Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy,
fiesta del Bautismo de Jesús, el Evangelio (Mt 3,13-17) nos presenta la escena
que tuvo lugar a orillas del río Jordán: en medio de la muchedumbre penitente
que avanza hacia Juan el Bautista para recibir el Bautismo está también Jesús –
hacía la fila. Juan quisiera impedírselo diciendo: “Soy yo el que tiene
necesidad de ser bautizado por ti” (Mt 3,14). En efecto, el Bautista es
consciente de la gran distancia que existe entre él y Jesús. Pero Jesús ha
venido precisamente para colmar la distancia entre el hombre y Dios: si Él está
todo de parte de Dios y también todo de parte del hombre, reúne lo que estaba
dividido. Por esto pide a Juan que lo bautice, para que se cumpla toda justicia
(cfr. v. 15), es decir, para que se realice el designio del Padre, que pasa a
través del camino de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y
pecador, el camino de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos.
¡Porque Dios tan cercano a nosotros, tanto!
En el
momento en el que Jesús, bautizado por Juan, sale de las aguas del río Jordán,
la voz de Dios Padre se hace sentir desde lo alto: “Este es mi Hijo muy
querido, en quien tengo puesta toda mi predilección” (v. 17). Y al mismo tiempo
el Espíritu Santo, en forma de paloma, se posa sobre Jesús, que da públicamente
comienzo a su misión de salvación; misión caracterizada por un estilo de siervo
humilde y dócil, dotado sólo de la fuerza de la verdad, como había profetizado
Isaías: “El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles.
No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá
el derecho con fidelidad” (42,2-3). Siervo humilde y manso, he aquí el
estilo de Jesús y también el estilo misionero de los discípulos de
Cristo: anunciar el Evangelio con mansedumbre y firmeza, sin gritar, si gritar
a nadie, sin arrogancia o imposición. La verdadera misión no es jamás
proselitismo sino atracción a Cristo. ¿Pero cómo se hace esto? Con nuestro
testimonio, a partir de la fuerte unión con Él en la oración, en la adoración y
en la caridad concreta, que es servicio a Jesús presente en el más pequeño de
los hermanos. A imitación de Jesús, pastor bueno y misericordioso, y animados
por su gracia, estamos llamados a hacer de nuestra vida un testimonio alegre
que ilumina el camino, que lleva esperanza y amor.
Esta
fiesta nos hace redescubrir el don y la belleza de ser un pueblo de bautizados,
es decir, de pecadores - todos lo somos - salvados por la gracia de Cristo,
insertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de
Jesús con el Padre, recibidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de
una fraternidad que no conoce confines y barreras.
La
Virgen María nos ayude a los cristianos a conservar una conciencia siempre viva
y agradecida de nuestro Bautismo y a recorrer con fidelidad el camino
inaugurado por este Sacramento de nuestro renacimiento. Y siempre humildad,
mansedumbre y firmeza.
Palabras
del Papa al finalizar la oración a la Madre de Dios:
¡Queridos
hermanos y hermanas!
En el
contexto de la fiesta del bautismo del Señor, esta mañana he bautizado a un
lindo grupo de bebés: 28. Oremos por ellos y sus familias. Y también ayer a la
tarde he bautizado a un joven catecúmeno. Me gustaría extender mis oraciones a
todos los padres que en este momento se están preparando para el bautismo de su
hijo, o lo acaban de celebrar. Invoco al Espíritu Santo sobre ellos y sobre los
niños, para que este Sacramento, tan simple y al mismo tiempo tan importante,
sea vivido con fe y alegría.
También
me gustaría invitarles a unirse a la Red Mundial de oración del Papa,
que propaga a través de las redes sociales, las intenciones de oración que
propongo cada mes a toda la Iglesia. Así se lleva adelante el Apostolado de la
Oración y se hace crecer la comunión.
En
estos días de tanto frío pienso y los invito a pensar en todas las personas
que viven en la calle, azotadas por el frío y tantas veces por la
indiferencia. Desgraciadamente, algunos no han sobrevivido, pidamos por ellos y
pidamos al Señor que caliente nuestro corazón para poder ayudarlos.
Saludo
a todos ustedes, fieles y peregrinos de Roma, Italia y de varios países, en
particular el grupo de jóvenes de Cagliari, a quienes animo a continuar en el
camino iniciado con el Sacramento de la Confirmación. Y les doy las
gracias porque me dan la oportunidad de destacar que la confirmación no es sólo
un punto de llegada, como algunos dicen que es el sacramento del “adiós”, no
no…sino que es sobretodo un punto de partida en la vida cristiana. ¡Adelante,
con la alegría del Evangelio!
Les
deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen
almuerzo y hasta pronto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario