«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


13 de mayo de 2014

12 DE MAYO: MARÍA, PUERTA DEL CIELO

-«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10,7).
“Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en (la sala de arriba) del alojamiento.” (Lc 2, 6-7)
Virgen María, en verdad tú eres la puerta escogida por Dios para que su Hijo viniera al mundo, gestado en tus entrañas como verdadero hombre. Dios ha querido que tú fueras la mediación necesaria para que el Verbo tomara carne. Tú, por dar a luz a tu Hijo, eres la puerta y la casa de Dios.

La Iglesia te invoca como  Medianera de todas las gracias, la mejor intercesora, y si Jesús dijo: “nadie va al Padre, sino por mí”, de alguna forma nadie podremos llegar a Cristo, sino por ti. El Concilio Vaticano II llegó a afirmar: “Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora.” (LG 62)
San Anselmo escribe de ti en uno de sus sermones: “Valiéndose de María, se hizo Dios un Hijo, no distinto, sino el mismo, para que realmente fuese uno y mismo el Hijo de Dios y de María. Todo lo que nace criatura de Dios, y Dios nace de María. Dios creó todas las cosas, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas, se hizo a sí mismo mediante María; y, de este modo, volvió a hacer todo lo que había hecho. El que pudo hacer todas las cosas de la nada no quiso rehacer sin María lo que había sido manchado.”
Dice Jesús: -«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas» (Jn 10, 1-2).
Entonces, podríamos también afirmar que quien va a Jesús sin pasar por ti, de alguna forma comete un allanamiento de morada.
En la letanía lauretana se te llama  “Puerta del Cielo”, pero no solo eres la puerta de la última morada de quienes peregrinamos por este valle, a veces tan a oscuras, sino que ya eres puerta de gracia, puerta de misericordia. La fe de los sencillos te ha invocado con nombres muy entrañables y se sabe acoger a tu mediación, para acceder al trono de gracia.
Tú eres, María, la Puerta Santa por la que entrar en el recinto sagrado de la gracia y de la misericordia, por la que entrar a tu propio Hijo.
Fuente: Ciudad Redonda.es


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