Preparándonos
para el Sínodo de Obispos sobre la Familia, en la Ciudad del Vaticano con Papa
Francisco (5 - 19 octubre 2014).
“Dios quiere que la humanidad viva en armonía y paz” (Mensaje de Juan Pablo II en la celebración XXVII
Jornada Mundial de la Paz -1994)
La familia como transmisora de valores éticos, morales, culturales y religiosos, fundamentada en el amor, debe ser portadora plenamente de los valores de paz.
Los valores familiares basados en el respeto mutuo, en la vida y en la dignidad de los seres vivos proporcionan al ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, la dimensión necesaria para asumir la diversidad humana como factor de una convivencia pacífica.
La familia como transmisora de valores éticos, morales, culturales y religiosos, fundamentada en el amor, debe ser portadora plenamente de los valores de paz.
Los valores familiares basados en el respeto mutuo, en la vida y en la dignidad de los seres vivos proporcionan al ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, la dimensión necesaria para asumir la diversidad humana como factor de una convivencia pacífica.
Otras virtudes como afecto, paciencia, comprensión, perdón, aportadas por la vida familiar sana, guía al hombre, en los primeros pasos, hacia experiencias de paz.
No menos importantes son la solidaridad y la justicia, “emociones de fuerza moral intensa y duradera que buscan el bien del otro”.
Sin embargo este ideal familiar no siempre se ofrece en nuestro medio social. Existen dificultades en la convivencia de los padres, situaciones provocadas por el mismo ambiente que rodea a la familia, que los llevan a satisfacer las necesidades económicas y desplazar las necesidades esenciales y primordiales de cariño y calidad de tiempo y vida hacia los hijos; produciendo un vacío, un despego y la inseguridad de los niños y jóvenes donde se ve alterada la armoniosa y afectiva relación familiar.
Viviendo en familia, con el padre Kennedy Rodríguez
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