«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


16 de abril de 2014

JESÚS APARECE EN LA CRUZ COMO UN DERROTADO PERO ÉL CARGA EL MAL SOBRE SÍ PARA VENCERLO, EL PAPA EN SU CATEQUESIS

El Papa Francisco dedicó su catequesis de este Miércoles Santo a la aceptación de Jesús de la humillación y muerte de cruz para salvarnos, y en cuyo sufrimiento podemos ver el dolor de la humanidad. 

El Obispo de Roma afirmó que si bien nos gustaría que Dios acabara, mediante un gesto de su omnipotencia, con la injusticia, el mal y el pecado, la pasión de Jesucristo “no ocurre por error”, sino que de este modo nos muestra su amor infinito. Mientras nos revela que cuando todo parece perdido es cuando Dios interviene con la potencia de su resurrección, que no es el “final feliz” de un cuento de hadas, sino la prueba de que Dios actúa allí donde las fuerzas humanas ya no dan más de sí. Por eso, dijo el Papa, también nosotros, en los momentos de mayor oscuridad, debilidad y flaqueza, debemos poner nuestra esperanza en Dios, como hizo Jesús.

El Santo Padre invitó a vivir esta Pascua con la certeza de que, en Jesús, Dios nos ama y nos perdona. A la vez que pidió a nuestra Madre, la Virgen María, que nos acompañe en el camino de la cruz y del amor que Cristo nos enseña.
Resumen de la catequesis que el Papa Francisco pronunció en español:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, en la mitad de la Semana Santa la liturgia nos presenta el triste hecho de la traición de Judas. Judas va a las autoridades y les dice simplemente: ¿Cuánto me van a dar si yo lo entrego? ¡30 monedas! Y Jesús tiene precio, como cualquier mercadería en un mercado. Y Jesús acepta esa humillación hasta la muerte de cruz.
En su sufrimiento y en su muerte, podemos ver el dolor de la humanidad, el dolor de nuestros pecados, y la respuesta de Dios a ese misterio del poder del mal. Dios toma sobre sí el mal del mundo para vencerlo. Su pasión no ocurre por error. Es la manera de mostrarnos su amor infinito. En esa pasión de Jesús contemplamos su grandeza y su amor.
En esta Semana Santa nos hará bien, a todos, mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús y decirle gracias. Porque eso lo hizo por cada uno de nosotros. Pero Dios siempre interviene en el momento en que quizás uno no lo espera, y Jesús resucita.
La resurrección de Jesús no es el “final feliz” de un cuento de hadas, no es el “happy end” de una película, sino que es la prueba de que Dios actúa en el momento más difícil, en el momento más oscuro. La noche siempre es muy oscura un poquito antes de que empiece a amanecer. No bajemos de la cruz antes de tiempo. Y no olvidemos, en esta semana, de besar muchas veces el crucifijo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos venidos de España, ¡lleno de banderas! Puerto Rico, Guatemala, México, Uruguay, ¡vi varios mates por ahí!, Argentina y otros países latinoamericanos.
Invito a todos a vivir esta Pascua con la certeza de que, en Jesús, Dios nos ama y nos perdona. Pido a la Virgen María, nuestra Madre, que nos acompañe en el camino de la cruz y del amor que Cristo nos enseña. Muchas gracias.
Fuente: Radio Vaticano



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