Trabajemos la cultura del encuentro que venza la cultura de la indiferencia, fue la exhortación del Papa Francisco, en su homilía de la Misa matutina, en la capilla de la Casa de Santa Marta. Invitó a reflexionar sobre el encuentro de Dios con su pueblo y puso en guardia contra las malas costumbres que nos distraen de escuchar a los demás, incluso en familia.
«Hoy la Palabra de Dios nos hace reflexionar sobre un encuentro», señaló el Santo Padre, con el Evangelio del martes de la XXIV semana del Tiempo Ordinario. Para luego hacer hincapié en la diferencia que hay entre un encuentro y un mero cruzarse con otro, sin que haya un verdadero encuentro. Cada uno piensa en sus cosas, ve y no mira, oye y no escucha:
«El encuentro es otra cosa. Es lo que el Evangelio nos anuncia hoy: un encuentro. Un encuentro entre un hombre y una mujer, entre un hijo único vivo y un hijo único muerto. Entre una multitud feliz, porque había encontrado a Jesús y lo seguía, y un grupo de gente llorando, que acompañaba a aquella mujer, que salía por un puerta de la ciudad. Encuentro entre aquella puerta de salida y la puerta de entrada. El redil. Un encuentro que nos hace reflexionar sobre cómo encontrarnos entre nosotros».
En el Evangelio leemos que el Señor sintió una gran compasión. Jesús no hace como hacemos nosotros cuando vamos por la calle y vemos algo triste. Y pensamos ‘qué pena’ y seguimos nuestro caminar. Jesús no pasa de largo, se deja llevar por la compasión. Se acerca a la mujer, la encuentra de verdad y luego hace el milagro. Vemos no sólo la ternura de Jesús, sino también la fecundidad de un encuentro, reiteró el Papa, haciendo hincapié en que «todo encuentro es fecundo»:
«Estamos acostumbrados a una cultura de la indiferencia y tenemos que trabajar y pedir la gracia de realizar una cultura del encuentro. De este encuentro fecundo, este encuentro que restituya a cada persona su propia dignidad de hijo de Dios, la dignidad del viviente. Estamos acostumbrados a esta indiferencia, cuando vemos las calamidades de este mundo o las cosas pequeñas: ‘qué pena, pobre gente, cuánto sufre’… y seguimos de largo. El encuentro. Si no miro – no basta ver, no, hay que mirar – si no me detengo, si no miro, si no toco, si no hablo, no puedo hacer un encuentro y no puedo ayudar a hacer una cultura del encuentro».
Tras recordar que todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, porque Dios había visitado y encontrado a su pueblo, el Santo Padre dijo que le gusta ver en ello «el encuentro de cada día entre Jesús y su esposa», la Iglesia, que espera su regreso.
También en familia vivamos el verdadero encuentro, escuchémonos los unos a los otros
«Éste es el mensaje de hoy: el encuentro de Jesús con su pueblo», «todos tenemos necesidad de la Palabra de Jesús», tenemos necesidad del encuentro con Él, destacó el Papa, con su aliento a impulsar la cultura del encuentro también en los hogares:
«En la mesa, en familia, cuántas veces se come y se mira la televisión o se escriben mensajes con el teléfono. Cada uno es indiferente a ese encuentro. Tampoco en el núcleo de la sociedad, como es la familia, hay encuentro. Que esto nos ayude a trabajar por esta cultura del encuentro, como hizo simplemente Jesús. No sólo ver: mirar. No sólo oír: escuchar. No sólo cruzarse: detenerse. No sólo decir ‘qué pena, pobre gente’, sino dejarse llevar por la compasión. Y acercarse, tocar y decir en la lengua en que cada uno sienta en ese momento - la lengua del corazón - ‘no llores’ y dar al menos una gota de vida».
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