«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


1 de julio de 2014

PALABRA DE VIDA

«Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo.
Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos»
(Mt 18, 19-20)

Esta es, a mi juicio, una de esas palabras de Jesús que estremecen el corazón. ¡Cuántas necesidades en la vida, cuántos deseos lícitos y buenos que no sabes cómo satisfacer, que no puedes saciar! Estás profundamente convencido de que solo una intervención de lo alto –una gracia del cielo– podría concederte lo que anhelas con todo tu ser. Y entonces oyes repetir de la boca de Jesús, con espléndida claridad, con una certeza inquebrantable, llena de esperanza y de promesa, esta palabra:

«Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

 Habrás leído en el Evangelio que Jesús recomienda en varias ocasiones la oración y enseña a obtener. Pero esta oración en la que nos fijamos hoy es realmente original, pues para poder obtener una respuesta del cielo, exige varias personas, una comunidad. Dice: «Si dos de vosotros». Dos. Es el número más pequeño para formar una comunidad. O sea, que a Jesús no le importa el número sino la pluralidad de los creyentes.
 Como sabrás, también en el judaísmo es sabido que Dios aprecia la oración de la colectividad. Pero Jesús dice algo nuevo: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo». Quiere varias personas, pero las quiere unidas, pone el acento en su unanimidad: quiere que formen una sola voz.
Deben ponerse de acuerdo sobre qué pedir, ciertamente; pero esta petición debe apoyarse sobre todo en una concordancia de los corazones. Lo que Jesús afirma, en realidad, es que la condición para obtener lo que se pide es el amor recíproco entre las personas.

«Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

 Te podrás preguntar: «Pero ¿por qué las oraciones hechas en unidad tienen mayor efecto ante el Padre?»
 Quizá el motivo sea que están más purificadas. Pues ¿a qué se reduce en muchos casos la oración sino a una serie de requerimientos egoístas que recuerdan a mendigos ante un rey más que a hijos ante un padre?
 En cambio, lo que se pide junto con los demás está ciertamente menos contaminado por un interés personal. En contacto con los demás uno es más propenso a oír también las necesidades de ellos y a compartirlas.
No solo eso, sino que es más fácil que dos o tres personas comprendan mejor qué pedirle al Padre.
 Así pues, si queremos que nuestra oración sea atendida, es mejor atenernos exactamente a lo que Jesús dice, o sea:

«Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

 El propio Jesús nos dice dónde radica el secreto de la eficacia de esta oración: este radica enteramente en el «reunidos en mi nombre». Cuando estamos así unidos, entre nosotros está su presencia, y todo lo que pedimos con Él es más fácil de obtener. Pues es Jesús mismo, presente donde el amor recíproco une los corazones, quien pide con nosotros los favores a su Padre. Y ¿puedes imaginarte que el Padre no escuche a Jesús? El Padre y Cristo son un todo.
 ¿No te parece espléndido todo esto? ¿No te da certeza? ¿No te da confianza?

«Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

 Ahora seguramente te interesará saber qué quiere Jesús que pidas.
Él mismo lo dice claramente: «cualquier cosa». O sea, que no hay ningún límite.
 Pues entonces, incluye esta oración en el programa de tu vida. Puede que tu familia, tú mismo, tus amigos, las asociaciones de las que formas parte, tu patria o el mundo que te rodea carezcan de innumerables ayudas porque tú no las has pedido.
 Ponte de acuerdo con tus allegados, con quienes te comprenden o comparten tus ideales, y, una vez dispuestos a amaros como manda el Evangelio, tan unidos como para merecer la presencia de Jesús entre vosotros, pedid. Y pedid lo más que podáis: pedid durante la asamblea litúrgica; pedid en la iglesia; pedid en cualquier lugar; pedid antes de tomar decisiones; pedid cualquier cosa.
 Y sobre todo no dejéis que Jesús quede defraudado por vuestra negligencia después de haberos dado tantas posibilidades.
 La gente sonreirá más; los enfermos tendrán esperanza; los niños crecerán más protegidos y los hogares familiares más armoniosos; se podrán afrontar los grandes problemas en la intimidad de las casas… Y os ganaréis el Paraíso, porque orar por las necesidades de los vivos y de los difuntos es además una de esas obras de misericordia que se nos pedirán en el examen final.

CHIARA LUBICH


Algunas experiencias de personas tratando de vivir la Palabra de vida de junio (“«Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» Mt28, 21):
1. Será por vivir en todo el mundo esa Palabra de Vida, será por ser el mes del Corazón de Jesús, será por… pero lo cierto es que junio ha sido un mes especialmente precioso, y no sólo por la peregrinación a Tierra Santa y por celebraciones de aniversario sacerdotal.
 Cada encuentro con una persona, cada confesión… yo trataba de ser más consciente de esa su promesa ("Yo estoy con vosotros"). Había ratitos que me emocionaba, pues lo que decían unos u otros, o el ejemplo que me daban, o su fidelidad y delicadeza para con Dios y con los demás… era realmente como si me hablara Él o me corrigiera o me animara o me iluminara por dónde seguir creciendo. Incluso con 3 ó 4 personas, (alguna vez por descuido mío, ¡nunca por pretenderlo!), parecía que se había enfriado o incluso estropeado la amistad…, pero buscando el diálogo, pidiendo perdón y creyendo en la misericordia del otro… al final, en cambio, la relación de amistad ha salido purificada y reforzada, y se nota más que "donde dos o más están unidos, allí estoy Yo…".

2.- El haber estado en los Santos Lugares me hace ahora meditar el Evangelio más "visualmente", lo mismo que rezar el Rosario… Ya te conté alguna de mis impresiones; añado aquí un detalle aparentemente marginal, pero que me hizo mucho bien. El guía nos paró en una tienda de diamantes (por lo visto Israel es famoso por tallarlos). Al bajar del bus, un matrimonio me dice: "a nosotros no nos hace falta, ¿verdad? Ya tenemos un diamante". Otro matrimonio luego me dice: "se refieren el uno al otro, ¿no? ¡Qué bonito!". Pero les contesto: "ciertamente lo son el uno para el otro; pero se refiere a otro "Diamante": a "Jesús en medio" de "dos o más unidos en su nombre…", como Tesoro y centro del Castillo Exterior": "Tú, Señor, eres mi único Bien".
Ya en la tienda… este otro matrimonio… el marido pretendía regalarle un diamante a su esposa y ella no quería: ¡fue un "show" él y el vendedor "persiguiéndola" por toda la tienda...! Y este estaba "alucinado", pues siempre es al revés: la mujer suplicándole al marido que le compre un diamante u otra piedra preciosa. Todo ese dinero (aparte de otro que ya traían reservado para ello) se lo dieron a los focolarinos que vinieron a hablarnos la última noche; me decían: "seguro que les vendrá bien a ellos y a las comunidades que atienden; y así tenemos un "tesoro" en el cielo, ¿verdad?". Y al Diamante más cerca de ellos, y de unos y otros. "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". Por otra parte, los cristianos allí están relegados y marginados por todos, y si no fuera por gestos como esta, y por comprar en tiendas de ellos la artesanía religiosa… porque la colecta del Viernes Santo por los Santos Lugares… muchas veces se olvida.

3.-   La celebración en Las Matas de las bodas de diamante sacerdotales de José y mías de plata ha sido un auténtico "derroche" de cariño, detalles y horas por parte de todos. Por lo visto, ¡cuántos ratos previos ideando con ilusión, perdiendo la propia idea y acogiendo la del otro todos a una, proponiendo, discurriendo en unidad… Y eso se notaba, ¡y mucho! ¡Hasta las cosas "hablaban" de la presencia de Jesús!: antes de empezar la Misa, llegando al Centro Mariápolis, experimenté (quizá más palmariamente que nunca) lo que mucha gente (sobre todo niños) dicen: "al entrar aquí parece que entras en otro mundo, que todo te envuelve". ¡Ciertamente!, porque "yo estaré con vosotros…" y "donde dos o más están unidos... allí estoy Yo…". El salón abierto al hall y las sillas perfectamente alineadas (¡luego supe el esfuerzo y los diálogos que requirió!) hablaba ya de una presencia: ¡Jesús en medio! Lo mismo el comedor: elegancia exquisita plasmada en la sencillez ¡con platos y vasos de plástico! Y en la capilla las albas perfectamente alineadas y dobladas en los bancos para que luego nos revistiéramos los concelebrantes. Todo “hablaba”: todo gritaba “amor”; amor concreto de tantos y, (detrás de ello), amor de Dios por mí y por todos.

3b.-     Antes de la celebración subí a la estación de cercanías a recoger a mi hermana y mi sobrina (dieron muchas vueltas y cambios hasta tomar el tren correcto). Y al llegar, me encuentro a una amiga ucraniana, que venía también a participar, pero que ya no sabía hacia dónde dirigirse… Así que no salía de su asombro cuando oyó su nombre y me vio… para ella fue providencial: "Yo estaré con vosotros".

3c.-      Era la primera vez que mis padres (él lleva 20 días bastante delicado, con sus 13 años de Parkinson) no estaban en un acontecimiento familiar. Y eso nos hizo a todos los hijos tener la emoción a flor de piel, (mejor dicho "a flor de garganta y de ojos"), como me pasó en el saludo inicial y un par de veces en la homilía, (la puedes volver a leer con alguna foto en mi blog poniendo en el buscador google: "vidadelapalabra homilía bodas plata"; “vida de la palabra” todo junto, ¡eh!), o a mi hermana en el texto que leyó al acabar la Misa agradeciendo a Dios por su "hermanito mayor"; o los 2 parrafillos que leyeron mis sobrinos, agradeciendo a Dios que el tío Paco juega con ellos y les hace cosquillas; luego cantaron una canción mis hermanos, sobrinos y mi cuñada, precisamente el salmo "Tú, Señor, eres mi Bien", sin saber ellos que, añadiendo (aunque en sí va implícito), "único", (mi único Bien), es algo que repito a menudo (aprendido de Chiara  Lubich) y me ayuda a situar la "brújula" del corazón en la auténtica dirección, eliminando apegos: “¡Tú, Señor, eres mi único Bien!”.
Y después, de parte de mi madre, rezaron la "oración de la familia" (que recita ella siempre que nos reunimos; muchos me la habéis pedido; si quieres la puedes ver en mi blog, poniendo: "vidadelapalabra oración de la familia"). Al final (¡menos mal que no me la leyeron al principio…!) me dieron la notita de mi madre diciéndome que, en el último momento antes de salir, veía que era Voluntad de Dios quedarse con papá (a pesar de que hay una persona de confianza que lo cuida): "Paco, recuerda que siempre he dicho al Señor que eres más suyo que mío. Estaré todo el día muy unida a ti. Que todo sirva para su gloria y que le seamos fieles toda la familia en cada momento. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores".

3d.- El clima de fraternidad luego en la sencilla comida, entremezclada familia, "familia espiritual", amigos de parroquias anteriores, amigos más recientes… fue a decir de unos y otros espectacular. Nuevas amistades entre todos, compartir alegrías y proyectos habiéndose conocido minutos antes... De hecho, al acabar la Misa les dijimos que un buen regalo era precisamente que se conocieran entre unos grupos y otros y compartieran entre ellos, y los que conocían las instalaciones del Centro Mariápolis, se las enseñaran en grupitos a los demás...
 Y después de la sobremesa, de nuevo en el salón, un juego de los jóvenes: la sala subdividida en 2 equipos que tenían que adivinar si cada pregunta que aparecía en pantalla se refería a José o a mí (¡aunque alguna era a ambos!); todos reímos como niños. Después, sorpresa: en pantalla fueron apareciendo brevísimos videos o  mensajes escritos (con foto) de tantos amigos que no podían estar (desde Sevilla, Valencia, Murcia… desde Colombia, Rocca di Papa, Costa de Marfil…). La famosa, (hilarante tambie´n), "poesía de la carcajada" compuesta para José hace años. Y, para finalizar, un "power point" con fotografías de toda la vida de José (y de fondo la música de "Vieni e seguimi" y "Servo per amore", del GenRosso) y de mi vida (con la canción "Come il pellicano", homenaje del GenVerde a los sacerdotes en el Año Sacerdotal).

7.-  Muchos ecos hubo luego, de palabra o por correo, whatsApp o sms… Tantos han afirmado que en esas horas han notado la presencia de Dios, se han encontrado con Él. Vale este como muestra de muchos.: "…no te puedes ni imaginar el bien que me hizo ir a la celebración de tus bodas de plata sacerdotales. Me emocionó toda la referencia familiar: el ejemplo de tus padres, la oración de tu familia, la música, y el agradecimiento de tus hermanos y hasta lo de que seas el mayor (como yo lo soy, es algo que me interpela). Me voy a regalar esta noche la lectura de tu homilía, que tanto me gustó...
 Me encantó ir al Centro Mariápolis, pues ya hacía unos años que no tenía oportunidad de acercarme.
  ¡Un regalo del cielo contigo como instrumento!
  La verdad es que todo cuadró muy bien porque, además, conseguimos llegar a tiempo luego a...  Mi marido, que andaba preocupadillo por eso, me comentó que se había quedado  encantado de haber ido."

8.-  Y casi como si se tratara de una conclusión del mes y de todas estas celebraciones, (aunque en mi pueblo haremos otra el domingo 6 para que puedan estar mis padres y otros familiares y amigos), anteayer estuve en una ordenación sacerdotal en la catedral de Toledo, justamente donde fui ordenado el día 9 hará los 25 años. Siempre es precioso y emocionante poder revivir y renovar todo en una ceremonia similar, ¡pero más por la significación del aniversario!
 Y, en la Consagración…, me emociona (y no me acostumbro) cada día, sí, pero más cuando es cantada, como anteayer, (¡y con las magníficas bóvedas góticas como caja de resonancia a la voz de más de 100 sacerdotes!) y más por ser justo casi 25 años después de haber pronunciado yo por primera vez "esto es mi Cuerpo… esta es mi Sangre…" ¡y allí!…, el abundante incienso ascendente que se mezclaba con los rayos de luz del mediodía radiante que las vidrieras dejaban entrar… y en el los instantes de la elevación, la trompetería suave del imponente órgano del emperador que ponían melodía al silencio sagrado... Todo como si Jesús me quisiera recordar, (como cada día pero más que nunca), que "Yo estoy con vosotros siempre, pero sobre todo aquí y… a través de ti", (aunque yo sea un desastre y un pecador). Él, el Amor de los amores, para llenar nuestro corazón y, así, recíprocamente podamos querernos fraternalmente con ese Su mismo Amor, como hijos del mismo Padre, y así pueda el estar entre “dos o más…”. "He aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".


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