«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


22 de julio de 2014

LA PALABRA DE DIOS EN LA FAMILIA

Discurso del Presidente del Dicasterio Mons. Vincenzo Paglia, en el encuentro de la Federación Bíblica Católica con las Sociedades Bíblicas, Martes 8 de octubre de 2013












«Si pensamos en la familia de Nazaret, está claro lo que era importante para Jesús, su relación con las Sagradas Escrituras a través de los padres. María y José oraban juntos, recitando los salmos y las oraciones, y el niño Jesús las aprendía. Vivía, por lo tanto, el ritmo semanal en la sinagoga, donde escuchaba y meditaba la Palabra de Dios, y juntos rezaban en familia». Ha hablado así Mons. Vincenzo Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, en el encuentro en el Vaticano de la Federación Bíblica Católica con la Sociedades Bíblicas, sobre el tema: "La Biblia en la familia". Ayer, martes 8 de octubre del 2013.
«Leer la Palabra de Dios en familia significa educarse a la escucha sincera y descubrir la dimensión propia de la Palabra que es el Silencio eterno del Padre, donde el Hijo ha sido engendrado», ha dicho Mons Paglia. «Desde siempre, en la historia cristiana, la lectura de la Biblia en la familia ha sido uno de los pilares de la vida pastoral». El padre de la Iglesia Juan Crisóstomo de Antioquia afirmaba, ya en el siglo IV d.C.:«Esta es la plaga de nuestro tiempo: creer que la lectura del Evangelio está reservada solo a los religiosos y a los monjes"».
 
«El Evangelio nos presenta a Jesus en el templo escuchando y explicando las Escrituras. Jesús reza a menudo con los salmos; también sus últimas palabras sobre la cruz, recuerdan la antigua oración de Israel». «Jesús murió y resucitó según las Escrituras». Po lo tanto, la relación directa y constante de los creyentes con la Biblia es "indispensable". Desafortunadamente, «a veces parece que la palabra de Dios no es el alma de la vida espiritual de los cristianos contemporáneos, como lo fue en toda la tradición de la Iglesia». La familia está llamada, pues, a convertirse «en uno de los lugares privilegiados» para el dialogo con Dios a través de las Escrituras. «Todo cristiano - o al menos todas las familias- deberían tener su propia Biblia, para leer todos los días y llevarla consigo también en vacaciones o de viaje. Pero no debe faltar una pequeña Biblia personal en la "maleta" de todo creyente», afirma el Presidente, que recordó como el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica sobre la Nueva Evangelización, en el 2011, dedicó particular atención a la relación entre Sagradas Escrituras, el matrimonio y la familia cristiana. En la Exhortación Apostólica post-sinodal "Verbum Domini", Benedicto XVI escribe: «Con el anuncio de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la familia cristiana su verdadera identidad, lo que es y debe ser según el plan de Dios. Por lo tanto, nunca debemos perder de vista que la Palabra de Dios es el origen del matrimonio (Gen 2,24) y que Jesús mismo ha querido incluir el matrimonio entre la institución de su reino (Mt 19,4-8), elevándolo a sacramento, inscrito en la naturaleza humana». Benedicto XVI ha puesto el acento pastoral sobre «la responsabilidad de los padres para con sus hijos. Pertenece, por eso, la auténtica paternidad y maternidad, la comunicación y el testimonio del sentido de la vida en Cristo: a través de la fidelidad y la unidad de la vida de la familia, los esposos delante de sus hijos son los primeros comunicadores de la Palabra de Dios».
 
El anuncio privilegiado de la Palabra de Dios viene de la Eucaristía, que «une la mesa de la Palabra a la mesa del Pan», recuerda Mons. Paglia. El criterio para ponerse a la escucha de la Palabra es el amor. «Dios es amor: cuanto más amamos, mas nos convertimos a Él».



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