«Es además urgentísimo que se renueve en todos, sacerdotes, religiosos y laicos, la conciencia de la absoluta necesidad de la pastoral familiar como parte integrante de la pastoral de la Iglesia, Madre y Maestra. Repito con convencimiento la llamada contenida en la Familiaris consortio: “...cada Iglesia local y, en concreto, cada comunidad parroquial debe tomar una conciencia más viva de la gracia y de la responsabilidad que recibe del Señor, en orden a la promoción de la pastoral familiar. Los planes de pastoral orgánica, a cualquier nivel, no deben prescindir nunca de tomar en consideración la pastoral de la familia” (n. 70).


30 de septiembre de 2013

ALGUNAS INDICACIONES PARSA HACER MÁS FELIZ LA VIDA EN TU HOGAR

A un psicólogo, muy conocido por sus charlas en favor del matrimonio, le preguntaron qué hacía él cuando estaba deprimido y de mal genio, y respondió: “Yo trato de ocultar mi triste estado de ánimo a toda mi familia y de aparecer contento y de buen humor. Ya tengo bastante con tener que soportarme a mí mismo, para que también los demás tengan que soportarme” (que es lo que Santa Teresa recomendaba: “Las penas por dentro, y por fuera, una muralla de sonrisas”).
La mayoría de todos nosotros no nos damos cuenta de los sentimientos de los demás y de cuánto hacemos sufrir a los otros por nuestra falta de delicadeza en el trato.
En la relación de pareja todos tenemos motivos de quejas pero a veces el error está en lo desproporcionado del método empleado, debemos recordar que al otro se le gana con el amor, la simpatía y la comprensión, y no con el grito.
No nos enseñaron que el arma invencible de la relación de pareja es la ternura, el afecto, la comprensión, el saber demostrar aprecio y el cariño.
Todos tenemos conciencia de cosas que funcionan en la relación y de las que no, pero a pesar de tener conciencia de esto seguimos haciendo lo que no funciona.
La pregunta que deberíamos formularnos es: ¿qué es lo que nos impide cambiar nuestra manera de afrontar las dificultades?
Muchas separaciones podrían evitarse con sólo criticar menos, regañar menos, no olvidemos que quien critica y regaña está viajando hacia el divorcio. En cambio, deberíamos dar importancia a pequeñeces o detalles como el saludarse o despedirse con cariño, el dar gracias a tiempo, el pedir excusas, el saber callar pequeñas cosas que no nos gustan, y el ser generoso en obsequiar pequeños regalos.
De modo que si queremos hacer(nos) feliz la vida en el hogar, deberíamos tener en cuenta estas indicaciones:
1.      No regañar nunca.
2.       No tratar de quitarle al otro su manera de ser, sino de mejorarla.
3.       No criticar hasta no haber estado caminando dos horas con sus zapatos.
4.       Demostrar que apreciamos honradamente las buenas cualidades de la otra persona.
5.       Tener pequeñas atenciones.
6.       Ser cortés y bien educado.
7.       Jamás ser maleducado ni grosero.
8.       A nadie le gusta recibir órdenes: pero con gusto se presta un servicio, a quien bondadosamente lo pide.
9.       Trate a su cónyuge con el mismo respeto y la misma diplomacia con que trata a la gente de afuera.
10.   Tener en cuenta el valor de una sonrisa: No cuesta mucho… pero hace ganar mucho. Porque nadie necesita   tanto una sonrisa  como quien no tiene ninguna para dar.

11.   Utiliza el humor.

No olvidarnos que cualquier cambio empieza por uno mismo:
1.       Si yo cambiara mi manera de pensar hacia los otros, me sentiría sereno.
2.       Si yo cambiara mi manera de actuar ante los demás, los haría felices.
3.       Si yo aceptara a todos como son, sufriría menos.
4.       Si yo me aceptara tal como soy, mejoraría mi hogar.
5.       Si yo aceptara mis errores, sería humilde.
6.       Si yo deseara el bienestar de los demás, sería feliz.
7.       Si yo encontrara lo positivo de la vida, sería digna de ser vivida.
8.       Si yo me diera cuenta que al lastimar, el primer lastimado soy yo.
Si yo criticara menos y amara más, y si tuviera en cuenta estas orientaciones: piensa como seria tu hogar.
Una cosa que deberíamos tener en cuenta es que en el negocio que menos conviene fracasar es el del matrimonio. Cada vez que uno es amable en el trato a su cónyuge está consiguiendo un premio, si no de la familia, sí de Dios que sabe pagar muy bien.


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