Palabras del Papa Francisco antes del rezo del Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy la segunda lectura de la Liturgia de la Palabra nos
presenta la exhortación de San Pablo a Timoteo, su colaborador e hijo
predilecto, en la que reflexiona sobre la propia existencia de apóstol
totalmente consagrado a la misión (cfr 2 Tm 4,6-8.16-18). Viendo ya cercano el
final de su camino terrenal, la describe en referencia a tres estaciones: el
presente, el pasado, el futuro.
Al presente, lo interpreta con la metáfora del sacrificio:
«Yo estoy a punto de ser sacrificado» (v. 6). Por lo que se refiere al pasado,
Pablo indica su vida transcurrida con las imágenes de la «buena batalla» y de
la «carrera» de un hombre que ha sido coherente con los propios compromisos y
las propias responsabilidades (cfr v. 7); en consecuencia, confía en el
reconocimiento futuro por parte de Dios, que es «juez justo» (v. 8). Pero la
misión de Pablo ha resultado eficaz, justa y fiel solamente gracias a la
cercanía y a la fuerza del Señor, que ha hecho de él un anunciador del
Evangelio a todos los pueblos. He aquí su expresión: «El Señor me ayudó y me
dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los
gentiles» (v. 17).
En este relato autobiográfico de San Pablo se refleja la
Iglesia, especialmente hoy, Jornada Misionera Mundial, cuyo tema es “Iglesia
misionera, testimonio de misericordia”. En Pablo la comunidad cristiana
encuentra a su modelo, en la convicción que es la presencia del Señor la que
hace eficaz el trabajo apostólico y la obra de evangelización. La experiencia
del Apóstol de los gentiles nos recuerda que debemos comprometernos en las
actividades pastorales y misioneras, por un lado, como si el resultado
dependiese de nuestros esfuerzos, con el espíritu de sacrificio del atleta que
no se detiene ni siquiera ante las derrotas;
por otro lado, sabiendo que el verdadero éxito de nuestra misión es un don de
la Gracia: es el Espíritu Santo que hace eficaz la misión de la Iglesia en el
mundo.
¡Hoy es tiempo de misión y es tiempo del coraje! Coraje de
reforzar los pasos vacilantes, de retomar el gusto de gastarse por el
Evangelio, de readquirir confianza en la fuerza que la misión trae
consigo. Es tiempo del coraje, también
si tener coraje no significa tener la garantía del éxito. Nos es pedido el
coraje para luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no
necesariamente para convertir. Nos es pedido el coraje para ser alternativos al
mundo, pero sin convertirnos jamás en polémicos o agresivos. Nos es pedido el
coraje para abrirnos a todos, sin disminuir jamás lo absoluto y único de
Cristo, único salvador de todos. Nos es pedido el coraje para resistir a la
incredulidad, sin volvernos arrogantes. Nos es pedido también el coraje del
publicano del Evangelio de hoy, que con humildad no se atrevía a levantar los
ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo ¡Oh Señor, ten piedad de
este pecador! Hoy es tiempo del coraje. ¡Hoy es necesario el coraje!
La Virgen María, modelo de la Iglesia “en salida” y dócil al
Espíritu Santo, nos ayude a todos a ser, en la fuerza de nuestro Bautismo,
discípulos misioneros para llevar el mensaje de la salvación a la entera
familia humana.
(Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano)
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