El cardenal Fernando Sebastián Aguilar pronunció ayer, en la
localidad gaditana de San Fernando, una conferencia titulada «El Sínodo de la
Familia». El purpurado advirtió de la necesidad de mejorar la catequesis
familiar y prematrimonial para evitar que se produzcan ceremonias que son una
farsa y no bodas auténticamente religiosas. En relación a la cuestión de la
comunión a los divorciados vueltos a casar, el cardenal manifestó estar en
contra por ser una situación objetivamente contraria a la ley divina
El cardenal hizo una exposición sobre la institución del
matrimonio tanto en su condición de sacramento católico como en su condición
una realidad creacional, de ley natural. En ese sentido dijo que todo matrimonio,
incluso el que contraen los no cristianos, «es sagrado, como es sagrado el
hombre y la mujer, como es sagrado el amor entre hombre y mujer, como es
sagrado de por sí el misterio del origen de la vida».
Crisis del matrimonio
Tras explicar lo que es el matrimonio, don Fernando aseguró
que su situación actual es «bastante mala». Y añadió: «Hoy, la familia
cristiana, en condiciones, es una realidad minoritaria, incluso en los países
cristianos... incluso, por supuesto, en España, que a veces parece que no
quiere ser cristiana». A continuación dio una serie de datos que demuestran que
cada vez se producen menos matrimonios cristianos y se dan más uniones de hecho
o matrimonios civiles. Igualmente indicó que aumenta el número de divorcios, el
de familias monoparentales, mientras que disminuye la natalidad.
El hecho de que, según aseveró el prelado, la familia
configure «la dimensión más profunda de la persona» -en ella «uno es aceptado y
querido tal y como es, sin máscaras»-, hace que la crisis de la
institución matrimonial tenga efectos negativos tanto en la sociedad, en
general, como en las personas en particular y en la propia
Iglesia.
Para la Iglesia, constató el arzobispo emérito de Pamplona y
Tudela, «la familia es la primera y principal transmisora de la fe...
nos enseñaron a rezar nuestra madre y nuestra abuela. Y esa es la primera
catequesis que hemos recibido y la semilla cristiana más profunda que todos
llevamos». «Si eso se pierde», sentenció, «la Iglesia ha perdido
la vía más importante de evangelización que existía en nuestra
sociedad».
Autenticidad de los matrimonios que se celebran en la Iglesia
Tras recordar que el matrimonio cristiano debe ser reflejo
del amor que profesa Cristo a su Iglesia y viceversa, el cardenal se preguntó
cómo se puede garantizar la autenticidad de los matrimonios religiosos. Y
respondió:
«Con unos cursillitos de tres días, no se garantiza. Sobre
todo no se garantiza para ese 80% que no pisan la Iglesia desde la primera
comunión. Ese vacío religioso de 20 años no se llena con tres
conferencias»
El cardenal relató entonces que en su intervención en el
sínodo del año pasado dijo que «la autenticidad del matrimonio se decide
en la formación religiosa de los adolescentes». Y exhortó:
«Tenemos en la Iglesia que redescubrir una catequesis de
conversión a los 14, a los 16, a los 18 años, sin la cual el 80% de
probabilidades del matrimonio es que sea una ficción de sacramento. Eso es
duro de decir pero me parece que es la única verdad. Y cuando se quiere edificar,
pues hay que limpiar el terreno hasta que se encuentre terreno firme. Dice
Santo Tomás bendito: `En los sacramentos, no puede haber nada falso´. Pues
bueno, en nuestros sacramentos hay mucho de falso. Y eso lo tenemos
que denunciar. Y eso es tarea de la jerarquía y del pueblo de Dios»
Don Fernando pidió igualmente acompañar más cálidamente, de
manera más cercana, a los nuevos matrimonios, dado que el ambiente actual
empuja a divorciarse fácilmente:
«Yo creo que una idea muy fecunda sería que, en las parroquias, los
matrimonios de cada año formen un grupo apadrinado por un matrimonio veterano
que los acompañe, y que esté un poco al quite de las primeras dificultades,
de los primeros disgustos, de las primeras tensiones»
El cardenal indicó que aunque tal cosa podría hacerse con los
matrimonios de ahora en adelante, el sínodo se planteó qué hacer con la enorme
cantidad de matrimonios fracasados que tenemos. Entonces explicó que la primera
medida que el Papa ha puesto en marcha es facilitar los procesos de nulidad:
«Hasta ahora la fe se daba por supuesta en todos los que
venían a la Iglesia. Hoy no la podemos dar por supuesta. Hay mucha gente
que viene a casarse a la Iglesia por diversas razones pero sin verdadera fe. No
tiene intención de unirse en matrimonio como lo enseña la Santa Madre Iglesia.
No tiene intención de irrevocabilidad. Esa falta de identificación con la mentalidad
de la Iglesia es una causa clara de nulidad. Antes esto podía ser raro. Hoy es
frecuente. Entonces, hay que reconocer la nulidad de los matrimonios, no por
política, no por facilitar las cosas, sino porque de hecho fueron nulos. A
unos señores que no tenían intención de casarse de verdad sacramentalmente,
luego no les podemos exigir que vivan como si se hubieran casado de verdad».
El purpurado aragonés pidió reconocer lo de que de bueno
pueda haber en las situaciones de uniones que podrían considerarse
matrimoniales según la ley natural -al no existir fe- para llevar a esas
personas hacia el verdadero sacramento, hacia la fe.
Divorciados vueltos a casar
El cardenal abordó finalmente la situación de los divorciados
vueltos a casar y su acceso a la Eucaristía. Tras indicar las dos ideas
presentes en las discusiones sinodales, don Fernando manifestó su parecer, que
es el del Magisterio:
«Desde luego mi postura es que los divorciados vueltos a
casar civilmente no están en condiciones de recibir la comunión sacramental...
porque es una situación objetivamente desordenada y contraria a la ley de Dios.
Pero estas personas sí pueden iniciar un camino de arrepentimiento y de
penitencia. Vamos a tratarles, vamos a ayudarles, porque hay mucha gente que se
divorcia, se casa, viven unos años más o menos felices, y a los 60 años, cuando
reposa la cabeza, siente necesidad de reconciliarse con Dios. ¿Qué les decimos
a estas personas? Mi planteamiento es que el sacramento de referencia
para los divorciados vueltos a casar no es la Comunión sino el sacramento de la
Penitencia. Primero, viva usted un tiempo de penitencia. Y vamos a
discernir cuál es su camino de conversión. Y después de que haya
habido un camino de conversión, puede haber una absolución».
Por último, Su Eminencia indicó que el sínodo que se va a
celebrar este año se va a ocupar sobre todo de la misión de la familia
cristiana en la sociedad. Y advirtió que «si no tenemos familias pujantes en
el amor, en su vocación cristiana, difícilmente podemos esperar que hagan algo
importante en favor de la humanidad»
Fuente: infoCatolica
No hay comentarios:
Publicar un comentario