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Tengo que confesar que, cuando leí que el Papa había elegido al cardenal Schönborn y al cardenal Baldisseri para presentar públicamente su Exhortación Postsinodal, me preocupé un poco. Los antecedentes de ambos cardenales durante las discusiones sinodales no me ofrecían mucha confianza, la verdad, y temí que su presentación fuera un poco sesgada.
Como era de esperar, sin embargo, me equivoqué por completo. Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? La elección del cardenal Baldisseri en particular fue magnífica, porque el cardenal se mostró clarividente en su presentación del documento y nos ofreció una clave interpretativa de toda la Exhortación sencillamente magistral. Sin duda, como deseaba el propio Papa.
Es cierto que, antes de la presentación, hizo alguna afirmación poco feliz. En su carta a los obispos de todo el mundo sobre la Exhortación, el Secretario General del pasado Sínodo dijo que “es necesario recontextualizar la doctrina al servicio de la misión pastoral de la Iglesia”. Afirmar esto es lo mismo que decir que las cartas deben escribirse al servicio del cartero. Todo católico (incluido el propio cardenal) sabe, en cambio, que la misión principal de la pastoral es, precisamente, proclamar la fe de la Iglesia, según el mandato de Cristo: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará (Mc 16,15-16). En ese sentido, la pastoral siempre está al servicio de la fe, de la doctrina de la Iglesia, nunca a la inversa. En fin, una simple expresión u ocurrencia desafortunada del cardenal. Como dirían más finamente los franceses, “Monsieur le Cardinal, il aime bien ses petites boutades!”
En la presentación, sin embargo, el cardenal Baldisseri resaltó la clave para comprender bien la Exhortación según la mens legislatoris, la intención de su autor, que es el Papa. En efecto, el cardenal señaló que el Santo Padre “afirma claramente la doctrina sobre el matrimonio y la familia, y la propone en el capítulo III como un ideal irrenunciable”. El propio Papa ha afirmado lo mismo que el cardenal Baldisseri en varias ocasiones: “El tema no es cambiar la doctrina, sino que la pastoral tenga en cuenta las situaciones de cada persona”.
Esto es fundamental, porque indica que la Exhortación Postsinodal, por voluntad expresa de su autor, solo puede interpretarse a la luz de la doctrina católica sobre el matrimonio y la moral y en ningún caso contra ella. Este principio es cierto de todo documento magisterial, por supuesto, pero tan importante que conviene repetirlo todas las veces que sea necesario, a ejemplo de San Pablo, que decía que repetir las mismas cosas no es molestia para mí y a vosotros os da seguridad (Flp 3,19). En ese sentido, se excluye cualquier interpretación de la Exhortación que pretenda oponerla a la enseñanza anterior del Magisterio, incluidos la Familiaris Consortio, la Veritatis Splendor y los decretos doctrinales de Trento, que conservan toda su validez (como no podría ser de otra manera).
Si esto es cierto de toda la Exhortación, mucho más lo será de sus partes meramente pastorales. Como es lógico (y como se deduce de las palabras del propio Papa Francisco), las afirmaciones prudenciales del Papa están sometidas a la enseñanza de la Iglesia y no a la inversa. Por su propia naturaleza, todo lo prudencial es discutible. ¿Y cuál es el criterio para evaluarlo en este caso? Según dicen el cardenal Baldisseri y el propio Papa, la doctrina “irrenunciable” de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia, que debe “expresarse con claridad”(Amoris Laetitia 79), porque los pastores deben proponer a los fieles “el ideal pleno del Evangelio y la doctrina de la Iglesia” (Amoris Laetitia 308) y la pastoral concreta debe tener en cuenta “tanto las enseñanzas de la Iglesia como las necesidades y los desafíos locales” (Amoris Laetitia 199).
Por lo tanto, si algo hubiera en las consideraciones pastorales de la Exhortación que contradijera o pareciera contradecir a la doctrina de la Iglesia, no solo sería posible discutirlo, sino que sin duda el propio Papa estaría encantado de que así se hiciera, ya que ha expresado con total claridad que no tiene ninguna intención de cambiar la doctrina de la Iglesia. Las opciones pastorales son semper reformandae y deben evaluarse necesariamente a la luz de la enseñanza de la Iglesia. Los laicos tienen el derecho y, a veces, el derecho de plantear estos temas públicamente, siempre con el respeto debido a los pastores, por supuesto (cf. Canon 212 § 3).
Que Dios nos ilumine para que podamos hacerlo así y para que resplandezca siempre la alegría del amor de Dios, que se manifiesta en el amor humano vivido según el Evangelio.
Publicado en Infocatolica por Bruno
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