«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


30 de agosto de 2013

LA IGLESIA, "HOGAR" PARA LA FAMILIA

Decíamos al principio que la familia se encuentra ante un “desafío cultural”. Nuestra propia experiencia nos confirma que la familia se encuentra con muchas dificultades. Evidentemente, la acción social de la familia supone el asociacionismo familiar, que convierta a la familia en un interlocutor social respetado.

Pero además hace falta que la familia sea capaz de proponer una nueva cultura, un modo de vida que permita a las familias crecer y vivir su vocación «La Iglesia no responde a los abusos y a los errores con una simple denuncia; propone un “Evangelio de la vida” que va contra la “cultura de la muerte” de las sociedades modernas, mediante la propuesta de una civilización del amor y de la vida» (M. OUELLET, Divina somiglianza, Lateran University Press, Roma 2004, 57). Una propuesta que pasa por el anuncio de la verdad del matrimonio y la familia, pero también una propuesta que pasa por ofrecer a las familias un “hogar” donde poder vivir y crecer como familia. Ese “hogar” es la Iglesia, como comunidad viva y como “gran familia de los hijos de Dios”. Este es un servicio fundamental que la Iglesia tiene que prestar a las familias. Así nos lo recuerdan los obispos españoles: «La Iglesia tiene como tarea manifestar al hombre de cada cultura la verdad y viabilidad de este designio de Dios. Y lo hace desde la experiencia del misterio de comunión “con Dios y de la unidad de todo el género humano”. Por esta razón, todo hombre puede vivir en la Iglesia una experiencia fundamental de familia. Ella misma es la Madre que engendra, alimenta y educa a sus hijos. Esta es la verdad fundamental que está en la base de toda evangelización. Desde esta experiencia es como los cristianos son capaces de ser fermento de comunión en los distintos ámbitos de su vida. En primer lugar en las familias, para convertirlas en verdaderos hogares cristianos, luz y sal de la sociedad [(cf. Mt 5,13-16)» FSV, 45.]

Este texto que acabamos de citar expresa bien esta misión de la Iglesia de ser “hogar” para la persona y para la familia. De este modo nos situamos en la perspectiva que según el Directorio debe inspirar la pastoral familiar: ayudar a la familia a alcanzar su plenitud de vida humana y cristiana «Este Directorio plantea una pastoral familiar concebida como una dimensión esencial de toda evangelización: se trata del modo cómo la Iglesia es fuente de vida para las familias cristianas y, a su vez, cómo las familias cristianas son protagonistas de la evangelización de la Iglesia. No se reduce, por tanto, a una serie de actividades a realizar con los matrimonios y la familia. Su fin es ayudar a la familia a alcanzar su plenitud de vida humana y cristiana» (DPF, 3).

La estructura relacional de la persona y de la familia implica que la vida de la familia no puede realizarse aisladamente, sino siempre abierta a una comunión más grande: la comunión eclesial. Una comunión no sólo de orden teológico, sino de orden existencial, efectiva, donde las familias encuentren ayuda y puedan crecer.

La verdad del matrimonio y la familia debe proclamarse como verdad viva, como la invitación a participar en una experiencia de plenitud y gozo en la propia vida familiar. Sólo el testimonio de familias y comunidades vivas permitirá hacer plenamente creíble esta verdad y realizarla en la propia vida. La Iglesia está llamada a acoger y a acompañar a las familias a través de estas comunidades, a ser un “hogar” para la familia.


29 de agosto de 2013

LA FAMILIA, "HOGAR" PARA EL HOMBRE

Uno de los amargos frutos de la cultura individualista es la soledad de las personas. El hombre vive solo, es decir, sin familia y sin hogar. A veces, como fruto de diversas violencias (guerras, persecuciones…), otras porque no ha encontrado o no ha sido capaz de “construir sólidamente su casa” (cf. Mt 7,27), de hacerse un “hogar”.
En nuestra sociedad, estas personas solas y necesitadas no sólo piden alimento, vestido y compañía… buscan un hogar donde puedan “sentirse en casa”. Esto no puede hacerlo ninguna institución: sólo la familia, pues sólo en el hogar familiar uno se puede “sentir en casa”.
La solicitud por cada persona comienza en la propia familia, donde la persona es acogida y amada. «La familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y la atención de los jóvenes y ancianos, de los enfermos o disminuidos, y de los pobres» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2208). Por eso, la construcción de la persona y de las relaciones sociales comienza en la familia. Juan Pablo II hizo un llamamiento a las familias para que vivan esta hospitalidad: «Hay que destacar la importancia cada vez mayor que en nuestra sociedad asume la hospitalidad, en todas sus formas, desde el abrir la puerta de la propia casa, y más aún la del propio corazón, a las peticiones de los hermanos, al compromiso concreto de asegurar a cada familia su casa, como ambiente natural que la conserva y la hace crecer. Sobre todo, la familia cristiana está llamada a escuchar el consejo del Apóstol: “Sed solícitos en la hospitalidad”, y por consiguiente en practicar la acogida del hermano necesitado, imitando el ejemplo y compartiendo la caridad de Cristo: “El que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa”» (FC 44).
Ante la dimensión mundial que hoy caracteriza a los diversos problemas sociales, la familia ve que se dilata su cometido al servicio de la entera sociedad humana; se trata de cooperar también a establecer un nuevo orden internacional, porque sólo con la solidaridad mundial se pueden afrontar y resolver los enormes y dramáticos problemas de la justicia en el mundo, de la libertad de los pueblos y de la paz de la humanidad.
Esto será posible si los poderes públicos cumplen con su obligación de «respetar, proteger y favorecer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, la moral pública, los derechos de los padres, y el bienestar doméstico» (CCCE 458). Por eso la función social de las familias está llamada a manifestarse también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de la familia.
En particular, se pide a la comunidad política que garantice a las familias: «la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas; la protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar; la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios; el derecho a la propiedad privada, la libertad de iniciativa, de tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar; conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares; la protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc.; la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así representadas ante las autoridades civiles» (CCE 2211; cf. FC 46).
Cada sociedad ofrece unos ámbitos de participación de la familia en la vida política: los partidos políticos, las asociaciones y plataformas familiares... Las familias deben crecer en la conciencia de ser “protagonistas” de la política familiar, y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad «Se ha de reforzar el asociacionismo familiar: Las familias tienen el derecho de formar asociaciones con otras familias e instituciones, con el fin de cumplir la tarea familiar de manera apropiada y eficaz, así como defender los derechos, fomentar el bien y representar los intereses de la familia. En el orden económico, social, jurídico y cultural, las familias y las asociaciones familiares deben ver reconocido su propio papel en la planificación y el desarrollo de programas que afectan a la vida familiar» (CDSI 247). De otro modo, las familias serán las primeras víctimas de aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia. Ciertamente, no todas las familias están llamadas a estar directamente presentes en este ámbito, pero sí a apoyar activamente las iniciativas propuestas en bien de la familia y de la sociedad. Otras familias están llamadas a esta promoción comprometida de las políticas familiares, con un gran esfuerzo para compatibilizar su actividad pública con el sostenimiento y atención a la propia familia.

Para ellos es muy deseable una profunda formación no sólo en el ámbito político, sino también de la rica realidad de la familia desde una perspectiva antropológica adecuada (Cf. DPF 242). Así se podrán promover eficazmente unas políticas familiares adecuadas (Cf. FSV 137), que tienen como fruto deseable un rostro más familiar –y por tanto más humano y solidario– de la sociedad.

28 de agosto de 2013

LA FAMILIA, ORIGEN Y FUNDAMENTO DE LA SOCIEDAD

«Iluminada por la luz del mensaje bíblico, la Iglesia considera la familia como la primera sociedad natural, titular de derechos propios y originarios, y la sitúa en el centro de la vida social (…) La familia, ciertamente, nacida de la íntima comunión de vida y de amor conyugal fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, posee una específica y original dimensión social, en cuanto lugar primario de relaciones interpersonales, célula primera y vital de la sociedad: es una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social».
Uno de los elementos de la “antropología adecuada”18 es considerar al ser humano como persona, es decir, como sujeto en relación con otros. La familia constituye ella misma el primer y fundamental núcleo de relaciones para cada persona. Por ello la familia funda la sociedad, no sólo en cuanto forma básica de asociación –“célula”– de la sociedad, sino también como primer espacio de relaciones interpersonales, caracterizadas además por el reconocimiento de la singularidad de cada uno y de su valor como persona. De este modo la familia contribuye de modo decisivo al establecimiento de unas relaciones sociales justas. Así lo recuerda el Catecismo:
«La familia es la “célula original de la vida social”. Es la sociedad natural donde el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se puede aprender los valores morales, comenzar a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad» (CCE  2207).

Pertenece a la verdad del principio que el hombre deje a su padre y a su madre y se una a sumujer (cf. Gn 2,24), es decir, que el hombre viva en relación con otros: los padres y hermanos o el cónyuge y los hijos en el matrimonio. En efecto, «El Creador del mundo estableció la sociedad conyugal como origen y fundamento de la sociedad humana; la familia es por ello la célula primera y vital de la sociedad» (FC 42).
La familia es la primera sociedad natural, anterior a la sociedad y el Estado. Más aún, la familia es la realidad originaria sobre la que se construyen la sociedad y el Estado. Por eso los valores y derechos de la familia son anteriores al estado, y se fundan en la naturaleza del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios   «A la que vez que la llamada personal a la felicidad, el hombre tiene una dimensión social como componente esencial de su naturaleza y de su vocación. En efecto: todos los hombres están llamados al mismo fin, Dios mismo. Hay una cierta semejanza entre la comunión de las Personas divinas y la fraternidad que los hombres deben instaurar entre ellos en la verdad y en la caridad; el amor al prójimo es inseparable del amor a Dios» (CCCE, 401)..
La persona y la familia viven en relación con otros. La caridad nos exige estructurar la convivencia en sociedad conforme a la justicia y la verdad. Por ello, «el punto de partida para una relación correcta y constructiva entre la familia y la sociedad es el reconocimiento de la subjetividad y de la prioridad social de la familia» (CDSI 252).
Esta verdad, y no el reconocimiento que la sociedad o el estado, hacen de la familia un sujeto titular de derechos inviolables. «La familia no está, por lo tanto, en función de la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado están en función de la familia. Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la centralidad y de la responsabilidad social de la familia» (CDSI 214).
Consiguientemente, todas las instituciones sociales deben respetar y promover el matrimonio y la familia con sus características propias, originales y permanentes y, por otra parte, evitar y combatir todo lo que la altera y daña. Sólo así la sociedad y el Estado construirán la convivencia sobre unas bases sólidas y harán posible el bien común, que el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica define de este modo: «el conjunto de aquellas condiciones de vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros realizar la propia perfección» (CCCE 407). Además, la consecución del bien común supone «el respeto a la promoción de los derechos fundamentales de la persona; el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la persona y de la sociedad, y la paz y la seguridad de todos» (CCCE 408). Es claro que el bien común, así entendido, sólo puede construirse desde la familia. «El reconocimiento, por parte de las instituciones civiles y del Estado, de la prioridad de la familia sobre cualquier otra comunidad y sobre la misma realidad estatal, comporta superar las concepciones meramente individualistas y asumir la dimensión familiar como perspectiva cultural y política, irrenunciable en la consideración de las personas» (CDSI 254).


27 de agosto de 2013

¿POR QUÉ SE ROMPEN LOS MATRIMONIOS?

Casi todos los matrimonios pasan por  crisis que, podemos decir habituales: ciclos vitales con sus desafíos, crisis inesperadas como las muertes y las enfermedades, las fracturas y carencias personales, la historia familiar, etc.  La cuestión es ¿si todos los matrimonios pasan por estas crisis, qué hace qué unos sigan adelante bien, otros mal y qué hace que muchos se rompan?
Para empezar, conviene distinguir entre crisis de la institución del matrimonio, como fenómeno sociológico e histórico y las crisis matrimoniales como fenómenos concretos de cada pareja. Las razones por las que los matrimonios han tenido crisis a lo largo de la historia o han variado sustancialmente.esta aventura que supone la vida matrimonial y esta locura que supone crear una familia son eso, una aventura y una locura, y, como toda aventura que se precie, el camino que recorre está lleno de peligros, sorpresas, acción, suspense, imprevistos, malvados, y, sobre todo,esperanza contra toda esperanza.
Lo de aventura es un término hasta cierto punto nuevo en la historia del matrimonio. Hasta hace poco, en muchos casos, un matrimonio tenía más de contrato cerrado, con papeles rígidos y fronteras más rígidas aún. Sólo algunos matrimonios hacían de él una aventura. Sin embargo, hoy en día todos quieren de su matrimonio una aventura, aunque la mayor parte solo está preparada para una comedia facilona. Porque cuando vienen los momentos de incertidumbre, cuando el malo ac

LA VERDAD DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

 El evangelio recoge el ejemplo de aquel hombre que construyó su casa sobre arena: «Cayó la lluvia, se salieron los ríos, arremetieron contra la casa y su ruina fue total» (Mt 7,27). Cada persona se encuentra dramáticamente ante la tarea de construir su propia vida. De ahí la importancia de la verdad del matrimonio y la familia, pues sólo si el hombre construye su propia vida sobre sólidos cimientos podrá tener éxito.
En el servicio de la Iglesia a la familia un elemento fundamental es la proclamación del “evangelio del matrimonio y la familia”, de la verdad sobre el amor humano Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA (LXXVI ASAMBLEA GENERAL), La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, Madrid 2001, nº 45. Esta verdad funda la vida del hombre, de la familia y de la sociedad.
Es Jesucristo quien revela al hombre esta verdad «El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (Gaudium et spes, 22). y lo hace recordando el designio originario de Dios, la verdad de la creación, del principio Cf. FSV 48; JUAN PABLO II, Hombre y mujer los creó, Cristiandad, Madrid 2000, 61 ss: Catequesis 1 (Son las conocidas “Catequesis sobre el amor humano”).: «al principio el Creador los hizo varón y mujer» (Mt 19,4; cf. Gn 1,27). Esta es, pues, la verdad primera del hombre: Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza como varón y mujer. En esta verdad se expresa no sólo la imagen y semejanza de Dios, sino también la vocación del hombre al amor. Así lo enseña Juan Pablo II:
«Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (Familiaris consortio 11)
La verdad originaria del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios supone también que “el amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano”. Nos encontramos aquí con el tema de la vocación al amor, que el Directorio de la Pastoral Familiar considera como el “hilo conductor de la Pastoral Familiar”. Otro texto de Juan Pablo II nos indica también la importancia de este tema:
«El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está  privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente» (Redemptor hominis 10).
En efecto, la experiencia más decisiva en la vida de una persona es la experiencia del amor. El hombre necesita ser amado, experimentar el amor, y crece como persona en la medida en que ama, en que se entrega sinceramente. Esta experiencia se vive fundamentalmente en la familia, y la riqueza de esta experiencia tiene una enorme importancia para el futuro de cada persona y de la misma sociedad, pues los hijos «aprenden a amar en cuanto son amados gratuitamente, aprenden el respeto a las otras personas en cuanto son respetados, aprenden a conocer el rostro de Dios en cuanto reciben su primera revelación de un padre y una madre llenos de atenciones. Cuando faltan estas experiencias fundamentales, es el conjunto de la sociedad el que sufre violencia y se vuelve, a su vez, generador de múltiples violencias» (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, Roma 2004, 13).
En el contexto de una cultura emotivista, (Cf. J. PÉREZ-SOBA, El corazón de la familia, 278), el drama del hombre es que muchas veces confunde el amor genuino con la experiencia de la satisfacción del placer, o seducido por la construyen su relación sobre las cambiantes y pasajeras emociones! Sabemos que la emoción se agota, y que la frescura de las primeras experiencias da lugar a la lucha contra la monotonía de cada día. Un amor que no esté fundado en la entrega y que no sea capaz de construir comunión se encontrará pronto ante las dificultades, y su ruina puede ser total.
Para que el hombre pueda tener éxito en la construcción del propio proyecto vital, en la realización de su vocación es necesario que el hombre descubra en Cristo la verdad de su vida y así poder construir sólidamente su casa (cf. Mt 7,25). Esta verdad de la persona, el matrimonio y la familia, que se nos revela en Cristo, puede resumirse en los siguientes puntos:
  •  El ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios. Por tanto es persona y está dotado de una dignidad singular (frente al materialismo que considera que el hombre es pura materia).  
  • El ser humano es imagen y semejanza de Dios también en la comunión de las personas (JUAN PABLO II, Hombre y mujer los creó, 99: cat. 9,3). Cf. también Gaudium et spes 24). (frente al individualismo).  
  • «El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» (Familiaris consortio 11).
  • Hay una profunda unidad entre cuerpo y espíritu «En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual» (FC 11). Cada uno de nosotros, hasta lo más profundo del corazón, es hombre o es mujer (frente al dualismo antropológico (Cf. FSV 24). que funda la “ideología del género”).
  •  «La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el psicológico y espiritual (…) es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, expresar y vivir el amor humano» (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, 8).
Esta verdad se mostró enormemente fecunda en la experiencia sacerdotal de Karol Wojtyla en Polonia. Posteriormente, como Papa, propuso a la Iglesia esta verdad en sus conocidas Catequesis sobre el amor humano16 y en su abundante magisterio sobre la familia.

22 de agosto de 2013

LA FAMILIA COMO IGLESIA DOMÉSTICA

Hay semejanza entre la Iglesia y la familia cristiana. La familia cristiana es como una iglesia en  miniatura, pero con unas características propias: los vínculos familiares naturales. Por ello se  la denomina “iglesia doméstica”.
1. Familia que reza unida permanece  unida
El amor natural más fuerte que existe se da entre  el hombre y la mujer. Este amor, proyectado por  Dios para el matrimonio y la procreación de los  hijos, da origen a la familia.
Con frecuencia este amor no llega a consolidarse,  la convivencia y las relaciones interpersonales no  son buenas y la comunidad familiar puede llegar a  desunirse.
En algunas sociedades se llega al 40% de separaciones matrimoniales. Los problemas que causan  las separaciones son múltiples, pero en su origen  está el egoísmo, la dureza de corazón, y la falta de disponibilidad para los demás.
Para la Iglesia esto es consecuencia del pecado, y nos ofrece los medios sobrenaturales para convertirnos y perfeccionar el amor.
Por ello el número de separaciones en los matrimonios cristianos practicantes puede ser aproximadamente una séptima parte del número de las  separaciones entre los no practicantes o civiles.
Se dice que la familia que reza unida permanece  unida, ya que mediante la unión en una misma fe  y práctica religiosa, Dios infunde su gracia y aumenta el mutuo amor.
2. Sacramento del matrimonio
El primer medio y más específico con el que la Iglesia ayuda a la familia es el sacramento del matrimonio.
Este sacramento establece un vínculo indisoluble  ante Dios y además tiene unos efectos permanentes durante la vida de los cónyuges: el perfeccionamiento del amor conyugal y la gracia santificante.
-Perfeccionamiento del amor; Sabemos que el egoísmo endurece el corazón, mientras que el amor nos  lleva a la entrega mutua sincera.  “Cristo…en la celebración del matrimonio ofrece un  “corazón nuevo”: de este modo los cónyuges no solo  pueden superar la “dureza de corazón”, sino que  también y principalmente pueden compartir el amor  pleno y definitivo de Cristo”
Cristo, que amó hasta el extremo y dio su vida en  la Cruz, infunde mediante el Sacramento una participación de su caridad infinita y, como consecuencia, los cónyuges cristianos son capaces de  una mayor entrega de sus personas y del sacrificio si es necesario.
El amor conyugal, infundido por el Espíritu Santo  en la celebración del sacramento, impulsa a los  esposos a progresar cada día en su unión en todos  los niveles: corporal, del carácter, del corazón, de  la inteligencia y voluntad, del alma…
Este amor se demuestra con las obras, en el mutuo  auxilio, en la entrega a la familia, soportando las  cargas sin mal humor, con paciencia en la educación de los hijos…
La gracia santificante: Es un don y nos hace capaces de amar y obedecer a  Dios.
La gracia de los sacramentos tiene su fuente y su raíz  en la Eucaristía en la que la persona de Cristo se hace  realmente presente; la participación de los cónyuges  en el sacrificio eucarístico refuerza los efectos del sacramento del matrimonio.
Pero el fruto del sacramento no se recoge plenamente  si los cónyuges no cooperan con la gracia.” Mas si,  haciendo lo que está de su parte, se muestran dóciles  a la gracia, podrán sobrellevar las cargas y cumplir  con sus obligaciones, y serán fortalecidos y santificados y como consagrados por un tan gran sacramento” (Casti connubi 41)
Por medio de la gracia, los cónyuges se ayudan mutuamente a santificarse en la vida matrimonial, en la  acogida y educación de los hijos, a crecer cada día en  las virtudes, y principalmente en el amor sobrenatural  a Dios y al prójimo.

3. La familia comunión de personas
La familia es una comunidad íntima de vida y amor. Está formada por un conjunto de relaciones interpersonales: relación conyugal, paternidad, maternidad, filiación, fraternidad… y edificada con el amor  de los cónyuges, el amor y el respeto de los hijos y la autoridad de los padres (con espíritu de servicio para bien de los hijos).
Esta comunión de personas a que debe aspirar toda la familia, requiere una atención constante, pues el egoísmo, la falta de respeto, los desacuerdos, las tensiones y los conflictos pueden dividirla y hasta destruirla.
Para conservar y perfeccionar la comunión se requieren espíritu de sacrificio y reconciliación. Todos sus miembros tienen la responsabilidad de contribuir día a día a realizarla, mediante el servicio recíproco cotidiano y compartiendo bienes, alegrías y sufrimientos.
Esta comunión de personas tiene la ayuda de Dios. Él, que ha creado a las personas para amar y con vocación al amor, mediante los sacramentos infunde el amor a Dios y al prójimo: con el sacramento del matrimonio que funda la familia; y también con el sacrificio eucarístico que es comunión con el mismo Dios y fundamenta la caridad cristiana; y con el sacramento de la penitencia o reconciliación con Dios que reconstruye y perfecciona la alianza conyugal y el amor familiar.
Hemos visto brevemente la comunidad familiar según las enseñanzas de Juan Pablo II, y veremos a continuación como se santifica esta comunidad familiar con la fe, la práctica religiosa y la caridad.

4. La familia cristiana comunidad creyente y evangelizadora
La Iglesia cree y obedece la Palabra de Dios escrita en  el Evangelio, y tiene la misión de evangelizar y propagar la fe por todo el mundo.
Veamos como en la familia cristiana ocurre lo mismo.  Ya en el siglo V, San Juan Crisóstomo escribía:  «Dado que para ser cristianos adultos, son  indispensables los medios aportados por la Escritura; que el cabeza de familia repita lo que ha escuchado en la Iglesia. Al llegar a casa deberíais  retomar las Escrituras y, con vuestra esposa y  vuestros hijos, repetir juntos el texto escuchado y  comentado en la Iglesia. ¡Haced de vuestro hogar  una iglesia! Alguno de vosotros me dice: “yo no  soy monje; tengo mujer e hijos y preocupaciones  en casa”. Ese es, precisamente, vuestro error,  pensar que la lectura de la Escritura está reservada solo para los monjes; y, en cambio, vosotros la necesitáis más que ellos. Quien vive en medio del mundo y sufre cada día sus heridas necesita, mucho más a menudo, de los remedios eficaces. Por eso considero peor el pensar que la lectura de la Escritura es innecesaria, que el mismo hecho de dejar de leerla»
Se trata por tanto de conocer la palabra de Dios enseñada por la Iglesia, para amar a Dios y conocer su plan  y designio sobre la familia, para que ésta sea una  comunidad íntima de vida y amor.
Y poner en práctica la doctrina, es en la vida diaria  con sus hechos, acontecimientos, dificultades y problemas, donde la familia ha de mantener su amor y su  fe.
Así se hace realidad lo que Jesús dijo: “todo el que  oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será  como el hombre prudente que edificó su casa sobre  roca” (Mateo 7,24).
La familia cristiana, a semejanza de la Iglesia, no solo  es una comunidad creyente sino que además es evangelizadora. Evangeliza en primer lugar con la educación cristiana de los hijos, que empieza con el ejemplo, y sigue con la catequesis de la que los padres se  han de hacer responsables.
Y evangeliza también en su ambiente, principalmente  mediante el testimonio de una vida familiar cristiana  coherente con su fe.
La fe lleva a la oración familiar y a la práctica de los  Sacramentos como se ve en el siguiente punto.

5. La familia en dialogo con Dios
La familia, a semejanza de la Iglesia, se santifica mediante la oración, el ofrecimiento y los sacramentos  que dan la gracia.

-La oración.
Los padres enseñan a rezar. Es fundamental su testimonio vivo; al rezar con los hijos, la oración arraigará  en el corazón. Deben enseñar a los pequeños a rezar  con amor y confianza, a imagen de las relaciones íntimas en la familia.
Las oraciones en común, han de ser pocas y perseverantes. Las oraciones más recomendadas por la Iglesia  son las oraciones de la mañana y de la noche, la bendición de la mesa y el rezo del rosario.
Es conveniente añadir a la oración común, peticiones y acciones de gracia según las diferentes circunstancias de la vida familiar. “Si dos de vosotros se ponen  de acuerdo en la tierra en pedir algo, sea lo que fuere,  lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.  Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre,  allí estoy en medio de ellos”.  María la Madre de Cristo, cooperó con la redención y  es nuestra Madre en el orden de la gracia. Ella ayudó  a los esposos en las bodas de Caná y es Madre de la  familia cristiana. En el rosario rezamos a María y a  Jesús meditando los misterios de la Encarnación y de  la Redención. “La familia que reza unida el rosario  reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret. Jesús está en el centro, se comparten con Él alegrías y  dolores...”. La Virgen es la Madre de las familias  cristianas, de las Iglesias domésticas”.

-El ofrecimiento de la propia vida.
Las obras, la vida conyugal y familiar, el trabajo, el  descanso, las gracias recibidas, los sufrimientos, las  pruebas e incomprensiones, si se ofrecen a Dios y se  aceptan por amor, se convierten en gracia santificante  y en sacrificios espirituales que pueden ofrecerse en el  ofertorio de la Misa. Los cristianos cada día deben  ofrecer su vida a Dios.

-Los sacramentos
Hemos tratado ya el matrimonio, sacramento específico de la familia.
El bautismo hace hijo adoptivo de Dios y miembro de  la Iglesia, por esto es aconsejable administrarlo poco  después de nacimiento.
Es necesaria la ayuda de los padres en la preparación  de los niños para la primera comunión y la confirmación haciendo que la preparación y la recepción de  estos sacramentos se vivan como parte de la vida familiar.
Y también la progresiva introducción de los hijos en  la Eucaristía de los domingos para que todos vivan  como verdaderos cristianos.

6. El reino de Cristo. La caridad
El reino de Cristo es un reino espiritual: “Reino de verdad y de vida reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz”. Un reino en el cual la misma creación, será liberada de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
La familia es parte de este reino de Dios cuando forma una comunidad de personas unida en el amor natural y en el amor a Dios.
Son símbolo de esta realidad espiritual la devoción al Sagrado Corazón, la consagración de la familia y la entronización del Sagrado Corazón. Estas devociones pueden ayudar a la familia, para que en ella reine Cristo, en un clima de respeto, aceptación, paz y alegría.
El amor de Cristo lleva al servicio y al sacrificio por los demás. Esto edifica la comunidad familiar cristiana.
Pero la familia cristiana no debe encerrarse en si misma, sino que puede ser una comunidad al servicio del hombre, permaneciendo abierta a la comunidad y practicando la caridad en toda relación humana con los demás. Y especialmente con los más necesitados, a través de las obras de misericordia. En primer lugar ayudando a los miembros más débiles de la propia familia. Otras posibilidades son el apostolado familiar, las asociaciones de familias, la adopción de niños, etc.

7. La iglesia doméstica
Para ver que la familia cristiana es una comunidad  “salvada” por la Iglesia, y que forma parte de la Iglesia y participa en su misión de salvación, veamos primero la Iglesia y su misión de salvación.
Jesucristo Hijo de Dios, se hizo hombre para conducirnos al amor de Dios, y a la caridad cristiana.  Esta misión universal de salvación se efectúa mediante:
·         La Palabra de Dios, conservada en el Evangelio.
·         El Sacrificio de la Cruz.
·         El Reino de Dios, que se hace presente en la Iglesia.
La Iglesia .Jesús instituyó la Iglesia a la que ama fielmente y hasta el extremo, dándose a sí mismo en el Sacrificio Eucarístico.
Es Esposo de la Iglesia, esto es el Gran Misterio por el  que la Iglesia es santa, participa en la vida de Dios, y  en la misión universal de salvación de Cristo.
La Iglesia continúa la misión de salvación de Cristo  con los medios que recibe de su Esposo:
·         Anunciar el Evangelio.
·         La Eucaristía y sacramentos.
·         La caridad del Reino, que lleva a servir.
La iglesia doméstica. Primero la Iglesia salva a la familia. Por el sacramento del matrimonio los cónyuges  participan en el Gran Misterio del amor de Cristo a la  Iglesia .En la familia cristiana se une el amor natural y el amor a Dios.

Y entonces participa como comunidad en la misión de  salvación de la Iglesia: La familia cristiana puede ser  “iglesia doméstica” si coopera con la gracia que la  lleva a edificarse como comunidad familiar cristiana y  a participar, dentro de su propio ámbito, en la misión  de salvación de la Iglesia con la evangelización, santificación y caridad. 

21 de agosto de 2013

LOS GOBIERNOS SE OPONEN CADA VEZ MÁS A LA AGENDA ABORTISTA DE LA ONU


Escrito el 18/08/2013

"Los defensores del aborto están nerviosos. Durante veinte años han intentado introducirlo en acuerdos de la ONU. Ahora ven una oportunidad madura, ya que la ONU enfrenta hitos clave. Pero los gobiernos se están cansando de ellos".

Así se expresa el último editorial, firmado por Wendy Wright, de Friday Fax, la buscada newsletter semanal de C-FAM (Catholic Family & Human Rights Institute). Y en prueba de lo afirmado remite a la crónica de Rebecca Oas en la que informa sobre algunas sorprendentes confesiones de proabortistas de conocida trayectoria y sobre cómo están respondiendo los gobiernos.
Este es el contenido completo de la mencionada información:


Un creciente apremio envuelve la agenda de desarrollo de la ONU a medida que se acercan importantes acontecimientos y caducarán metas a largo plazo. Interesa especialmente a algunos el destino de la salud y los derechos sexuales y reproductivos. De hecho, muchos gobiernos están manifestando cada vez más su irritación con los defensores del aborto. En los últimos minutos de una conferencia celebrada recientemente, los delegados se quejaron de que los derechos humanos estaban siendo reducidos a derechos sexuales y reproductivos.

"Todo se dirigió de antemano hacia la expresión 'salud y derechos sexuales y reproductivos'", criticó un participante en representación de su país, "que no es ni siquiera un término" en el acuerdo de El Cairo "y no obstante se lo da por sentado".

La conferencia de tres días celebrada en los Países Bajos en julio pretendía introducirse en el proceso de actualización de la agenda de desarrollo que se forjó en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo (CIPD), en 1994. Muchos de los oradores representaban a activistas que no consiguieron que los países aceptaran un derecho internacional al aborto en la CIPD.

Varios delegados se quejaron de que la conferencia "CIPD más allá del 2014: Conferencia Internacional de Derechos Humanos" prometía abordar cuestiones amplias, sin embargo, se centró en temas "limitados".

"Desafortunadamente, los temas clave circunscriben los derechos humanos y la CIPD a la salud sexual y reproductiva y a los derechos reproductivos", dijo un participante.

Otro llamó al debate "claramente, una desviación de la CIPD".

A la vez que promovieron el aborto con entusiasmo, muchos oradores manifestaron frustración por no poder impulsar el derecho al aborto en documentos de la ONU. Nafis Sadik, ex directora del Fondo de Población, se refirió a la CIPD como "postura mínima de consenso" en aborto y dijo que se habían hecho "pocos avances" para promoverlo desde entonces. En una actividad patrocinada por Planned  Parenthood en la ONU, en mayo, la dra. Sadik acusó a sus aliados de timidez y de "alejarse de nuestras propias metas".

La Dra. Ana Cristina González Vélez, activista colombiana proaborto, instó a los asistentes a recurrir a los comités de la ONU que supervisan tratados de derechos humanos para interpretar el derecho al aborto ausente en los propios tratados. "Esta es la manera de avanzar", afirmó.

La Dra. Marleen Temmerman no fue optimista respecto de la posibilidad de una meta autónoma de salud y derechos sexuales y reproductivos en la agenda de desarrollo post 2014. La directora de Salud Reproductiva e Investigaciones Conexas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió con insistencia a los allí presentes que "piensen cuidadosamente y también políticamente" sobre cuál sería "la mejor meta general en la que podamos insertar nuestro programa de derechos humanos".

La Dra. Temmerman asimismo compartió cómo, a comienzos de su carrera en Bélgica, ella y algunos de sus compañeros ginecólogos decidieron realizar abortos violando abiertamente la ley con el respaldo de la administración del hospital en el que trabajaban. El parlamento belga, a la larga, legalizó el aborto por estrecho margen.

En los últimos tiempos, la dra. Temmerman pasó de desacatar las normas a establecerlas. El año pasado, el departamento de la OMS que preside publicó una guía de aborto técnico política que incluye argumentos por los que los gobiernos no deberían restringir legalmente la práctica.

Pese al abrumador sentir proabortista manifestado en los paneles de la conferencia, un colaborador hizo hincapié en el bienestar del no nacido. El presidente de la Comisión Kasaja de Derechos Humanos figuraba en un vídeo de promoción de la conferencia entre otros líderes. "Nos centramos en la salud reproductiva", decía Kuanysh Sultanov. "Priorizamos la salud de nuestros niños, no desde el momento en que nacen, sino desde el momento en el que fueron concebidos".

En sus comentarios finales, la presidente aseguró a los participantes que las opiniones en contra se harían constar en el informe de la conferencia.

NUEVO DOCUMENTO C.E.E.: Familia, escuela, parroquia

La Conferencia Episcopal Española publicó en mayo de 2013 "Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe"
La Conferencia Episcopal Española ha publicado el documentoOrientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe. Se trata de un texto cuyo autor es la XCVII Asamblea Plenaria. La última Comisión Permanente, de 25 de febrero, le dio el visto bueno definitivo.

Dirigido a padres, sacerdotes, catequistas y profesores de religión

Elaborado por la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, el documento acoge las orientaciones dadas por Benedicto XVI acerca de la llamada “emergencia educativa” y propone como una de las primeras respuestas de la Iglesia el “aunar esfuerzos, compartir experiencias, dedicar personas y priorizar recursos, con el fin de coordinar objetivos y acciones entre los diversos ámbitos: familia, parroquia y escuela, en orden a la transmisión de la fe, hoy”.
Las Orientaciones pastorales que ahora se publican “quieren ayudar a los padres de familias en su difícil y hermosa responsabilidad de educar a sus hijos; a los sacerdotes y catequistas en las parroquias en la paciente y apasionante misión de iniciar en la fe a las nuevas generaciones de cristianos; así como a los profesores de religión en los centros de enseñanza, estatales y de iniciativa social, católicos o civiles, preocupados y entregados a la noble tarea de formación de niños y jóvenes”.
El documento está estructurado en cinco capítulos: en el primero, se hace un breve análisis de las necesidades, dificultades y posibilidades de la transmisión de la fe en la familia cristiana, la catequesis parroquial y la enseñanza religiosa escolar; en el segundo, se trata de los responsables de la coordinación de objetivos y acciones; en el tercero, se exponen los servicios distintos y complementarios que corresponden a los diversos ámbitos; en el cuarto, se señalan las dimensiones específicas de estos servicios en la transmisión de la fe; y, en el quinto, se ofrecen aquellos medios que favorecen y ayudan a la transmisión de la fe, hoy, según las distintas situaciones de los destinatarios y las diversas responsabilidades de padres, catequistas y profesores.

Una propuesta en el contexto de la “nueva evangelización”
El primer capítulo comienza analizando los distintos factores que hoy “son signo y causa de un radical cambio de mentalidad respecto al valor de lo recibido por herencia y tradición” (dispersión, fragmentación de la persona, modelos de referencia poco consistentes, etc.). Todo ello ha repercutido de manera significativa en los lugares de transmisión de la fe: familia, escuela, ambiente, e incluso, en grupos de identidad eclesial. “Más allá de la resignación, el lamento, el repliegue o el miedo, los papas alientan a la Iglesia a revitalizar su propio cuerpo, poniendo en el centro a Jesucristo, el encuentro con él y la luz y la fuerza del Evangelio”.
El texto que ahora ofrecen los obispos se enmarca en este contexto de “nueva evangelización”. Aun reconociendo las dificultades que plantea la coyuntura actual, “estamos persuadidos –subrayan- de que desde una sana antropología, los niños, adolescentes y jóvenes poseen un gran depósito de bondad, de verdad y de belleza que los antivalores reseñados no pueden ocultar ni destruir. De hecho se advierte una sed generalizada de certezas, de valores y de objetivos elevados que orienten la propia vida”.

Responsables de la coordinación
En el segundo capítulo las Orientaciones pastorales inciden en que “transmitir o comunicar la fe es responsabilidad propia de todos los creyentes de cualquier edad y condición. Podemos decir que se trata de una tarea de corresponsabilidad entre los pastores de la Iglesia, padres de familia, catequistas, profesores, animadores de grupos, etc.”
Los obispos recuerdan el papel especial e insustituible que los laicos cristianos tienen en la comunicación de la fe, la importancia de que el empeño educativo se realice en comunión al servicio de la misión, y de esta manera va recorriendo las diferentes responsabilidades que se tienen en la parroquia, en el arciprestazgo, o en la escuela; en particular, en la escuela católica, que “debe ser un referente educativo no solo en su acción formativa, sino en el testimonio de las personas consagradas y profesores cristianos laicos. Este testimonio solo será eficiente si se realiza dentro de la espiritualidad de comunión eclesial”.

El servicio de la familia, la parroquia y la escuela
El tercer apartado es un capítulo central en el documento y en él se especifica cuál es el servicio de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe. En él se reconoce a la familia como “primera escuela” e “iglesia doméstica”. “Los padres son los principales y primeros educadores. Ellos son el espejo en el que se miran los niños y adolescentes (…) La iniciación en la fe cristiana es recibida por los hijos como la transmisión de un tesoro que sus padres les entregan, y de un misterio que progresivamente van reconociendo como suyo y muy valioso. Los padres son maestros porque son testimonio vivo de un amor que busca siempre lo mejor para sus hijos, fiel reflejo del amor que Dios siente por ellos”.
Como “iglesia doméstica” que es, la función educadora de la familia no se queda en el testimonio, de por sí imprescindible, sino también en la presentación de los contenidos de la fe, adecuados a la edad de los hijos, y en ser el marco propicio donde se descubran, asuman y practiquen las virtudes cristianas, más aún en un ambiente social desfavorable.
Respecto a la acción catequética en la parroquia, se señala que “en la situación actual, todo el proceso de iniciación cristiana exige una atenta reflexión sobre su significado y su forma de realización”. Concierne a la parroquia promover el primer anuncio de llamada a la fe (no debe presuponerse siempre que el despertar religioso ha surgido en el seno de la familia), y se invita a que exista una relación, que resulta básica, entre iniciación cristiana familiar y catequesis parroquial.
Con respecto a la enseñanza religiosa en la escuela, en el documento se recuerda que se trata de “un derecho y un deber de los padres y alumnos católicos”, y en concreto en este capítulo se explica en qué consiste la peculiaridad de esta enseñanza: “presenta el mensaje y acontecimiento cristianos en sus elementos fundamentales, en forma de síntesis orgánica y explicitada de modo que entre en diálogo con la cultura y las ciencias humanas, a fin de procurar al alumno una visión cristiana del hombre, de la historia y del mundo, y abrirle desde ella a los problemas del sentido último de la vida”.
La religión no es solo una realidad interior, aunque esto para el creyente sea lo decisivo; la religión ha sido a lo largo de la historia, como lo es en el momento actual, un elemento integrante del entramado social humano y un ineludible hecho cultural. “Por ello, los contenidos fundamentales de la religión dan claves de interpretación de las civilizaciones. Y si la religión es un hecho cultural importante que subyace en el seno de nuestra sociedad, es evidente que su incorporación a la escuela enriquece y es parte importante del bagaje cultural del alumno”.
Frente a algunas voces que cuestionan la presencia de la religión en la escuela, en el texto se ofrecen algunos motivos que autorizan su presencia, como son por ejemplo el hecho de que sea necesaria para “comprender la civilización europea en la que estamos sumergidos”, el que esta enseñanza, bien realizada, “favorece la unidad interior del alumno creyente”, y el hecho de que “brinde al alumno motivos para vivir, le ofrezca valores morales a los que adherirse y le indique caminos para orientar su comportamiento”.
Por último, la enseñanza de la religión tiene también una evidente dimensión evangelizadora. “Siguiendo las orientaciones de Benedicto XVI, hemos de subrayar que la enseñanza religiosa, lejos de ser solamente una comunicación de datos fácticos, informativa, la verdad amante del Evangelio es creativa y capaz de cambiar la vida, es performativa. Por ello, esta materia no puede reducirse a un mero tratado de religión o de ciencias de la religión, como desean algunos; debe conservar su auténtica dimensión evangelizadora de transmisión y de testimonio de fe. Por ello, los profesores deben ser conscientes de que la enseñanza religiosa escolar ha de hacer presente en la escuela el saber científico, orgánico y estructurado de la fe, en igualdad académica con el resto de los demás saberes, haciendo posible el discernimiento de la cultura que se transmite en la escuela y respondiendo a los interrogantes de los alumnos, en especial a la gran pregunta sobre el sentido de la vida”.

Elementos al servicio de la transmisión de la fe
El cuarto capítulo recoge, de forma práctica, los elementos al servicio de la transmisión de la fe en la familia, la parroquia y la escuela. “Uno de los elementos a tener en cuenta a la hora de coordinar la educación cristiana –comienza diciendo el texto- es el de las dimensiones específicas de cada institución y es particularmente necesario en lo que se refiere a los contenidos. Cuidando lo característico y propio, se favorece mejor lo complementario”.
La familia debe cuidad el despertar religioso del niño, su capacidad de admiración  y ayudarle a descubrir a Dios, también en la oración. La catequesis debe tener en cuenta la síntesis de la fe desde la vivencia y la escuela, por su parte, la síntesis de fe desde el saber.
El texto propone una serie de contenidos que orientan un itinerario orgánico y sistemático; ofrece un itinerario marco para la formación religiosa de los adolescentes; y detalla referencias concretas a la psicología de la adolescencia, dado que el mensaje cristiano es sembrado en una “tierra abonada de elementales necesidades y de sorprendentes posibilidades”, donde conviene tener en cuenta de manera muy especial cuestiones como la libertad, la confianza, la amistad, la compañía y la celebración.

Medios y modos
Las Orientaciones pastorales terminan con un capítulo dedicado a los medios y modos para la coordinación en la transmisión de la fe. Repasa las situaciones que hay que tener en cuenta a las distintas edades; urge a los padres, catequistas, profesores y alumnos a dar testimonio cristiano; y repasa los medios y servicios mutuos que hay que tener en cuenta y prestar en los distintos ámbitos. “Los catequistas, profesores y padres, interrelacionados, han de ofrecer un testimonio coherente y concorde con los valores que la enseñanza religiosa propone y fundamente, así como han de valorarse positivamente en aquello que cada uno realiza según su función”.
“Invitamos a todas las instituciones implicadas –concluyen los obispos- a colaborar en este proyecto al servicio de la transmisión de la fe. Formar a las nuevas generaciones siempre ha sido una labor ardua, pero gratificante. En las circunstancias actuales que nos toca vivir, podemos afirmar a que es un tarea difícil, pero apasionante. Hoy, necesitamos educadores en la fe que sean maestros y testigos: o, mejor, testigos para ser maestros” (…) Es una ocasión para fomentar, de nuevo, la educación cristiana a todos los niveles y ofrecerla como alternativa  a otras. La Conferencia Episcopal Española estudiará las posibilidades de un proyecto educativo católico que contemple una visión coherente, armónica y completa del hombre, con objetivos, acciones y medios adecuados, y que sirva como marco de referencia para todas las instituciones educativas católicas. En palabras del beato Juan Pablo II, somos conscientes de que está en juego el futuro de la transmisión de la fe y su realización”.

13 de agosto de 2013

El Papa urge a los padres a transmitir a los hijos que la vida debe ser defendida siempre y en todas sus etapas

La vida debe ser defendida siempre, ya desde el vientre materno
El Santo Padre anima a las familias a rezar juntas, y a transmitir con palabras y obras las verdades fundamentales. Y urge a los padres, ante «la cultura del descarte», a transmitir a los hijos la conciencia de que la vida debe ser defendida siempre, ya desde el vientre materno, reconociendo que es un don de Dios y garantía del futuro de la humanidad. Y recuerda en este contexto «el cuidado que se debe brindar a los ancianos, en especial a los abuelos, que son la memoria viva de un pueblo y transmiten la sabiduría de la vida». Leer artículo completo Aquí

La "napro" es un método más eficaz, económico y "católicamente correcto"


¿Fecundación asistida? La «napro» es un método más eficaz, económico y «católicamente correcto»

Su índice de éxito es doble respecto al de la fecundación asistida por porcentaje de nacimientos de parejas que siguen los tratamientos, y cuesta once veces menos, pero es realizada por pocos médicos en todo el mundo, está boicoteada por los lobbys de la probeta y es ignorada por los sistemas sanitarios nacionales.
La naprotecnología nació en los Estados Unidos y llegó a Europa hace unos años, pero sigue enfrentándose al prejuicio que la considera un enfoque confesional a la medicina, condicionado por dogmas religiosos. Nada más lejos de la realidad. Es verdad que la práctica de la naprotecnología es rigurosamente conforme a la bioética católica; pero se ha demostrado que su enfoque del problema de la esterilidad es científica y clínicamente más riguroso del que se practica en el ámbito de la fecundación asistida. Y por esto al final es también más eficaz: lo confirman las estadísticas.


Diferencia entre una y otra
«La diferencia entre la naprotecnología y la fecundación in vitro consiste en el hecho de que en la primera la cuestión fundamental es el diagnóstico de las causas de infertilidad, se busca una explicación médica de porqué una pareja no consigue procrear y, por tanto, se intenta eliminar el problema y “ajustar” el mecanismo natural, volviendo a darle su armonía», explica Phill Boyle, el ginecólogo irlandés que imparte, en una clínica de Galway, los cursos de formación en naprotecnología para médicos de toda Europa. 

«En el procedimiento in vitro, en cambio, el diagnóstico de las causas no tiene importancia, los médicos quieren sencillamente “burlar el obstáculo”, llevando a cabo una fecundación artificial. En la naprotecnología, el tratamiento resuelve el problema de la pareja, que después puede tener otros hijos. Sin embargo, con el método in vitro, los cónyuges no se curan y siguen siendo una pareja estéril, y para tener más niños deberán siempre confiar en un laboratorio». 
«La naprotecnología es la verdadera fecundación asistida», ironiza Raffaella Pingitore, la ginecóloga más experta en dicho método en el área de lengua italiana, y que realiza en la clínica Moncucco de Lugano (Suiza). «En el sentido que asistimos a la concepción desde el principio hasta el fin, es decir desde la fase de individuación de los marcadores de fecundidad en la mujer hasta las intervenciones farmacológicas y/o quirúrgicas necesarias para permitir que la pareja llegue de un modo natural a la concepción».


Conjunto de técnicas diagnósticas
El nombre deriva del inglés “natural procreation technology”, tecnología de la procreación natural. Más que una tecnología es un conjunto de técnicas diagnósticas e intervenciones médicas que tienen como objetivo individuar la causa de la infertilidad y su puntual eliminación. Se empieza con las tablas del modelo Creighton, que describen el estado de los biomarcadores de la fecundidad durante todo el ciclo menstrual de la mujer y que se basan, principalmente, en la observación del estado del flujo vaginal, realizado por la mujer misma. El pilar que sostiene toda la naprotecnología es la capacidad de observación de sí misma que tiene la mujer: para ello, se la forma en la parte inicial del recorrido. Las tablas correctamente rellenadas, con el estado del flujo vaginal día a día y los otros datos, son la base de todos los pasos sucesivos. A partir de aquí ya es posible diagnosticar carencias hormonales, insuficiencias lúteas y otros problemas que se pueden tratar con la suministración de las hormonas que faltan. Si la infertilidad persiste, se continúa con el examen detallado del nivel de las hormonas en la sangre, la ecografía de la ovulación y la laparoscopia avanzada. Pueden ser necesarias, entonces, intervenciones de microcirugía de las trompas o de laparoscopia avanzada para extirpar las partes dañadas por la endometriosis. El resultado final es un porcentaje de nacidos vivos entre el 50 y el 60 por ciento del total de las parejas que realizan el tratamiento durante un máximo de dos años (pero la mayor parte concibe en el primer año), contra una media del 20-30 por ciento que recurre a los ciclos de fecundación in vitro (en general, seis ciclos).

La negligencia de los médicos
«Una de las cosas que más me escandaliza es la difundida negligencia en el diagnóstico de las causas de infertilidad», explica Raffaella Pingitore. 
«Hoy, después de unos pocos análisis pragmáticos, se dirige a la mujer a los centros de fecundación asistida. Hemos llegado al punto que, hace unos años, la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva declaró la insuficiencia lútea como inexistente, porque no podía ser diagnosticada “científicamente”. Pero sí que podemos diagnosticarla implicando a la mujer y pidiéndole que observe y describa a diario el estado de su flujo vaginal, procedimiento que nos permite diagnosticar la insuficiencia lútea. Esto para muchos médicos es impensable: se limitan a una extracción en el vigésimo primer día del ciclo menstrual para medir el nivel de progesterona. Pero sólo el 20 por ciento de las pacientes tiene un ciclo perfectamente regular, por lo que el dato obtenido de la extracción se diagnostica casi siempre como inútil».
«En los Estados Unidos, en Omaha, en el Estado de Nebraska, iban a visitar al doctor Thomas Hilgers, el verdadero creador de la naprotecnología, mujeres a las cuales se les había descartado la endometriosis tras una laparoscopia. Pero realizando una laparoscopia avanzada se descubría que en el 90 por ciento de los casos la endometriosis sí existía. A mí a menudo me ha sucedido lo mismo. Una laparoscopia avanzada debería ser una práctica estándar en los test de esterilidad, pero al tratarse de una intervención quirúrgica, la hostilidad hacia ella es grande».
Que el hecho de recurrir de manera indiscriminada a la fecundación asistida es paralelo a la negligencia diagnóstica se deduce también por el elevado número de pacientes que recurren con éxito a la naprotecnología después de ciclos fracasados de fecundación in vitro. El doctor Boyle afirma que en los últimos seis años, en el grupo de pacientes con edad inferior a los 37 años que ya habían intentado dos ciclos de fecundación asistida, el porcentaje de las que han concebido gracias al método de procreación natural ha sido del 40 por ciento. Raffaella Pingitore cuenta su experiencia personal: «La paciente tenía 36 años y deseaba un embarazo desde hacía ocho años; se le habían realizado en el pasado cinco ciclos de fecundación asistida sin éxito. Le hice registrar la tabla de los marcadores de fertilidad y observamos que tenía una fase satisfactoria de flujo fértil, pero unos niveles hormonales un poco bajos, lo que indicaba una ovulación un poco defectuosa. También tenía síntomas de endometriosis; le realicé una laparoscopia, encontré la endometriosis y coagulé los focos de endometriosis en el útero, ovarios y trompas. La sometí a una terapia para que estuviera en menopausia durante seis meses: de este modo se secaban bien todos los focos de endometriosis que tal vez aún quedaban. Tras esta terapia continué con un fármaco, el Antaxone, con dieta y con el apoyo de la fase lútea con pequeñas inyecciones de gonadotropina. Esto aumentó el nivel de hormonas y en el cuarto mes de tratamiento se había alcanzado un flujo muy bueno. En el decimoséptimo día después de la ovulación realizamos el test de embarazo, que resultó positivo».


Costes y beneficios
El escrúpulo del profesional éticamente motivado puede más que las técnicas artificiales. Lo demuestra la anécdota de la doctora Pingitore y lo demuestran las estadísticas del doctor Boyle. En Irlanda, en el arco de cuatro años, el ginecólogo curó a 1.072 parejas que deseaban un hijo desde hacía más de cinco años. La edad media de las mujeres era de 36 años, y casi un tercio de ellas ya había intentado tener un hijo con la fecundación in vitro. Tras seis meses de tratamiento naprotecnológico, la eficacia del método fue del 15,9 por ciento. Tras un año, del 35,5 por ciento; tras un año y medio, el 48,5 por ciento de las pacientes se había quedado embarazada. Si el tratamiento duraba dos años, casi el 65 por ciento de las pacientes se quedaba embarazada.
Sobre una base de pacientes mucho más pequeña, la doctora Pingitore, en el bienio 2009-2011, obtuvo una media de 47,3 por ciento de embarazos. En los Estados Unidos (país donde no están vigentes leyes que limitan el número de embriones fecundados que pueden ser transferidos al útero), los índices de la fecundación asistida tras seis ciclos son los siguientes: 30-35 por ciento para mujeres con edad inferior a los 35 años; 25 por ciento para mujeres entre los 35 y los 37 años; 15-20 por ciento para mujeres entre los 38 y los 40 años; 6-10 por ciento para mujeres con edad superior a los 40 años.
Después tenemos la cuestión, para nada secundaria, de los costes, si bien en Italia se discute poco sobre ella porque, aparte del copago, el gasto corre a cargo de la sanidad pública. En tiempos de austeridad y de efectos deletéreos de la deuda pública, sin embargo, debería también tener un valor en nuestro país la relación gasto/eficacia. Por tanto, resulta que si comparamos los costes de dos años de tratamiento naprotecnológico con los seis ciclos de fecundación asistida, la segunda cuesta once veces más que el primero. Un único ciclo de fecundación in vitro cuesta alrededor de 3.750 euros, más 1.000 euros de medicación, por lo que seis ciclos costarían 28.500 euros, a los cuales hay que añadir otros 800 para la congelación y el mantenimiento de los embriones y 1.200 para la transferencia de los mismos, por un total general de 30.500. En cambio, incluso alargando el tratamiento naprotecnológico a dos años, los costes son modestos: 300 euros para el curso de formación en los métodos naturales, 800 para las visitas médicas y 1.500 para los medicamentos, por un total de apenas 2.600 euros. Probablemente, los parlamentos y los ministros de Sanidad de los países europeos no son muy sensibles a los temas bioéticos, pero difícilmente podrán fingir sordera antes las peticiones de verificación de la relación costes/beneficios entre los dos métodos. 
«La naprotecnología está destinada a difundirse, aunque sólo sea por un tema vinculado a los costes, en los cuales se calculan también los efectos colaterales de la práctica de la fecundación asistida: no nos olvidemos que los niños que nacen con esa técnica tiene más probabilidad de malformaciones y problemas de salud que los que nacen de manera natural», recuerda Raffaella Pingitore. 
«Sin embargo, primero es necesario derrotar al lobby de la procreación asistida. Es un lobby supermillonario, que enriquece a centenares de personas y que no dejará fácilmente que se le ponga el bastón entre las ruedas».


Traducción al español de Helena Faccia Serrano