Texto completo de las palabras del
Papa antes del rezo del Regina Coeli
«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos
días!
Sabemos que cada domingo hacemos memoria de la resurrección del Señor Jesús, pero en este periodo después de la Pascua, el domingo se reviste de un significado aún más iluminante. En la tradición de la Iglesia, este domingo, el primero después de la Pascua, se denominaba ‘in albis’. ¿Qué significa esto? Esta expresión se proponía evocar el rito que cumplían cuantos habían recibido el bautismo en la Vigilia de Pascua. A cada uno de ellos se les entregaba una túnica blanca – ‘alba’ – ‘blanca’, para indicar la nueva dignidad de los hijos de Dios. Aún hoy se sigue haciendo, a los recién nacidos se les ofrece una pequeña túnica simbólica, al tiempo que los adultos visten una verdadera, como vimos en la Vigilia Pascual. Y aquella túnica blanca, en el pasado, se llevaba puesta durante una semana, hasta este domingo y de ello deriva el nombre ‘in albis deponendis’, que significa el domingo en el que se quita la túnica blanca. Y así, cuando se quitaban la túnica blanca, los neófitos comenzaban una vida nueva en Cristo y en la Iglesia.
Hay
otra cosa. En el Jubileo del año 2000, San Juan Pablo II estableció que este
domingo se dedicara a la Divina Misericordia. ¡Es verdad, fue una bella intuición:
fue el Espíritu Santo el que lo inspiró en esto! Desde hace pocos meses hemos
concluido el Jubileo extraordinario de la Misericordia y este domingo nos
invita a retomar con fuerza la gracia que proviene de la misericordia de Dios.
El Evangelio de hoy es la narración de la aparición de Cristo resucitado a los
discípulos reunidos en el cenáculo (Cfr Jn 20, 19-31). Escribe San Juan que
Jesús, después de haber saludado a sus discípulos, les dijo: «Como el Padre me
envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre
ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los
que ustedes se los perdonen» (21- 23). He aquí el sentido de la misericordia
que se presenta justo el día de la resurrección de Jesús como perdón de los
pecados. Jesús Resucitado ha transmitido a su Iglesia, como primera tarea, su
misma misión de llevar a todos el anuncio concreto del perdón. Ésta es la
primera tarea: anunciar el perdón. Este signo visible de su misericordia lleva
consigo la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado con el Señor.
La
misericordia en la luz de la Pascua se deja percibir como una verdadera forma
de conocimiento. Y esto es importante: la misericordia es una verdadera forma
de conocimiento. Sabemos que se conoce a través de tantas formas. Se conoce a
través de los sentidos, se conoce a través de la intuición, la razón y otras
más. Pues bien, ¡se puede conocer también a través de la experiencia de la
misericordia. Porque la misericordia abre la puerta de la mente para
comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal. La
misericordia nos hace comprender que la violencia, el rencor, la venganza no
tienen sentido alguno y que la primera víctima es la que vive con estos
sentimientos, porque se priva de su propia dignidad. La misericordia abre
también la puerta del corazón y permite expresar cercanía,
sobre todo a cuantos están solos y marginados, porque los hace sentir hermanos
e hijos de un solo Padre. Ella favorece el reconocimiento de cuantos tienen
necesidad de consolación y hace encontrar palabras adecuadas para dar conforto.
Hermanos
y hermanas, la misericordia calienta el corazón y lo vuelve sensible a las
necesidades de los hermanos con el compartir y la participación. La
misericordia, en resumen, nos compromete a todos a ser instrumentos de
justicia, de reconciliación y de paz. Nunca olvidemos que la misericordia es la
clave en la vida de fe y la forma concreta con la que damos visibilidad a la
resurrección de Jesús.
Que
María, Madre de la Misericordia, nos ayude a creer y a vivir con alegría todo
esto»
(Traducción
del italiano: Cecilia de Malak)
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