«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


5 de marzo de 2015

DIGNIDAD INALIENABLE DE TODA VIDA HUMANA, REITERA FRANCISCO, CON JUAN PABLO II



(RV).- El importante deber y responsabilidad de toda sociedad de cuidar y asistir a los ancianos. La medicina y la ciencia siempre al servicio de los que sufren y de los ancianos y nunca de los intereses económicos, tampoco de los Estados. Repito el llamamiento de san Juan Pablo II por el respeto y la tutela de toda vida humana, dijo el Papa Francisco a los participantes en la Asamblea general de la Pontificia Academia para la Vida, sobre el tema «Asistencia al anciano y cuidados paliativos».
Respeto, amor y servicio a toda vida humana, camino para verdadera justicia, paz y libertad
«La persona humana sigue siendo siempre preciosa, aun cuando está marcada por la ancianidad y la enfermedad… en toda circunstancia es un bien para sí misma y para los demás y es amada por Dios».
«Es la capacidad de servicio a la vida y a la dignidad de la persona enferma, también cuando es anciana, que mide el verdadero progreso de la medicina y de la sociedad entera. Repito el llamamiento de san Juan Pablo II: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad !Evangelium Vitae, 5».
Nunca ganancias ante el cuidado  que se debe a la persona anciana y a todo ser humano
Tras recordar el mandamiento bíblico que nos pide honrar a los padres y madres y señalando «su acuciante actualidad para la sociedad contemporánea, donde la lógica de la utilidad pasa por encima de la solidaridad y de la gratuidad, aun en las familias», el Obispo de Roma subrayó la «responsabilidad» y el «deber de tener el máximo respeto y de cuidar al que, por su condición física o social, podría ser ‘dejado morir’ o ‘hecho morir’»:
«Toda la medicina tiene un papel especial en la sociedad como testimonio del honor que se debe a la persona anciana y a todo ser humano. Evidencia y eficiencia no pueden ser los únicos criterios en gobernar la acción de los médicos, así como tampoco son las reglas de los sistemas sanitarios y el provecho económico. Un Estado no puede pensar en ganancias con la medicina. Al contrario, no hay deber más grande para una sociedad que el de custodiar a la persona humana».
Destacando los avances en los cuidados paliativos, no sólo en acompañar a los enfermos oncológicos, sino en su aplicación en varias enfermedades, a menudo enlazadas con la ancianidad, el Papa Francisco recordó también que, en primer lugar, los ancianos necesitan el cuidado y el cariño de sus familiares. «El ser abandonados es la enfermedad más grave de los ancianos y también la injusticia más grande que pueden sufrir, aquellos que nos han ayudado a crecer no deben ser abandonados cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor y nuestra ternura».
El Santo Padre concluyó su denso discurso con palabras de aliento en lo que respecta al compromiso científico y cultural para asegurar los cuidados paliativos a todos los que los necesitan. A los profesionales y a los que estudian, especializándose en estos cuidados tan importantes, como los que salvan la vida. Y les deseó que sigan el estudio y la investigación, para que la obra de promoción y de defensa de la vida sea cada vez más eficaz y fecunda. Que los asista la Virgen Madre de Vida y los acompañe su  bendición.


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