«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


20 de abril de 2016

CATEQUESIS DEL PAPA: LAS LÁGRIMAS DE LA PECADORA OBTIENEN EL PERDÓN


Texto de la catequesis que el Santo Padre Francisco pronunció en nuestro idioma
El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos leído refleja con claridad un aspecto fundamental de la misericordia: la sinceridad de nuestro arrepentimiento suscita en Dios su perdón incondicional.
Mientras Jesús, invitado por Simón el fariseo, está sentado a la mesa, una mujer, considerada por todos pecadora, entra, se pone a sus pies, los baña con sus lágrimas y los seca con sus cabellos; luego los besa y los unge con el aceite perfumado que ha traído consigo.
La actitud de la mujer contrasta con la del fariseo. El celoso servidor de la ley, que juzga a los demás por las apariencias, desconfía de Jesús porque se deja tocar por los pecadores, y se contamina. La mujer, en cambio, expresa con sus gestos la sinceridad de su arrepentimiento y, con amor y veneración, se abandona confiadamente en Jesús. Cristo no hace componendas con el pecado, que es oposición radical al amor de Dios. Pero no rechaza a los pecadores, sino que los acoge: Jesús, el Santo de Dios, se deja tocar por ellos, sin miedo de ser contaminado, los perdona y los libera del aislamiento al que estaban condenados por el juicio despiadado de quienes se creían perfectos, abriéndoles un futuro.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y América latina.
Queridos hermanos en Cristo, que perdona los pecados, brilla en Él la fuerza de la misericordia de Dios, capaz de transformar los corazones. Abrámonos al amor del Señor, y dejémonos renovar por Él.

Y en esta legua, que nos une – a España y Latinoamérica, a Hispanoamérica – quiero decir también a nuestros hermanos del Ecuador nuestra cercanía y nuestra oración, en este momento de dolor. Gracias.

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