«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


2 de marzo de 2016

CATEQUESIS DEL PAPA "DIOS PADRE PERMITE LA AFLICCIÓN DE LA PRUEBA CON VISTAS A LA SALVACIÓN".

(RV).- En la Audiencia General del miércoles 2 de marzo el Papa Francisco continuó reflexionando sobre la misericordia divina según la perspectiva de la Biblia. A partir del primer capítulo del profeta Isaías, en que el Señor, como padre afectuoso, pero también severo y atento, se dirige a Israel y lo acusa de infidelidad y corrupción, impartió su catequesis sobre misericordia divina y corrección:
“Queridos hermanos y hermanas: Hoy reflexionamos sobre la misteriosa relación que existe entre misericordia divina y corrección. Dios se comporta con nosotros como un padre de familia, que ama a sus hijos, los socorre, los cuida, los perdona. Y que también los educa y corrige cuando se equivocan, para ayudarlos a ser responsables, a crecer en el bien y en la libertad”.
El Señor llama a nuestra conciencia
Explicando el primer capítulo de Isaías, el Santo Padre señaló que Dios habla a su pueblo con la amargura de un padre desilusionado, que hizo crecer a sus hijos, quienes se rebelaron en contra de él. Pero el Señor, aunque herido, deja “hablar al amor”, y apela a la conciencia de sus hijos, para que se dejen amar otra vez:
“La relación “padre-hijo” es figura de la alianza entre Dios y su pueblo. Esta relación se fragmenta cuando el hombre rechaza la paternidad de Dios. A causa del pecado, pretende convertir la libertad en autonomía y, dejándose llevar por el orgullo, se contrapone a él y vive en una ilusión de autosuficiencia”.
La aflicción de la prueba
Es así como entonces Dios llama la atención a su pueblo, y esto es para indicarle que se han equivocado de camino. Por eso el profeta se dirige al pueblo con severidad, para ayudarlo a comprender la gravedad de su culpa: 
“Cuando el pueblo se aleja de Dios, desconfía de él y no le obedece, experimenta entonces la aflicción de la prueba. Dios la permite con vistas a la salvación, para que el pueblo pecador, sintiendo el vacío y la amargura del estar lejos de él, pueda abrirse a la conversión y al perdón. Dios habla amorosamente a la conciencia de sus hijos, para que se arrepientan y se dejen amar de nuevo por él. La salvación es siempre un don gratuito de Dios. Pero supone la decisión de escucharlo y dejarse convertir por él”.
El sufrimiento, ese momento doloroso, es consecuencia de una “decisión autodestructiva que debe hacer reflexionar al pecador, para abrirlo a la conversión y al perdón”, en vistas de la salvación:
“Para comprenderlo bien -dijo el Papa hablando en italiano - , cuando uno está enfermo va al doctor; cuando uno se siente pecador, va hacia el Señor. Pero si, en vez de ir al doctor, va al brujo, no se cura. Muchas veces preferimos ir por los caminos equivocados, buscando una justificación, una justicia, una paz que nos es regalada como don por el mismo Señor, si nosotros vamos por el camino buscándolo a Él”.
La corrección misericordiosa de Dios Padre
“La corrección forma parte del camino de la misericordia divina. Dios perdona a su pueblo, deja siempre una puerta abierta a la esperanza, y le indica que el camino de la salvación no es el de los sacrificios, sino la práctica del bien y la justicia”.
“Que el Señor Jesús  - concluyó el Obispo de Roma - nos alcance la gracia de acoger el perdón y la misericordia que el Padre ofrece gratuitamente a todos, para que aprendamos a vivir como hijos suyos. Muchas gracias”.


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