«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


30 de octubre de 2014

Papa: «el diablo no es un mito», «oración, verdad y justicia para combatirlo»

(RV).- La vida cristiana es un «combate» contra el demonio, el mundo y las pasiones de la carne, recordó el Papa Francisco, en la Misa matutina, de este jueves en la Capilla de la Casa de Santa Marta. Reflexionando sobre la Carta de San Pablo a los Efesios, reiteró que el diablo existe y «debemos luchar contra él», con la «armadura» de la verdad. Fortaleza y valentía en el Señor. El Santo Padre centró su homilía en las palabras de San Pablo que, dirigiéndose a los Efesios, «desarrolla en un lenguaje militar la vida cristiana». Y subrayando que «la vida en Dios se debe defender, se debe luchar para llevarla adelante», hizo hincapié en que se necesita fortaleza y valentía «para resistir y anunciar». Para «ir adelante en la vida espiritual se debe combatir. No es una simple lucha, sino un combate continuo», volvió a reiterar el Papa, recordando luego que «los enemigos de la vida cristiana» son tres: «el demonio, el mundo y la carne». Es decir nuestras pasiones «que son las heridas del pecado original». Por cierto, destacó también el Obispo de Roma, «la salvación que nos da Jesús es gratuita», pero estamos llamados a defenderla:

«¿De qué me tengo que defender? ¿Qué tengo que hacer? ‘Revístanse con la armadura de Dios’ nos dice Pablo. Es decir que lo que es de Dios nos defiende, para resistir a las insidias del diablo. ¿Está claro? Claro. No se puede pensar en una vida espiritual, en una vida cristiana, sin revestirse de esta armadura de Dios, que nos da fuerza y nos defiende».

San Pablo subraya que esta lucha nuestra no es contra las cosas pequeñas, «sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal».  «Es decir, contra el diablo y los suyos», insistió el Papa Bergoglio, señalando que «sin embargo a esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estamos muy convencidos de ello». Además «San Pablo dice cómo es la armadura de Dios, cuáles son las diversas armaduras, que conforman esta armadura de Dios. Y señala: «Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza». Ésta es la armadura de Dios: la verdad».

Recordando que «el diablo es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la mentira», y reiterando con San Pablo, que hay que estar «ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza», el Santo Padre volvió a destacar que «no se puede ser cristianos, sin trabajar continuamente para ser justos. No se puede». Nos ayudaría mucho preguntarnos ¿creo o no creo? ¿creo un poco sí y un poco no? ¿soy un poco mundano y un poco creyente? «Sin fe no se puede ir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús», insistió el Papa, haciendo hincapié en que «necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos tira flores, sino flechas encendidas, para asesinarnos». Por lo que exhortó a «tomar el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios». Y a «elevar constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu»:

«La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría que el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco perezosos, no, en la lucha, y nos dejamos llevar por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores ¡todos! Pero no se desalienten. Ánimo, valentía y fortaleza, porque el Señor está con nosotros»

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