(RV).- Jesús tenía
autoridad porque servía a la gente, estaba cerca de las personas y era
coherente, al contrario, los Doctores de la Ley se sentían príncipes. En su
homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta
el Papa Francisco puso de manifiesto estas tres
características de la autoridad de Jesús. El Santo Padre subrayó
que, en cambio, los Doctores de la Ley enseñaban con una autoridad de tipo
clerical, separados de la gente, y que no vivían lo que predicaban.
Jesús servía a la gente mientras los Doctores de la Ley se
sentían príncipes
El Papa Bergoglio centró su reflexión en las
características que diferencian la autoridad de Jesús de la de los Doctores de
la Ley. Mientras el Señor “enseñaba con humildad” y dice a sus discípulos que
“el más grande sea como el que sirve”, es decir, que “se haga pequeño”, los
fariseos se sentían príncipes:
“Jesús servía a la gente, explicaba las cosas para que la
gente comprendiera bien: estaba al servicio de la gente. Tenía una actitud de
servidor, y esto le daba autoridad. En cambio, estos Doctores de la Ley que las
personas… sí, escuchaban, respetaban, pero no sentían que tuvieran autoridad
sobre ellas; estos tenían una psicología de principios: ‘Nosotros somos los
maestros, los príncipes, y nosotros les enseñamos a ustedes. No servicio:
nosotros mandamos, ustedes obedecen’. Y Jesús jamás se hizo pasar como un
príncipe: siempre era servidor de todos y esto es lo que le daba autoridad”.
La segunda característica de la autoridad de Jesús es la
cercanía
Es estar cerca de la gente lo que, en efecto, confiere
autoridad. La cercanía es, por lo tanto, la segunda característica que
diferencia la autoridad de Jesús de la de los fariseos. “Jesús no tenía alergia
a la gente: tocar a los leprosos, a los enfermos, no le producía repugnancia” –
explicó Francisco – mientras los fariseos despreciaban a “la pobre gente
ignorante”, y les gustaba pasear por las plazas, bien vestidos:
“Estaban separados de la gente, no eran cercanos; Jesús
estaba sumamente cerca de la gente, y esto le daba autoridad. Aquellos
separados, estos Doctores tenían una psicología clerical: enseñaban
con una autoridad clerical, o sea con el clericalismo. A mí me
gusta mucho cuando leo acerca de la cercanía a la gente que tenía el Beato
Pablo VI. En el número 48 de la ‘Evangelii Nuntiandi’ se ve el
corazón del pastor cercano: está allí la autoridad de aquel Papa, la cercanía.
Primero: servidor, de servicio, de humildad: el jefe es aquel que sirve, que
voltea todo, como un iceberg. Del iceberg se ve la cúspide; en cambio Jesús da
un vuelco y el pueblo está arriba y Él, que manda, está debajo y desde abajo
manda. Segundo: cercanía”.
Jesús era coherente. La actitud clerical es hipócrita
Pero hay un tercer punto que caracteriza la autoridad de
Jesús en comparación con la de los escribas que es la coherencia. Jesús “vivía
lo que predicaba”: “Había como una unidad, una armonía entre lo que pensaba,
sentía y hacía”. Mientras quien se siente príncipe tiene “una actitud
clerical”, o sea, hipócrita, dice una cosa y hace otra:
“En cambio, esta gente no era coherente y su personalidad
estaba dividida hasta el punto de que Jesús aconseja a sus discípulos: “Hagan
aquello que les dicen, pero no aquello que hacen”. Decían una cosa y hacían
otra. Incoherencia. Eran incoherentes. Y el adjetivo que tantas veces Jesús les
dice a ellos es hipócrita. Y se comprende que uno que se siente
príncipe, que tiene una actitud clerical, que es un hipócrita, ¡no tiene
autoridad! Dirá les verdades, pero sin autoridad. En cambio Jesús, que es
humilde, que está al servicio, que es cercano, que no desprecia a la gente y
que es coherente, tiene autoridad. Y ésta es la autoridad que siente el pueblo
de Dios”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
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