¿Cuál es la tentación de los creyentes que se alejan del estilo de servicio y terminan por hacer la vida inservible? Jorge Mario Bergoglio ha destacado dos:
- “Una es dejar que el corazón se vuelva tibio. Un corazón tibio se encierra en una vida perezosa y sofoca el fuego del amor. El que es tibio vive para satisfacer sus comodidades, que nunca son suficientes, y de ese modo nunca está contento; poco a poco termina por conformarse con una vida mediocre. El tibio reserva a Dios y a los demás algunos ‘porcentajes’ de su tiempo y de su corazón, sin exagerar nunca, sino más bien buscando siempre recortar”.
- “La segunda tentación en la que se puede caer es la de pensar como dueños, de trabajar sólo para ganar prestigio y llegar a ser alguien. Entonces, el servicio se convierte en un medio y no en un fin, porque el fin es ahora el prestigio, después vendrá el poder, el querer ser grandes”.
El Papa ha querido cerrar esta primera homilía en Azerbaiyán con las palabras de la última santa de la Iglesia católica: “Que nos ayude la intercesión de la Virgen Inmaculada y de los santos, en particular santa Teresa de Calcuta, los frutos de cuya fe y servicio están entre vosotros. Acojamos algunas de sus espléndidas palabras, que resumen el mensaje de hoy: “El fruto de la fe es el amor; el fruto del amor es el servicio; y el fruto del servicio es la paz’”.
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