El Papa Francisco presidió este
miércoles la Audiencia General desde la Plaza de San Pedro, donde exhortó a las
madres a pedir a Dios el don de poder aconsejar a sus hijos ante las
dificultades, pues este don del Espíritu “hace que nuestra conciencia sea capaz
de hacer una elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y
de su Evangelio”.
El Santo Padre continuó este miércoles
su catequesis sobre los dones del Espíritu Santo y recordó que años atrás,
cuando confesaba en el Santuario de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, se
le acercó un joven que ante un grave problema le pidió consejo a su madre, y
esta le dijo “anda a ver a la Virgen y Ella te dirá lo que debes hacer”. “¡Esta
es una mujer que tenía el don del consejo! (...) Ustedes mamás, que tienen este
don, ¡pidan este don para sus hijos! El don de aconsejar a los hijos. Es un don
de Dios”, expresó el Papa.
A continuación presentamos el texto
completo de la catequesis gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Los dones del Espíritu: el Consejo
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hemos escuchado en la lectura aquella
parte del libro de los Salmos que dice “el Señor me aconseja, el Señor me habla
interiormente”. Y este es otro don del Espíritu Santo: el don del consejo.
Sabemos cuánto es importante, sobre todo en los momentos más delicados, el
poder contar con las sugerencias de personas sabias y que nos quieren. Ahora, a
través del don del consejo, es Dios mismo, con el Espíritu Santo, que ilumina
nuestro corazón, para hacernos comprender el modo justo de hablar y de
comportarse y el camino a seguir. Pero ¿cómo actúa este don en nosotros?
En el momento en el cual lo recibimos y
lo acogemos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a
hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros
sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo,
nos lleva siempre más a dirigir la mirada interior sobre Jesús, como modelo de
nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos.
El consejo, es entonces el don con el
cual el Espíritu Santo hace que nuestra conciencia sea capaz de hacer una
elección concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su
Evangelio. Y de este modo, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace
crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad. Y nos ayuda a no caer en
posesión del egoísmo y del propio modo de ver las cosas. Así el Espíritu nos
ayuda a crecer y también a vivir en comunidad.
La condición esencial para conservar
este don es la oración. Pero siempre volvemos sobre lo mismo ¿no? La oración.
Pero es tan importante la oración, rezar. Rezar las oraciones que todos
nosotros sabemos desde niños, pero también rezar con nuestras palabras. Rezar
al Señor: Señor ayúdame, aconséjame, ¿qué tengo que hacer ahora?
Y con la oración hacemos lugar para que
el Espíritu venga y nos ayude en aquel momento, nos aconseje sobre lo que
nosotros debemos hacer. La oración. Jamás olvidar la oración, jamás. Nadie se
da cuenta cuando nosotros rezamos en el autobús, en la calle: oramos en
silencio, con el corazón. Aprovechemos estos momentos para rezar. Rezar para
que el Espíritu nos dé este don del consejo.
En la intimidad con Dios y en la escucha
de su Palabra, poco a poco dejamos de lado nuestra lógica personal, dictada la
mayor parte de las veces por nuestra cerrazón, por nuestros prejuicios y
nuestras ambiciones, y en cambio, aprendamos a preguntar al Señor: ¿cuál es tu
deseo? ¡Pedirle consejo al Señor! Y esto lo hacemos con la oración.
De esta manera madura en nosotros una
sintonía profunda, casi innata con el Espíritu y comprobamos qué verdaderas son
las palabras de Jesús citadas en el Evangelio de Mateo: "No se preocupen
de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a
conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el
Espíritu de su Padre hablará en ustedes".
Es el Espíritu que nos aconseja. Pero
nosotros debemos darle espacio al Espíritu para que nos aconseje, y dar espacio
es rezar. Rezar para que Él venga y nos ayude siempre.
Y al igual que todos los otros dones del
Espíritu, entonces, el consejo es también un tesoro para toda la comunidad
cristiana. El Señor nos habla no solamente en la intimidad del corazón, nos
habla sí, pero no solamente allí, sino también a través de la voz y el
testimonio de los hermanos.
¡Realmente es un gran don poder
encontrar hombres y mujeres de fe que, especialmente en los momentos más
complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro
corazón y a reconocer la voluntad del Señor!
Yo recuerdo una vez que yo estaba en el
confesionario - y había una fila larga adelante - en el Santuario de Luján. Y
estaba en la fila un muchacho todo moderno, ¿no? Con aritos, tatuajes, todas
las cosas. Y vino para decirme lo que le sucedía a él. Era un problema grande,
difícil. ¿Y tú qué harías? Y me dijo esto: yo le he contado todo esto a mi
madre y mi madre me dijo: anda a ver a la Virgen y Ella te dirá lo que debes
hacer. ¡Esta es una mujer que tenía el don del consejo! No sabía cómo salir del
problema del hijo, pero le ha indicado el camino justo: “anda a ver a la Virgen
y Ella te dirá”.
Este es el don del consejo, dejar que el
Espíritu hable. Y esta mujer humilde y simple, ha dado al hijo el más verdadero
consejo, el más verdadero consejo. Porque este joven me dijo: “yo he mirado a
la Virgen y he sentido que tengo que hacer esto, esto y esto. Yo no tuve que
hablar. Lo hicieron todo la madre, la Virgen y el muchacho. ¡Éste es el don del
consejo! Ustedes mamás, que tienen este don, ¡pidan este don para sus hijos! El
don de aconsejar a los hijos. Es un don de Dios.
Queridos amigos, el Salmo 16 nos invita
a orar con estas palabras: "Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de
noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: él está a mi
lado, nunca vacilaré". Que el Espíritu siempre pueda infundir en nuestro
corazón esta certeza y nos llene así con su consuelo y su paz! Pidan siempre el
don del consejo. ¡Gracias!
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