“¡No ahorréis esfuerzos!”:
El Papa a los obispos españoles en Visita ad Limina, por José Luis Restán,
director editorial de la Cadena Cope, en Páginas Digital 4/3/2014
Francisco ha recomendado a los obispos españoles que
ante la angustia que puede provocar el alejamiento de muchos bautizados y la
presión de una cultura que margina la fe en el ámbito de lo privado, consideren
la historia de la fe de su pueblo. “De ella aprendemos que la gracia divina
nunca se extingue y que el Espíritu Santo continúa obrando en la realidad actual
con generosidad”. El papa recibió a los 83 obispos que componen la
Conferencia Episcopal Española durante la Visita “ad Límina Apostolorum”, y les
pidió poner sus diócesis “en un verdadero estado de misión permanente”
para llamar a quienes se han alejado y fortalecer la fe de sus comunidades.
En el discurso de Francisco llama la atención que no
elude “la dura experiencia” de la secularización y del laicismo en tierras
españolas, pero al mismo tiempo no pierde el tiempo en análisis lamentosos sino
que lanza a los obispos a una misión renovada, sin alforjas ni sandalias,
basada en la propia fuerza de la fe vivida, en la alegría del Evangelio:
“fiémonos siempre de Él y de lo mucho que siembra en los corazones de quienes
están encomendados a nuestros cuidados pastorales”. La invitación principal ha
sido a “no ahorrar esfuerzos para abrir nuevos caminos al evangelio”. Se trata
de que todos, cuantos más mejor, puedan descubrir que Cristo es amigo y hermano
de su humanidad, por tanto la Iglesia no anuncia algo extraño al corazón del
hombre, sino a Aquel que corresponde a la secreta sed de nuestros
contemporáneos. Abrir esos nuevos caminos requiere humildad y paciencia,
disposición para escuchar a todos, tanta claridad y firmeza como ternura y
misericordia
Para un contexto como el español, marcado por una
larga historia cristiana, es relevante subrayar, como hizo Francisco, que “la
fe no es una mera herencia cultural, sino un regalo, un don que nace del
encuentro personal con Jesús y de la aceptación libre y gozosa de la nueva vida
que nos ofrece”. La indicación para los obispos es clara: de nada sirve la
autosatisfacción por una historia ciertamente grande, hoy es preciso “el
anuncio incesante y la animación constante”, para que ese don sea
reconocido, acogido y seguido en la coyuntura presente, rompiendo moldes,
prejuicios y esquemas.
El cuidado de las vocaciones sacerdotales y el
acompañamiento a las familias han sido otras insistencias de Francisco ante los
obispos españoles, a los que ha recordado que suscitar una fe sincera es el
mejor modo de preparar el matrimonio, y que las familias son protagonistas de
la misión a través del testimonio “de las maravillas que Dios obra en ellas”.
El amor y servicio a los pobres ha sido otro punto de especial atención porque
es signo de la nueva vida que Jesús trae al mundo. De esta manera, dijo el
papa, también muchos podrán acercarse a la fuente de la caridad, “a Cristo y
también a su Iglesia, que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más
desfavorecidos”.
Los obispos vuelven a España con el encargo de ponerse
al frente de la renovación espiritual y misionera en sus diócesis “como
hermanos y pastores de vuestros fieles, y también de los que no lo son, o lo
han olvidado”. Y para esa tarea les ha sugerido que no se conciban ni se
sientan solos, que sean conscientes de que también el pueblo que les ha sido
encomendado “tiene olfato para las cosas de Dios”.
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