El
Santo Padre en la homilía de este jueves invita a rezar como lo hacía Moisés,
hablar cara a cara con Dios, y recuerda que la oración nos cambia el corazón
La oración es
una lucha con Dios y se hace con libertad e insistencia, como un diálogo
sincero con un amigo. Esta oración cambia nuestro corazón, porque nos hace
conocer mejor cómo Dios es realmente. Esta ha sido la idea central del Santo
Padre en la homilía de este jueves en la misa celebrada en Santa Marta.
Francisco ha recordado el diálogo de Moisés en el monte Sinaí,
cuando Dios quiso castigar a su pueblo porque había hecho un ídolo: el becerro
de oro. Y Moisés rezó con fuerza para que el Señor se lo piense. "Esta
oración es una verdadera lucha con Dios. Y Moisés habla libremente delante del
Señor y nos enseña cómo rezar, sin miedo, libremente, también con insistencia.
Moisés insiste. Es valiente. La oración debe ser también un 'negociar con
Dios', con 'argumentaciones'", ha afirmado el Papa. Moisés al final
convence a Dios y la lectura dice que "el Señor se arrepintió del mal con
el que había amenazado a su pueblo". Pero -ha preguntado el Santo Padre-
"¿quién ha cambiado aquí? ¿El Señor ha cambiado? Yo creo que no".
Y lo ha explicado de la siguiente manera: "El que ha cambiado
es Moisés, porque Moisés creía que el Señor habría hecho esto, creía que el
Señor habría destruido a su pueblo y él busca, en su memoria, cómo había sido
bueno el Señor con su pueblo, como lo había librado de la esclavitud de Egipto
y llevado a una tierra prometida. Y con estos argumentos intenta convencer a
Dios, pero en este proceso él reencuentra la memoria de su pueblo, y encuentra
la misericordia de Dios. Este Moisés, que tenía miedo, miedo que Dios hiciera
esto, al final baja del monte con algo grande en su corazón: nuestro Dios es
misericordioso. Sabe perdonar. Puede retroceder en sus decisiones. Es un
Padre".
Francisco ha
observado que todo esto Moisés lo sabía, "pero lo sabía más o menos
oscuramente y en la oración lo reencuentra. Y es esto lo que hace la oración en
nosotros: nos cambia el corazón".
El Santo Padre ha añadido: "La oración nos cambia el corazón.
Nos hace entender mejor cómo es nuestro Dios. Pero por esto es importante hablar
con el Señor, no con palabras vacías - Jesús dice: 'como hacen los paganos'.
No, no: hablar con la realidad: 'Pero, mira, Señor, que tengo este problema, en
la familia, con mi hijo, con esto, con lo otro...¿Qué se puede hacer? Pero
mira, que ¡tú no me puedes dejar así!' ¡Esta es la oración! Pero, ¿tanto tiempo
toma esta oración? Sí, toma tiempo".
El tiempo que se necesita para conocer mejor a Dios, como se hace
con un amigo. Y es que la Biblia dice, ha recordado el Papa, que Moisés rezaba
con el Señor como un amigo habla con otro amigo. Y ha indicado Francisco:
"La Biblia dice que Moisés hablaba al Señor cara a cara, como a un amigo.
Así debe ser la oración: libre, insistente, con argumentaciones. Y también
reprendiéndole un poco: 'Pero, tú me has prometido esto, y esto no lo has
hecho...', así, como se habla con un amigo. Abrir el corazón a esta oración.
Moisés bajó del monte vigorizado. 'He conocido más al Señor', y con esa fuerza
que le había dado la oración, retoma su trabajo de conducir al pueblo hacia la
Tierra prometida. Porque la oración vigoriza, vigoriza. El Señor nos da a todos
la gracia, porque rezar es una gracia".
Para finalizar, el Papa ha indicado que en cada oración está el
Espíritu Santo y que no se puede rezar sin Él, porque es Él quien reza en
nosotros, es Él quien nos enseña a decir Dios 'Padre'. Y por eso, Francisco ha
invitado a pedir al Espíritu Santo que "Él nos enseñe a rezar, sí, como ha
rezado Moisés, a negociar con Dios, con libertad de espíritu y valentía. Y el
Espíritu Santo, que está siempre presente en nuestra oración, nos conduzca por
este camino".
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