(RV).- “Reconciliación. El amor de Cristo nos apremia”, este es el
tema, tomado de la segunda Carta de San Pablo a los Corintios, para la Semana
de Oración por la Unidad de los Cristianos 2017, que este año coincide con el
5oo° Aniversario de la Reforma Luterana.
El texto bíblico elegido para este año, subraya que la
reconciliación es un don de Dios destinado a toda la creación: «Porque sin
tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios hizo la paz con el mundo
(cosmos) por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de paz»
(v.19). Como consecuencia de la acción de Dios, la persona que ha sido
reconciliada en Cristo está llamada a su vez a proclamar esta reconciliación
con palabras y obras: «El amor de Cristo nos apremia» (v.14). «Somos, pues,
embajadores de Cristo y es como si Dios mismo los exhortara sirviéndose de
nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que hagan las paces con Dios»
(v.20).
El texto pone de relieve que esta reconciliación no se da sin
sacrificio: Jesús entregó su vida, murió por todos. Por ello, los embajadores
de la reconciliación están llamados, en su nombre, a dar su vida de forma
parecida. Ya no viven para sí mismos; sino, viven para Aquel que por ellos
murió.
En este sentido, la celebración anual, que tradicionalmente se
realiza del 18 al 25 de enero, entre las festividades de la confesión de San
Pedro y la conversión de San Pablo, busca promover la oración de Jesús por la
unidad de todos sus discípulos y sostener el conocimiento y la amistad entre
los miembros de las diversas Iglesias y confesiones cristianas. Con ello,
también se invita a los cristianos a evocar la oración de Jesús para sus
discípulos: «para que todos sean uno; [...]; y para que el mundo crea [...]»
(Cfr. Jn 17,21).
Para preparar esta celebración, el Pontificio Consejo para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos, conjuntamente con el Consejo Mundial
de las Iglesias (CMI), a través de su Comisión de Fe y Constitución, han
publicado un texto que guía las celebraciones de cada día. Ya que, el texto de
2 Co 5,14-20 da forma a las reflexiones de los ocho días, que desarrollan
algunas de las enseñanzas teológicas de los diferentes versículos, como sigue:
Día 1: Uno murió por todos
Día 2: Ya no vivan más para sí mismos
Día 3: A nadie valoramos con criterios humanos
Día 4: Lo viejo ha pasado
Día 5: Una nueva realidad está presente
Día 6: Dios nos ha reconciliado con él
Día 7: El ministerio de la reconciliación
Día 8: Reconciliados con Dios
En la celebración ecuménica, el hecho de que Dios ha reconciliado
consigo el mundo es motivo para celebrar. Pero esto también, tiene que incluir
nuestra confesión de pecado antes de escuchar la proclamación de la Palabra y
beber del profundo pozo de la misericordia de Dios. Solo entonces podremos dar
testimonio ante el mundo de que la reconciliación es posible.
Para el tercer día de celebración se propone el tema: “A nadie
valoramos con criterios humanos” (v. 16). Y la meditación propuesta para este
día, parte del encuentro de Pablo con Cristo en el camino a Damasco.
“Encontrarse con Cristo cambia todo de arriba a abajo. Y Pablo tuvo esa
experiencia en el camino a Damasco. Por primera vez – se lee en el documento –
pudo ver a Jesús como quien era realmente: el Salvador del mundo. Su
perspectiva cambió radicalmente. Tuvo que poner a un lado su juicio humano y
mundano. Encontrarnos con Cristo cambia también nuestra perspectiva. Sin
embargo, muchas veces permanecemos en el pasado y juzgamos según criterios
humanos”. Pretendemos decir y hacer cosas «en el nombre del Señor», cuando en
realidad pueden ser solamente, autorreferenciales.
La Oración propuesta para este día dice: “Dios trino, eres el
origen y el fin de todo lo que existe. Perdónanos cuando solo pensamos en
nosotros mismos y nos ciegan nuestros propios criterios. Enséñanos a ser
amables, acogedores y misericordiosos, para que podamos crecer en la unidad que
es un don tuyo. A ti sea el honor y la alabanza por los siglos de los siglos.
Amén”.
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