«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


29 de julio de 2014

El Papa: «Leer el Evangelio te cambia la vida»
En el último Ángelus del mes de julio, el Papa Francisco ha vuelto a invitar a los fieles a leer cada día un fragmento del Evangelio, porque hacerlo «te hace conocer a Jesús verdadero, te hace conocer a Jesús vivo; te habla al corazón y te cambia la vida»
Noticia digital (28-VII-2014)

Justo antes de que termine el mes de julio y miles de personas disfruten de más tiempo libre durante sus vacaciones, el Papa Francisco ha vuelto a proponer la lectura diaria de un pasaje del Evangelio para provocar el cambio personal que tantas personas buscan. Ante miles de peregrinos llegados de todo el mundo, el Santo Padre recordó que «quien conoce a Jesús, quien lo encuentra personalmente, permanece fascinado, atraído por tanta bondad, tanta verdad, tanta belleza, y todo en una gran humildad y sencillez. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús, éste es el gran tesoro».
...pero tú eres otro
El Pontífice explicó que «el Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero, te hace conocer a Jesús vivo; te habla al corazón y te cambia la vida. Y entonces sí, dejas todo. Puedes cambiar efectivamente el tipo de vida, o puedes seguir haciendo lo que hacías antes, pero tú eres otro, has renacido: has encontrado lo que da sentido, lo que sabor, que da luz a todo, también a las fatigas, también a los sufrimientos y también a la muerte. Leer el Evangelio, leer el Evangelio. Hemos hablado de esto. ¿Lo recordáis? Cada día leer un pasaje del Evangelio, y también llevar un pequeño Evangelio con nosotros, en el bolsillo, en la cartera. En cualquier caso tenerlo a mano. Y allí, leyendo un pasaje encontraremos a Jesús».
La experiencia de los santos
La propuesta del Papa viene avalada por la experiencia de un incontable número de cristianos a lo largo de la Historia, como el poverello de Asís, del que tomó su nombre: «Cuántas personas –dijo el Papa–, cuántos santos y santas, leyendo con corazón abierto el Evangelio, se han sentido tan conmovidos por Jesús, que se han convertido a Él. Pensemos en san Francisco de Asís: él ya era cristiano, pero un cristiano al agua de rosas. Cuando leyó el Evangelio, en un momento decisivo de su juventud, encontró a Jesús y descubrió el Reino de Dios, y entonces todos sus sueños de gloria terrena se desvanecieron».
El Reino de Dios es Dios que reina en tu vida
Al explicar las lecturas de la Liturgia del domingo, el Papa desmenuzó la expresión «encontrar el Reino de Dios», que tantas veces se utiliza en la Liturgia y en la vida ordinaria de la Iglesia sin llegar a desentrañar su profundidad, su hondura y su compromiso personal: «Todo adquiere sentido cuando allí, en el Evangelio, encuentras este tesoro, que Jesús llama el Reino de Dios, es decir, Dios que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor, paz y alegría en cada hombre y en todos los hombres. Esto es lo que Dios quiere, es aquello por lo cual Jesús se ha dado a sí mismo hasta morir en una cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y trasladarnos al reino de la vida, de la belleza, de la bondad, de la alegría. Leer el Evangelio es encontrar a Jesús, es tener esta alegría cristiana, que es un don del Espíritu Santo».
Y concluyó: «Queridos hermanos y hermanas, la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios se transparenta, se ve. El cristiano no puede tener escondida su fe, porque transluce en cada palabra, en cada gesto, incluso en los más simples y cotidianos: transluce el amor que Dios nos ha dado mediante Jesús».

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