(RV) La homilía del Papa comienza con el comentario sobre la primera lectura, tomada del Libro de la Sabiduría, donde se describe «el estado de ánimo del hombre y de la mujer espiritual» del verdadero cristiano y de la verdadera cristiana que viven «en la sabiduría del Espíritu Santo. Y esta sabiduría los lleva adelante con este espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil».
«Este caminar en la vida con este espíritu: el espíritu de Dios, que nos ayuda a juzgar, a tomar decisiones según el corazón de Dios. Y este espíritu nos da paz ¡siempre! Es el espíritu de paz, espíritu de amor, espíritu de fraternidad. Y la santidad es esto exactamente. Lo que Dios le pide a Abraham: ‘Camina en mi presencia y sé irreprensible', es esto: esta paz. Ir bajo la inspiración del Espíritu Santo y de esta sabiduría. Y el hombre y la mujer que caminan así, se puede decir que son un hombre o una mujer sabios. Un hombre sabio y una mujer sabia, porque se mueven bajo la inspiración de la paciencia de Dios».
El espíritu de curiosidad
Pero en el Evangelio, destaca el Papa, «nos encontramos ante otro espíritu, contrario a esta sabiduría de Dios: el espíritu de curiosidad»:
«Es cuando nosotros nos adueñamos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas; conocer todo, tomar todo en la mano... los fariseos preguntaron a Jesús: ‘¿Cuándo vendrá el Reino de Dios?' ¡Curiosos! Querían conocer la fecha, el día... el espíritu de curiosidad nos aleja del Espíritu de la Sabiduría, porque solo les interesa los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día. O ¿cómo se hará esto? Es el ‘cómo': ¡el espíritu del ‘cómo'! Y el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, del alejarse de Dios, el espíritu del hablar demasiado. Jesús viene a decirnos una cosa interesante: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confusión».
La Virgen no es una oficina de Correos
La curiosidad, prosigue el Pontífice, nos empuja a querer escuchar que el Señor está aquí o allí, o nos hace decir: «pero yo conozco un vidente, una vidente que recibe cartas de la Virgen, mensajes de la Virgen». El Papa comenta: «Mira, ¡la Virgen es Madre! Y nos ama a todos nosotros. Pero no es una oficina de Correos, para enviar mensajes todos los días».
«Estas novedades -afirma- alejan del Evangelio, alejan del Espíritu Santo, alejan de la paz y de la sabiduría, de la gloria de Dios, de la belleza de Dios». Porque «Jesús dice que el Reino de Dios no llega en un modo que llama la atención: llega en la sabiduría». «¡El Reino de Dios está en medio de vosotros!», dice Jesús, y «esta acción del Espíritu Santo, es la que nos da la sabiduría, nos da la paz. El Reino de Dios no viene en la confusión. Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta» sino que «habló en la suave brisa, la brisa de la sabiduría».
Ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús
«Así Santa Teresita, Santa Teresa del Niño Jesús, decía que ella se debía detener siempre ante el espíritu de la curiosidad. Cuando hablaba otra monja o contaba una historia, algo de la familia, de la gente, y dejaba el tema a mitad y pasaba a otro y ella quería saber cómo terminaba la primera historia. Pero sentía que esto no era el Espíritu de Dios, porque era un espíritu de dispersión, de curiosidad. El Reino de Dios está en medio de nosotros: no busquéis cosas extrañas, no busquéis novedades con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve hacia delante, con esta sabiduría que es una brisa suave. Este es el Espíritu del Reino de Dios, del que nos habla Jesús. Así sea».
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