pero, sobre todo, la pregunta ¿Cómo educar? ¿Qué tradición tenemos hoy para transmitir a nuestros hijos? Intelectuales ‘críticos’ de todo tipo han callado a los padres en mil modos, para defender las jóvenes generaciones de daños – varios o presuntos – de la educación familiar.  La familia ha sido acusada, entre otros, de autoritarismo, de favoritismo, de conformismo, de represión afectiva que genera conflictos.

De hecho, se ha abierto una grieta entre la familia y la sociedad, entre la familia y la escuela, el pacto educativo hoy se ha roto, y así la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis porque se ha minado la confianza recíproca. Los síntomas son muchos. Por ejemplo, en la escuela se han comprometido las relaciones entre los padres y los profesores. A veces hay tensiones y desconfianza recíproca; y las consecuencias naturalmente recaen sobre los hijos.

Por otro lado, se han multiplicado los llamados ‘expertos’, que han ocupado el papel de los padres también en los aspectos más íntimos de la educación. Sobre la vida afectiva, sobre la personalidad y el desarrollo, sobre los derechos y sus deberes, los ‘expertos’ saben todo: objetivos, motivaciones, técnicas.

Y los padres sólo deben escuchar, aprender a adecuarse. A menudo, privados de su papel, se vuelven excesivamente aprensivos y posesivos con respecto a sus hijos, hasta llegar a no corregirlos nunca: “Tú no puedes corregir al hijo”. Tienden a confiarles siempre más a los ‘expertos’, también para los aspectos más delicados y personales de su vida, colocándolos en un rincón solos; y así los padres hoy corren el riesgo de autoexcluirse de la vida de sus hijos. ¡Y esto es gravísimo! Hoy hay casos de este tipo. No digo que suceda siempre, pero existen. La maestra en la escuela regaña al niño y hace una nota a los padres.

Yo recuerdo una anécdota personal. Una vez, cuando estaba en cuarto grado de la escuela primaria he dicho una mala palabra a la maestra y la maestra, una buena mujer, ha llamado a mi mamá. Ella ha ido el día siguiente, han hablado entre ellas y después me han llamado. Mi mamá delante a la profesora me ha explicado que aquello que yo había hecho era algo malo, que no debía hacerlo; pero mi mamá lo ha hecho con tanta dulzura y me ha pedido pedirle perdón a la maestra. Yo lo he hecho y después me he quedado contento porque he dicho: ‘ha terminado bien la historia’. ¡Pero eso era el primer capítulo! Cuando regresé a casa, comenzó el segundo capítulo… Imagínense ustedes, hoy, si la maestra hace algo de este tipo, al día siguiente se encuentra a los dos padres o a uno de los dos a regañarla, porque los ‘expertos’ dicen que los niños no se deben regañar así. ¡Han cambiado las cosas! Por este motivo, los padres no deben autoexcluirse de la educación de los hijos.

Es evidente que este enfoque no es bueno: no es armónico, no es dialógico, y en lugar de favorecer la colaboración entre la familia y los otros agentes educativos, las escuelas, los gimnasios…. los contrapone.

¿Cómo hemos llegado a este punto? No hay duda que los padres, o mejor, ciertos modelos educativos del pasado tenían algunos límites, no hay duda. Pero es también verdad que hay errores que sólo los padres están autorizados a hacer, porque pueden compensarlos de un modo que es imposible a ningún otro.

Por otra parte, lo sabemos bien, la vida se ha convertido en avara de tiempo para hablar, reflexionar, confrontarse. Muchos padres son ‘secuestrados’ por el trabajo – papá y mamá deben trabajar- y por otras preocupaciones, avergonzados de las nuevas exigencias de los hijos y de la complejidad de la vida actual, - que es así, debemos aceptarla como es - y se encuentran como paralizados por el temor a equivocarse.

El problema, sin embargo, no es sólo hablar. De hecho, un diálogo superficial no conduce a un verdadero encuentro de la mente y del corazón.

Preguntémonos más bien: ¿Buscamos entender ‘dónde’ los hijos verdaderamente están en su camino? ¿Dónde está realmente su alma? ¿Lo sabemos? Y sobre  todo: ¿Lo queremos saber? ¿Estamos convencidos de eso, en realidad, no esperan algo más?

Las comunidades cristianas están llamadas a ofrecer apoyo a la misión educativa de las familias, y lo hacen sobre todo con la luz de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo recuerda la reciprocidad de los deberes entre los padres y los hijos: «Ustedes, hijos, obedezcan a los padres en todo; porque esto agrada al Señor. Ustedes, padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten» (Col, 3, 20-21). En la base de todo está el amor, aquel que Dios nos dona, que «no falta al respeto, no busca su propio interés, no se enoja, no toma en cuenta el mal recibido… todo perdona, todo cree, todo espera, todo soporta» (1 Cor 13, 5-6).

También en las mejores familias es necesario soportarse y ¡Se necesita tanta paciencia para soportarse! Pero es así la vida. La vida no se hace en laboratorio, se hace en la realidad. El mismo Jesús ha pasado a través de la educación familiar.

En este caso, la gracia del amor de Cristo lleva a cumplir lo que está inscrito en la naturaleza humana. ¡Cuántos ejemplos estupendos tenemos de padres cristianos llenos de sabiduría humana! Ellos muestran que la buena educación familiar es la columna vertebral del humanismo. Su irradiación social es el recurso que permite compensar las lagunas, las heridas, los vacíos de paternidad y maternidad que tocan los hijos menos afortunados. Esta irradiación puede hacer auténticos milagros. ¡Y en la Iglesia suceden cada día estos milagros!

Deseo que el Señor done a las familias cristianas la fe, la libertad y la valentía necesarias para su misión. Si la educación familiar reencuentra el orgullo de su protagonismo, muchas cosas mejorarán, para los padres inciertos y para los hijos decepcionados.

Es el momento en que los padres y las madres regresen de su exilio, - porque se han auto-exiliado de la educación de los hijos -, y re-asuman plenamente su papel educativo. Esperemos que el Señor conceda a los padres esta gracia: de no auto-exiliarse en la educación de los hijos. Y esto solamente puede hacerlo el amor, la ternura y la paciencia.
 (Traducción del italiano de Mercedes De La Torre  - RV)


CATEQUESIS DEL PAPA: UNA REGLA SABIA: «HIJOS, OBEDEZCAN SIEMPRE A SUS PADRES, PADRES, NO EXASPEREN A SUS HIJOS».




(RV).- En el miércoles de la VII semana de Pascua y a la vigilia del domingo de Pentecostés, el Santo Padre siguiendo con sus catequesis sobre la familia habló sobre la vocación natural a educar a los hijos en tiempos en los que no faltan las dificultades.

“Para los padres que ven a los hijos sólo a la noche cuando regresan cansados a casa es difícil educar a los hijos”, afirmó el Pontífice, y más aún para “los padres separados que están sobrecargados por esta condición”.
Fractura familia-sociedad, familia-escuela

La pregunta que plantea el Papa Bergoglio y que interpela a los padres en el marco de una realidad social en la que intelectuales críticos de todo tipo han acallado la figura parental de miles de formas para “defender a las jóvenes generaciones” de los daños “verdaderos o presuntos” de la educación familiar, es la de cómo educar.

“La  alianza educativa está en crisis en nuestros días. ¡Está rota! Los síntomas son muchos: por una parte hay tensiones y desconfianza entre padres y educadores; por otra parte, cada vez son más los “expertos” que pretenden ocupar el papel de los padres los cuales quedan relegados a un segundo lugar.”

Uno de los síntomas de la fractura familia-sociedad se da en las mismas escuelas donde se verifican tensiones y desconfianza entre padres y educadores, afirmó el Sucesor de Pedro. Los expertos, señaló, “saben todo”: objetivos, motivaciones, técnicas y los padres deben sólo escuchar, aprender y adecuarse. Así, los padres privados de su rol, “se vuelven a menudo excesivamente aprensivos y posesivos antes sus hijos, hasta el punto de no corregirlos jamás”.

El miedo a equivocarse

De ahí el Santo Padre hace partir una pregunta fundamental: ¿Cómo hemos llegado a este punto?

Así como es cierto que los padres, o más bien, algunos modelos del pasado tenían algunos límites, el Papa Bergoglio sostuvo que también es verdad que hay errores que sólo los padres están autorizados a cometer, porque pueden compensarlos en un modo que es imposible para cualquier otro.

La vida de hoy es “avara de tiempo” para “hablar, reflexionar y confrontarse”, dijo el Papa,  y es por eso que muchos padres “secuestrados” por el trabajo y otras preocupaciones, en el marco de la complejidad de la vida actual, están como “paralizados por miedo a equivocarse”.

“Es necesario favorecer la armonía, el diálogo y la colaboración entre los diversos agentes de la educación. El papel de los padres es insustituible, solo ellos pueden compensar algunos errores. Sin embargo, a veces se encuentran paralizados por miedo a equivocarse, ante la complejidad de la vida actual y las nuevas exigencias de sus hijos.”

Por eso el Santo Padre nos interpela a preguntarnos: ¿tratamos de entender dónde están verdaderamente los hijos en su camino? ¿Sabemos dónde está realmente su alma? ¿Lo queremos saber?

El papel de la Iglesia

“La Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres, sobre todo con la luz de la Palabra de Dios, que funda la familia sobre el amor. El mismo Jesús recibió una educación familiar, que le ayudó a crecer en edad, sabiduría y gracia. Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio  - se han autoexiliado de la educación de los hijos - y se impliquen plenamente en la educación de los hijos.”.

San Pablo Apóstol recuerda la reciprocidad de los deberes entre padres e hijos, nos recordó a su vez Francisco: “Hijos, obedezcan siempre a sus padres, porque esto es agradable al Señor. Padres, no exasperen a sus hijos, para que ellos no se desanimen” (Col 3, 20- 21). “Una regla sabia”, dijo el Pontífice, en cuya base “está el amor” que “no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido,… todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Cor 13, 5- 6)

“Pidamos al Señor que dé a los padres la confianza, la libertad y el valor necesarios para cumplir fielmente su misión educativa. Que Dios los bendiga. Muchas gracias”.
(GM – RV)