(RV).- Acoger a todos
“sin juzgar a nadie” porque la Iglesia
es “casa paterna” abierta a “buenos y malos”. “Hay lugar para todos”. Con estas
palabras el Papa Francisco se dirigió en la mañana de este sábado, en el Aula
Pablo VI, a 5 mil miembros de las Células Parroquiales de Evangelización,
organismo internacional nacido en Italia en la segunda mitad de los años ’80
gracias a la obra de don Piergiorgio Perini, sacerdote milanés.
En su discurso, el Obispo de
Roma manifestó su alegría por compartir
con ellos esta jornada de oración y reflexión, con la que celebran “el
reconocimiento oficial que la iglesia les ha ofrecido con la aprobación
definitiva de su Estatuto”. “No se olviden que los estatutos ayudan a ir por el
camino pero lo que hace a la obra es el carisma”, recordó el Papa.
Tras dirigir palabras de
agradecimiento al presidente Don Piergiorgio Perini, reconociendo el celo
pastoral con el que ha trabajado, tratando de ser dócil al Espíritu Santo,
Francisco recordó a los presentes que tienen la vocación de ser como “un germen
mediante el cual la comunidad parroquial se interroga sobre su ser misionera”.
“Este deseo misionero – aseguró – necesita sobre todo de la escucha de la voz
del Espíritu Santo que continúa a hablar
a su iglesia y la empuja a recorrer caminos a veces todavía desconocidos pero
decisivos para el camino de la evangelización.
Permanecer siempre abiertos a esta escucha y cuidar que no se agote
nunca por el cansancio o las dificultades del momento es la condición para ser
fieles a la palabra del Señor”.
“Con su trabajo cotidiano
ustedes ayudan a la comunidad parroquial a transformarse en una familia en la
cual se encuentra la rica y multiforme realidad de la Iglesia”, prosiguió el Santo Padre y recordó que
encontrarse en las casas para compartir las alegrías y las esperas presentes en
el corazón de cada persona “es una experiencia genuina de evangelización que se
asemeja mucho a lo que sucedía en los primeros tiempos de la Iglesia”.
“Ustedes Células desean
hacer propio este estilo de vida comunitaria capaz de acoger a todos sin juzgar
a nadie”, recalcó. “Nuestro juez es el
Señor - agregó espontáneamente - y si te viene a la boca decir una palabra de
juicio sobre uno u otro, cierra la boca”. Y recordó el consejo del Señor: “no
juzguen y no serán juzgados”. “Convivir con la gente con sencillez, recibir a
todos – invitó Francisco – “para ofrecer la experiencia de la presencia de Dios
y del amor de los hermanos”.
El Pontífice los alentó
luego a hacer de la Eucaristía el corazón de su misión de evangelización “para
que cada Célula sea una comunidad eucarística en donde partir el pan equivale a
reconocer la real presencia de Jesús en medio de nosotros”. Aquí – explicó –
encontrarán siempre la fuerza para proponer la belleza de la fe, porque en la
Eucaristía tenemos la experiencia del amor que no conoce límites y damos la
señal concreta que la Iglesia es la casa paterna en donde hay lugar para cada
uno con su vida fatigosa”.
Finalmente, el Papa
Francisco saludó a los presentes con el deseo de que puedan siempre dar
testimonio de la ternura de Dios Padre y de su cercanía a cada uno, sobre todo,
a quien es más débil y solo.
(MCM-RV)
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