(RV).- En el miércoles de la V semana de Pascua, el Papa Francisco reflexionó a partir de la parábola del Buen Samaritano para seguir explicando cómo Jesús ha llevado la misericordia hasta su pleno cumplimiento: "Con la parábola del buen samaritano - dijo - Jesús nos enseña que para heredar la vida eterna tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos". Las figuras de la parábola son tres, un sacerdote, un levita y un samaritano. "Los dos primeros son figuras relacionadas con el culto del templo; el tercero es un judío cismático, considerado como un extranjero, pagano e impuro".
En el
camino de Jerusalén a Jericó, un
sacerdote y un levita se encuentran con un moribundo, que los ladrones
atacaron, robaron y abandonaron. La ley del Señor en este tipo de situaciones
requería socorrerlo, pero ambos pasaron sin detenerse. El samaritano en cambio,
"aquel despreciado", cuando vio el hombre herido no pasó de largo
como los otros dos, sino que "tuvo compasión", lo que
significa "padecer con".
Explicando
de este modo la parábola narrada por el
mismo Jesús, en su catequesis impartida en italiano, el Papa Francisco se
detuvo a señalar que "no es automático que los que frecuentan la casa
de Dios y conocen su misericordia sepan amar al prójimo":
"Puedes conocer toda la biblia, toda la liturgia, toda la teología",
dijo, pero "del conocer, no es automático el amar".
"El
amor cristiano es un amor comprometido que
se hace concreto en la vida - indicó el Papa hablando en nuestro idioma. En los
gestos concretos de misericordia del buen samaritano reconocemos el modo de
actuar de Dios, que se ha revelado en la historia por medio de acciones
marcadas por la compasión".
El
sacerdote y el levita de la parábola, en
cambio, "ven" pero "ignoran", "miran", pero
"no proceden”. De ahí que Francisco remarcase que "no existe un
verdadero culto si éste no se traduce en servicio al prójimo":
"ante el sufrimiento de tantas personas desahuciadas por el hambre,
la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar
el sufrimiento humano significa ignorar a Dios!".
Dios
tiene "compasión" de nosotros,
significa que Él sufre con nosotros. Por eso la pregunta lanzada por el Obispo
de Roma con la invitación a responderse cada uno en su corazón: "¿Yo,
creo? ¿Creo que el Señor tiene compasión de mí, así como soy, pecador, con
tantos problemas y tantas cosas?". Y la respuesta inmediata:
"Sí".
"Él
no ignora nuestros dolores y sabe cuánto
necesitamos de su ayuda y consuelo, se hace cercano y no nos abandona nunca. El
verdadero amor tampoco hace distinciones entre personas, sino que ve a todos
como prójimos que necesitan de nuestra ayuda y cercanía. Por lo tanto, si
queremos heredar la vida eterna, no podemos ignorar el sufrimiento de los
hombres, si lo hiciéramos estaríamos ignorando a Dios".
Por
último la invitación del Papa a
recibir la llamada de Jesús "a ser buenos samaritanos y a hacernos siervos
los unos de los otros, como Él nos ha enseñado".
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