(RV).- A una semana de la clausura del Jubileo de la Misericordia el Papa Francisco recibió en audiencia en la mañana de este viernes, en el Aula Pablo VI en el Vaticano, a miles de personas que han vivido o que viven en la calle procedentes de toda Europa, en el día de la memoria de San Martín de Tours, célebre por haber dado la mitad de su capa a un mendigo cuando era aún pagano y soldado del Imperio Romano.
La audiencia del Santo Padre forma parte de la celebración del Jubileo de las personas socialmente excluidas, que concluirá el domingo por la mañana, 13 de noviembre, con una Misa presidida por el Pontífice en la Basílica de San Pedro y en la que participarán casi cinco mil personas sin techo, procedentes de 22 países.
El evento, organizado por la asociación “Fratello” (“hermano”) y por la Comunidad de San Egidio, se articula en tres días de encuentro y prevé asimismo una vigilia de oración, el sábado 12 por la tarde, presidida por el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lione, en la Basilica de San Juan Extramuros. La vigilia será precedida por una breve peregrinación hacia la Puerta Santa de la Basílica Ostiense.
El Jubileo de las personas sin hogar es una de las últimas citas antes del cierre de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana, que tendrá lugar el domingo 20 de noviembre.
“Les pido perdón por cada vez que los cristianos ante un pobre miramos hacia el otro lado”: con estas palabras se dirigió el Papa Francisco a las más de 20 delegaciones europeas de personas sin hogar que colmaron el Aula Pablo VI y escucharon con respeto sus palabras.
Después de escuchar atentamente los testimonios de dos participantes, el Santo Padre centró su reflexión en dos palabras: pasión y sueño.
“La pasión – explicó el Papa – que a veces nos hace sufrir, nos pone trabas … Y también la ‘buena pasión’, el apasionamiento por salir adelante. Y la pasión, nos lleva a soñar”. “Sueñen, - les pidió -, que el mundo puede cambiar, es una siembra que nace del corazón de ustedes”. Asegurándoles que “la pobreza está en el corazón del Evangelio”, Francisco les explicó que “solamente aquel que siente la falta de algo mira hacia arriba y sueña”, en cambio dijo “el que tiene todo no puede soñar”. “¡Enséñennos, - les pidió -, a los que tenemos todo: techo, comida, a no estar satisfechos! Con sus sueños enséñennos a soñar desde donde están ustedes: desde el corazón del Evangelio”.
De los labios del Pontífice también la invitación a ser “artesanos de paz” y su consideración por la “dignidad” que los distingue: por su capacidad – explicó – de encontrar belleza en las cosas tristes y en situaciones de dificultad.
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