(RV).- “La escucha de la
Palabra de Dios debe ser una de las principales actitudes de un teólogo antes
que el estudio”, lo afirmó el Papa Francisco al recibir a los miembros de la
Comisión Teológica Internacional, al inicio de un nuevo quinquenio de trabajo.
En su discurso el Santo Padre
invitó a prestar atención a los aportes de las mujeres en este ámbito y
solicitó a todos los presentes a preservar la unidad en el pluralismo de puntos
de vista. A los presentes les recordó la misión por la cual fue creada esta
Comisión:
«estudiar los problemas doctrinales de gran importancia, especialmente aquellos
que presentan nuevos aspectos, y de este modo ofrecer su ayuda al Magisterio de
la Iglesia» (Estatutos, art. 1).
Los veintisiete documentos publicados hasta ahora – recordó el
Papa – son el testimonio de este compromiso y un punto de referencia para el
debate teológico.
El Pontífice precisó además, que con su trabajo teológico, esta
Comisión ofrece un servicio a la Iglesia universal y para ello es necesario
escuchar la Palabra de Dios antes que estudiarla:
«Su misión es servir a la Iglesia, lo que presupone no solo
capacidades intelectuales, sino también disposiciones espirituales. Entre estas
últimas, quisiera llamar su atención sobre la importancia de la escucha… El
teólogo es sobre todo un creyente que escucha la palabra del Dios vivo y lo
recibe en el corazón y en la mente. Pero el teólogo también debe ponerse
humildemente en escucha de «lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap. 2,7)
De hecho, junto a todo el pueblo cristiano, el teólogo abre los
ojos y los oídos a los “signos de los tiempos”. Está llamado a «escuchar
atentamente, discernir e interpretar los diversos lenguajes de nuestro tiempo,
y saberlos juzgar a la luz de la Palabra de Dios – es ella la que juzga, la
Palabra de Dios – para que la verdad revelada sea mejor entendida siempre, sea
mejor comprendida y pueda venir presentada en forma más adecuada» (Conc. Ecum.
Vat. II, Cost. Gaudium e spes, 44).
En esta óptica señaló el Santo
Padre y refiriéndose a la composición tan diversificada de la Comisión, exhortó
a una mayor presencia de las mujeres en este campo teológico. “Es necesario
reflexionar sobre el rol que las mujeres tienen y deben tener en el campo de la
teología”, afirmo Francisco. De hecho, «la Iglesia reconoce el aporte
indispensable de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y
ciertas capacidades peculiares que son frecuentemente propias de las mujeres.
Los invito pues, dijo el Obispo de Roma, a sacar el mayor provecho de este
aporte especifico de las mujeres a la inteligencia de la fe. Evidenciando otra característica de esta
Comisión, se refirió a su aspecto internacional:
«Otra característica de esta Comisión es su carácter
internacional, que refleja la catolicidad de la Iglesia. La diversidad de los
puntos de vista debe enriquecer la catolicidad sin dañar a la unidad. La unidad
de los teólogos católicos nace de la común referencia a una sola fe en Cristo y
se nutre de la diversidad de los dones del Espíritu Santo. A partir de este
fundamento y en un sano pluralismo, varios aportes teológicos, desarrollados en
diversos contextos culturales y con diversos métodos utilizados, no pueden
ignorarse mutuamente, sino en el diálogo teológico deberían enriquecerse y
corregirse recíprocamente».
El Papa Francisco concluyó su
discurso hablando de la Virgen Inmaculada, como testigo privilegiado de los
grandes eventos de la historia de la salvación, quien «conservaba todas estas
cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2,19):
«Mujer de la escucha, mujer de la contemplación, mujer de la
cercanía a los problemas de la Iglesia y de la gente. … María es así el ícono
de la Iglesia la cual, en la impaciente espera del Señor, progresa, día a día,
en la inteligencia de la fe, gracias también al trabajo paciente de los
teólogos y las teólogas. La Virgen, maestra de la auténtica teología, nos
asegure, con su materna oración, que nuestra caridad «crezca siempre más en
conocimiento y en pleno discernimiento» (Fil 1,9-10). En este camino los
acompaño con mi Bendición y les pido por favor de rezar por mí. Orar
teológicamente, gracias».
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