Palabras
del Papa Francisco antes de rezar el Ángelus dominical
Queridos
hermanos y hermanas:
En
esta celebración eucarística he dado gracias a Dios con ustedes, pero también
por ustedes: aquí la fe, después de los años de persecución, ha hecho
maravillas. Quisiera recordar a tantos cristianos valientes, que han tenido fe
en el Señor y han sido fieles en la adversidad. A ustedes les digo, como hizo
san Juan Pablo II, las palabras del apóstol Pedro: «¡Honor a ustedes, que creen!»,
(1 P 2,7; Homilía, Bakú, 23 Mayo 2002).
Nuestro
pensamiento se dirige ahora a la Virgen María, venerada en este país también
por los no cristianos. Nos dirigimos a ella con las palabras con las que el
ángel Gabriel le anunció la buena noticia de la salvación, que Dios había
preparado para la humanidad.
Queridos
fieles de Azerbaiyán, al resplandor de la luz que brilla en el rostro materno
de María, les dirijo un cordial saludo, alentándolos a testimoniar con alegría
la fe, la esperanza y la caridad, unidos entre ustedes y con sus Pastores.
Saludo y doy las gracias en particular a la familia salesiana, que les cuida
tanto y promueve diversas buenas iniciativas, y a las Misioneras de la Caridad:
Continúen con entusiasmo su trabajo al servicio de todos.
Encomendamos
estos deseos a la intercesión de la Santísima Madre de Dios e invocamos su
protección sobre vuestras familias, los enfermos y los ancianos, y sobre
cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu.
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