Texto de
la catequesis que el Santo Padre Francisco pronunció en nuestro idioma
El pasaje del Evangelio de Lucas que hemos leído refleja con
claridad un aspecto fundamental de la misericordia: la sinceridad de nuestro
arrepentimiento suscita en Dios su perdón incondicional.
Mientras Jesús, invitado por Simón el fariseo, está sentado a
la mesa, una mujer, considerada por todos pecadora, entra, se pone a sus pies,
los baña con sus lágrimas y los seca con sus cabellos; luego los besa y los
unge con el aceite perfumado que ha traído consigo.
La actitud de la mujer contrasta con la del fariseo. El
celoso servidor de la ley, que juzga a los demás por las apariencias, desconfía
de Jesús porque se deja tocar por los pecadores, y se contamina. La mujer, en
cambio, expresa con sus gestos la sinceridad de su arrepentimiento y, con amor
y veneración, se abandona confiadamente en Jesús. Cristo no hace componendas
con el pecado, que es oposición radical al amor de Dios. Pero no rechaza a los
pecadores, sino que los acoge: Jesús, el Santo de Dios, se deja tocar por
ellos, sin miedo de ser contaminado, los perdona y los libera del aislamiento
al que estaban condenados por el juicio despiadado de quienes se creían
perfectos, abriéndoles un futuro.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos provenientes de España y América latina.
Queridos hermanos en Cristo, que perdona los pecados, brilla
en Él la fuerza de la misericordia de Dios, capaz de transformar los corazones.
Abrámonos al amor del Señor, y dejémonos renovar por Él.
Y en esta legua, que nos une – a España y Latinoamérica, a
Hispanoamérica – quiero decir también a nuestros hermanos del Ecuador nuestra
cercanía y nuestra oración, en este momento de dolor. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario