Texto de las palabras del Santo Padre Francisco
antes de rezar a la Madre de Dios:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La liturgia del día nos presenta otra página del Sermón de
la montaña, que encontramos en el Evangelio de Mateo (Cfr. 5, 17-37). En este
pasaje, Jesús quiere ayudar a quienes lo escuchan a realizar una relectura de
la ley mosaica. Lo que fue dicho en la Antigua Alianza, ¿era verdad? Sí, era
verdad, pero no era todo: Jesús ha venido para dar cumplimento y para
promulgar, de modo definitivo, la ley de Dios, hasta la última jota. Él
manifiesta sus finalidades originarias y cumple los aspectos auténticos, y hace
todo esto su predicación y más aún con el ofrecimiento de sí mismo en la cruz.
Así Jesús enseña cómo cumplir plenamente la voluntad de Dios y usa esta
parábola, ¡eh!; con una “justicia superior” con respecto a la de los escribas y
de los fariseos (Cfr. v. 20). Una justicia animada por el amor, por la caridad,
por la misericordia, y, por tanto, capaz de realizar la sustancia de los
mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. El formalismo: esto puedo,
esto no puedo; hasta aquí, puedo, hasta acá no puedo… No: más, más, más.
De manera especial, en el Evangelio de hoy Jesús examina
tres aspectos, tres mandamientos: el homicidio, el adulterio y el juramento.
Con respecto al mandamiento “no matar”, Él afirma que es
violado no sólo por el homicidio efectivo, sino también por aquellos
comportamientos que ofenden la dignidad de la persona humana, incluidas las
palabras injuriosas (Cfr. v. 22). Ciertamente, estas palabras injuriosas no
tienen la misma gravedad y culpabilidad del asesinato, pero se ponen en la misma
línea, porque son sus premisas y revelan la misma malevolencia. Jesús nos
invita a no establecer una jerarquía de las ofensas, sino a considerarlas todas
dañinas, en cuanto movidas por la intensión de hacer el mal al prójimo. Y Jesús
da el ejemplo. Insultar: pero, nosotros estamos acostumbrados a insultar, es
como decir “buenos días”. Y esto está en la misma línea del matar. Quien
insulta al hermano, mata en su propio corazón al hermano. Por favor, ¡no
insultar! No ganamos nada…
Otro cumplimiento es aportado a la ley matrimonial. El
adulterio era considerado una violación al derecho de propiedad del hombre
sobre la mujer. En cambio Jesús va a la raíz del mal. Así como se llega al
homicidio a través de las injurias, las ofensas y los insultos, del mismo modo
se llega al adulterio a través de las intenciones de posesión con respecto a
una mujer diversa de la propia esposa. El adulterio, como el robo, la
corrupción y todos los demás pecados, son concebidos primero en nuestro ámbito
íntimo y, una vez realizada en el corazón la elección equivocada, se ponen en
práctica en el comportamiento concreto. Y Jesús dice: el que mira a una mujer
que no es la propia con ánimo de posesión, es un adúltero en su corazón. Ha
comenzado el camino del adulterio. Pensemos un poco sobre esto: los
pensamientos malos que vienen en esta línea.
Además, Jesús dice a sus discípulos que no juren, en cuanto
el juramento es signo de la inseguridad y de la falsedad con que se desarrollan
las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar
garantía de nuestras vicisitudes humanas. Más bien estamos llamados a instaurar
entre nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades, un clima de
transparencia y de confianza recíproca, de modo que podamos ser considerados sinceros
sin recurrir a intervenciones superiores para ser creídos. ¡La desconfianza y
la difidencia recíproca siempre amenazan la serenidad!
Que la Virgen María, mujer de la escucha dócil y de la
obediencia feliz, nos ayude a acercarnos cada vez más al Evangelio, para ser
cristianos ¡no “de fachada”, sino de sustancia! Y esto es posible con la gracia
del Espíritu Santo, que nos permite hacer todo con amor, y así cumplir
plenamente la voluntad de Dios.
Saludo del Papa al final del Ángelus
Finalizado el rezo del Ángelus el Papa saludó a todos los
fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro así como a las familias,
los grupos parroquiales y diversas asociaciones. Francisco se dirigió
especialmente a los peregrinos españoles e italianos.
Palabras del Papa
Saludo a todos ustedes peregrinos presentes, a las
familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones.
Saludo de manera particular a los alumnos del Instituto
“Carolina Coronado” de Almendralejo y a los fieles de Tarragona, en España; así
como también a los grupos de Caltanissetta, Valgoglio, Ancona, Pesaro, Turín y
Pisa. También está presente la comunidad neocatecumenal San Francisco de Paula
de Turín.
A todos deseo un buen domingo. Y no lo olviden: no
insultar. No mirar con malos ojos, con ojos de posesión, a la mujer del
prójimo. Y no jurar. Tres cosas que Jesús dice. ¡Es tan fácil! Por favor, no se
olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!
(RC-RV)
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