(RV). “El gran desafío del
Sínodo será poner en evidencia el fundamento de la doctrina de la Iglesia sobre
el matrimonio y la familia que está en el Evangelio. Es importante porque el
Evangelio puede entrar en contacto con la vida concreta”. A subrayarlo ante los
micrófonos de nuestro colega del programa italiano Fabio Colagrande es el p.
Juan José Pérez Soba, ordinario en teología pastoral del matrimonio y de la
familia del Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Pontificia Universidad
Lateranense.
“Si examinamos los diferentes problemas pastorales uno a la vez, arriesgamos
con dar una respuesta fragmentada – explica el teólogo español- es el Evangelio
aquel que da unidad y esperanza y sana verdaderamente las heridas”.
Sobre la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para comunicar el Evangelio
de la familia, remarcado por el Instrumentum laboris presentado este
jueves, p. Pérez Soba está convencido de que los nuevos lenguajes ya existan,
pero que ahora es necesario hacerlos conocer.
Existe ya la gran catequesis de San Juan Pablo II, “el Papa de la Familia” como
lo rebautizó Papa Francisco el día de su canonización. El de Wojtyla es un
lenguaje muy nuevo y si el Sínodo contribuirá a hacerlo conocer más será “una
gran riqueza para toda la Iglesia”, afirma.
Acerca de la dificultad que las personas tienen hoy de reconocer el concepto
de “ley natural” unido a la familia, explica que “ya al oír hablar de ‘ley’
la gente tiene una reacción equivocada, pero el concepto de ley en el antiguo
testamento tiene un valor mucho más positivo de cuanto se piensa, porque
encarna la sabiduría de Dios que es comunicada al hombre.
Si la ley natural se entiende como un comando arbitrario ordenado al hombre no
se capta el valor. Esto deriva de una falta de catequesis básica sobre la ley
natural en el interior de la revelación. Es un concepto que no implica un
mandato, sino la profunda unidad de destino entre los hombres”.
A propósito de la paradoja entre el deseo fuerte de matrimonio y familia
presente en la sociedad y la crisis de estas instituciones - en
relieve en el instrumento de trabajo – p. Pérez Soba está convencido de que es
un dato conocido desde hace mucho tiempo.
“Los estudios sociológicos demuestran que la familia es la institución más
apreciada. Sin embargo, existe una brecha real entre una cultura que
distorsiona la comprensión de la familia y el deseo de la familia presente en
las personas. Y esto para la Iglesia es un gran desafío pastoral y una gran
oportunidad de la cual debe ser consciente, perdiendo el miedo a hablar de
familia”.
“Es necesario seguir las enseñanzas de San Juan Pablo II - continúa el teólogo
español - quien nos invitó a hablar a los corazones de la gente, porque es allídonde
está el deseo de familia y no en las leyes que muchos quieren cambiar. La Iglesia
debe hacer que las personas puedan vivir más plenamente lo que quieren. Es
decir, la familia”.
Una de las situaciones pastorales difíciles resaltadas en el Instrumentum es
el de la convivencia o uniones de hecho que corresponden a una
concepción privada del amor. “La Iglesia debe hacer comprender que así el amor
se convierte en un amor que no se expande a toda la vida. Y se hace así sólo
por miedo, porque la gente en realidad no desea esto. El Evangelio nos insta a
creer de verdad en el amor y a no considerarlo una cosa más, entre muchas
otras. El Evangelio cura el corazón del hombre que es capaz de experimentar la
belleza del amor”.
Sobre las situaciones de irregularidad canónica, separaciones, divorcios y
el pedido de algunos divorciados vueltos a casar de acceder a los sacramentos,
todos elementos presentes en el Instrumentum, el teólogo español señala que
siempre se debe resaltar la realidad doctrinal y no pensar, por lo tanto, que
desde el punto de vista pastoral, se puede hacer cualquier cosa. Está en juego
la realidad del sacramento del matrimonio que la Iglesia ha recibido de Cristo.
Y la fidelidad a Cristo debe ser la luz fundamental para
llegar a las personas que necesitan la misericordia de la verdad del amor. Es
necesario sanar algunas heridas y no, exclusivamente, afirmar que algunas
heridas no tienen importancia”.
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