«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


17 de mayo de 2015

LA FIDELIDAD CONYUGAL

Posibilidad de compromiso
“No hay compromiso posible más que para un ser que no se confunde con su situación del momento, y que reconoce esta diferencia entre él y su situación, y se toma en consecuencia, como trascedente de algún modo, a su futuro, que responde de él”1
La fidelidad conyugal se basa en una promesa que realizamos ante Dios y ante los hombres y que le hacemos a alguien concreto, con quien nos comprometemos para toda la vida. Es un compromiso incondicional, una promesa llena de audacia como por otra parte requiere el amor.
Todo compromiso por definición es incondicional, si nos comprometemos con alguien a visitarle mañana, el depositario de este compromiso entiende que salvo causa de fuerza mayor que nos lo impida, iremos a verle.
No sabemos qué tiempo hará mañana, ni como nos encontraremos de ánimo, pero podemos hacer abstracción de todas estas circunstancias intermedias que no dependen directamente de nuestra voluntad y que no tienen la fuerza suficiente para impedir que cumplamos nuestra palabra. Porque somos libres y hacemos uso de nuestra libertad, (el ejercicio de la libertad requiere que se realice una elección y que esa decisión se mantenga) y tenemos esta capacidad de abstracción, podemos comprometernos.
La fórmula que recitamos al casarnos, es una fórmula genérica, “prometo serte fiel, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad…todos los días de nuestra vida”, estamos expresando que desconocemos cuales son las circunstancias concretas por las que vamos a pasar, pero haciendo abstracción de ellas declaramos que no tendrán la fuerza suficiente para impedir que cumplamos nuestra palabra. El compromiso matrimonial está unido a una ignorancia fundamental sobre el futuro. Se ignora, al prometer fidelidad a nuestro cónyuge, qué futuro nos espera e incluso como habrá evolucionado el ser amado el día de mañana. Sin embargo, esta ignorancia confiere al juramento su valor y su fundamento. No se trata de responder a algo que sea dado absolutamente.

La limitación impuesta por el compromiso conyugal es un enriquecimiento, porque posibilita la acción y la configuración del propio ser en una línea determinada. No existe oposición entre libertad y compromiso, es la libertad la que posibilita el compromiso conyugal. Esta forma de entregarnos con lo que somos y tenemos, esta forma de donación personal, necesita estar vinculada a una promesa de esta índole.

No hay comentarios:

Publicar un comentario