Texto completo
del Mensaje Pascual del Papa Francisco y bendición Urbi et Orbi
Queridos hermanos y hermanas,¡Feliz
Pascua!
Hoy, en todo el mundo, la Iglesia
renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: Jesús
ha resucitado — Era verdad, ha resucitado el Señor, como había
dicho (cf. Lc 24,34; Mt 28,5-6).
La antigua fiesta de Pascua,
memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo, alcanza aquí su
cumplimiento: con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud
del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna.
Todos nosotros, cuando nos dejamos
dominar por el pecado, perdemos el buen camino y vamos errantes como ovejas
perdidas. Pero Dios mismo, nuestro Pastor, ha venido a buscarnos, y para
salvarnos se ha abajado hasta la humillación de la cruz. Y hoy podemos
proclamar: «Ha resucitado el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se
dignó morir por su grey. Aleluya» (Misal Romano, IV Dom. de Pascua,
Ant. de la Comunión).
En toda época de la historia, el
Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus hermanos perdidos en
los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión —las heridas de su amor
misericordioso— nos atrae hacia su camino, el camino de la vida. También hoy,
él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros oprimidos por tantas
clases de mal.
El Pastor Resucitado va a buscar a
quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la marginación; va a su
encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse a esas personas con
respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no se olvida, que los
convoca de nuevo a la amistad con Dios.
Se hace cargo de cuantos son
víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos
ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de
los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser
explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece
dentro de los muros de su propia casa.
El Pastor Resucitado se hace
compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a
causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías,
de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que
encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la
esperanza en el camino común.
Que en los momentos más complejos y
dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de quien busca la
justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones el valor de
evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico de las armas.
Que en estos tiempos el Señor
sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente para
llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una guerra
que no cesa de sembrar horror y muerte. Que conceda la paz a todo el Oriente
Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.
Que los pueblos de Sudán del Sur,
de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos sin
fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas regiones de
África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor.
Que Jesús Resucitado sostenga los
esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se comprometen en favor
del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas por tensiones políticas
y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la violencia. Que se
construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha contra la plaga de la
corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones pacíficas ante las
controversias, para el progreso y la consolidación de las instituciones
democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho.
Que el Buen Pastor ayude a
ucraniana, todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a
encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los
dramas de quienes sufren las consecuencias.
Que el Señor Resucitado, que no
cesa de bendecir al continente europeo, dé esperanza a cuantos atraviesan
momentos de dificultad, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre
todo para los jóvenes.
Queridos hermanos y hermanas, este
año los cristianos de todas las confesiones celebramos juntos la Pascua.
Resuena así a una sola voz en toda la tierra el anuncio más hermoso: «Era
verdad, ha resucitado el Señor». Él, que ha vencido las tinieblas del pecado y
de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua.
Después de la bendición Urbi et Orbi el Santo Padre dirigió
el saludo pascual:
Queridos hermanos y hermanas,
Dirijo mi deseo de Buena Pascua a
todos ustedes, quienes están reunidos aquí, procedentes de Italia y de otros
países, así como a cuantos están unidos a través de los diferentes medios de
comunicación. Que el anuncio pascual de Cristo Resucitado pueda reavivar las
esperanzas de sus familias y de sus comunidades, en especial de las nuevas
generaciones, futuro de la Iglesia y de la humanidad.
Un agradecimiento especial a
quienes han donado y a quienes han colocado las decoraciones florales, que
también este ano provienen de diferentes países.
Que puedan sentir cada día la
presencia del Señor Resucitado, y compartir con los otros la alegría y la
esperanza que Él nos dona. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buena
fiesta y ¡hasta la vista!
(Traducción del italiano: Mireia
Bonilla – RV)
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