Publicado el 17 de dic. de 2014
“La familia
de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia,
da toda familia. Y como sucede en aquellos treinta años en Nazaret, así puede
suceder también para nosotros: hacer que se transforme en normal el amor y no
el odio, hacer que se transforme en común la mutua ayuda, no la indiferencia o la
enemistad”. En la audiencia general en la plaza de San Pedro, el Papa recordó
que el Hijo de Dios nació para salvar el mundo en una periferia del Imperio
Romano, no en una gran ciudad, en “una periferia casi invisible, o mejor dicho,
más bien de mala fama”.
Y justamente allí, Jesús creció en la normalidad, por treinta años, trabajando
con José, participando a la “escucha de las Escrituras, en la oración del salmo y en tantas otras costumbres de la vida cotidiana...
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