Creo que vale
la pena reflexionar estos 10 puntos sobre el perdón en la cotidianidad de
la vida familiar.
1.Aceptar que es
diferente. La familia se
construye sobre la alteridad y la diferencia. Fácilmente el otro reaccionará de
modo diverso, verá las cosas de modo diferente. Hay que estar incesantemente a
la escucha de la temperatura del corazón del otro y preguntarle su “modo de
usarlo”: “Si te amo mal, si te piso los pies, dímelo para que cambie; si te amo
como se debe, dímelo igualmente para que siga así”.
2. Poner como base de la
familia este “contrato”: “Nosotros no
nos haremos nunca sufrir voluntariamente”.
3.Considerar los
aspectos positivos. Con demasiada
frecuencia los pequeños litigios ocultan los aspectos maravillosos de la vida
de familia. Es importante dar sólo la importancia que tienen a los pequeños problemas.
4.El amor crece a través
de estos pequeños perdones. Cuanto más se
acostumbre a perdonar las pequeñas cosas, más se perdonarán las grandes. Del
mismo modo, cuanto antes se haga, será mejor.
5.Hablar, explicarse. Perdonar es más fácil cuando hay comunicación. Es
necesario pedir perdón. Sencillamente, sinceramente, humildemente. No dudar en
dar el primer paso. La palabra hace milagros cuando su tono es justo, sin
juicios, porque crea y recrea. Para perdonar y ser perdonado tenemos necesidad
de oír estas palabras: “Te pido perdón”, “Te he dado un disgusto”, “Me puse
nervioso”, “Me he equivocado”. Estas palabras tocan el corazón y suscitan un
diálogo seguramente lleno de humildad y sinceridad, que de otro modo no habría
tenido lugar.
6. Reconocer la herida
que se ha hecho. El que ha
sido herido necesita saber que su herida ha sido tenida en consideración. Hay
que manifestar al otro que se es consciente del sufrimiento que ha tenido, de
su intensidad… Es muy natural justificarse encontrando excusas en el propio
pasado, sobre todo recordando golpes de los otros (los padres) o fuera de la pareja
(la suegra). Es importante comprometerse en un proceso de verdades para
descubrir los propios errores personales y reconocerlos humildemente.
7. Dar tiempo al tiempo. Hay que aceptar que no nos llegue inmediatamente una
palabra de perdón. Cuando se está dominado por la cólera, se requieren tiempos
de calma, de reflexión y también de oración para adquirir la capacidad de pedir
perdón. Es un proceso largo y complejo y hay que esperar que el tiempo haga su
obra. Algunos olvidan en seguida la ofensa, sobre todo cuando se trata de
ofensas leves. Otros tienden a miniarlas. Aunque se dicen “se acabó”, sus ojos
y su ceño siguen demostrando que el hecho no se ha digerido todavía.
8.Aprender a negociar. Significa buscar una solución media, que tenga en
cuenta los dos puntos de vista. Esto supone que cada uno, en un primer momento,
trate lealmente, con empatía, de ponerse en el lugar del otro, de entrar en su
modo de ver.
9.
Reconciliarse. Aunque la reconciliación no es indispensable para
el perdón, el perdón es completo cuando florece con el restablecimiento de las
relaciones. El perdón no es todavía la reconciliación, pero es su camino. El
perdón es un catalizador que crea el clima necesario para un nuevo comienzo.
Perdonar es volver a dar confianza. Es volver a estar “como antes”. Significa
reparar y cambiar. La marca de la sinceridad al pedir perdón es el esfuerzo
que nos compromete a hacer lo posible para no caer en los mismos errores.
10. Un perdón total es una cosa divina, que aprendemos sólo de Dios. El cristiano no dice: “Yo creo en el pecado”, sino “en la remisión de los pecados”. Y cuando el sacerdote dice: “Yo te absuelvo”, dice mucho más que “se te perdona”. Absolver significa volver a dar la libertad al que estaba atado, significa romperle sus cadenas. Cuando el perdón nos parece imposible, miremos a Cristo en la cruz. En el mismo momento en el que, suspendido de los clavos, muere de asfixia con un sufrimiento indecible, tiene el valor de olvidarse de sí mismo para inclinarse sobre sus verdugos y perdonarlos. La del perdón es la gracia más grande. La oración familiar de la noche es una ocasión maravillosa para intercambiarse el perdón. Amar es ser capaz de rezar juntos»-el Padrenuestro. Ningún vínculo conyugal resiste sin perdón.
10. Un perdón total es una cosa divina, que aprendemos sólo de Dios. El cristiano no dice: “Yo creo en el pecado”, sino “en la remisión de los pecados”. Y cuando el sacerdote dice: “Yo te absuelvo”, dice mucho más que “se te perdona”. Absolver significa volver a dar la libertad al que estaba atado, significa romperle sus cadenas. Cuando el perdón nos parece imposible, miremos a Cristo en la cruz. En el mismo momento en el que, suspendido de los clavos, muere de asfixia con un sufrimiento indecible, tiene el valor de olvidarse de sí mismo para inclinarse sobre sus verdugos y perdonarlos. La del perdón es la gracia más grande. La oración familiar de la noche es una ocasión maravillosa para intercambiarse el perdón. Amar es ser capaz de rezar juntos»-el Padrenuestro. Ningún vínculo conyugal resiste sin perdón.
Bruno Ferrero
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