«Queridos hermanos y hermanas:
Reflexionamos hoy acerca de la fidelidad a la promesa de amor entre el hombre y
la mujer sobre la cual está fundada la familia, y que lleva en sí el compromiso
de acoger y educar a los hijos, cuidar de los padres ancianos y de los miembros
más débiles de la familia, ayudándose mutuamente a desarrollar las propias
cualidades y a aceptar las limitaciones».
Constatando que en la
actualidad, algunos factores como la búsqueda a toda costa de la propia
satisfacción, o la exaltación innegociable de la libertad, han debilitado la
fidelidad a esta promesa de amor, deshonrando la fidelidad con el
incumplimiento de las promesas o siendo muy indulgentes con la inobservancia de
la palabra dada, el Papa Francisco invitó a reflexionar sobre los daños
producidos por las promesas no mantenidas, por la indulgencia ante la
infidelidad a la palabra dada y a los compromisos tomados y destacó la
importancia de restituir el honor social a la fidelidad del amor:
«Es necesario restituir el
honor social a la fidelidad del amor, sabedores de que la fidelidad del hombre
a la promesa depende siempre de la gracia y de la misericordia de Dios, y de
que el vínculo que se crea por el amor o la amistad es bello y nunca destruye
la libertad. Al contrario libertad y fidelidad se sostienen mutuamente tanto en
las relaciones interpersonales como en las sociales».
“Sin libertad no hay amistad,
no hay amor, no hay matrimonio” El amor como la amistad deben su fuerza y
su belleza al hecho de que generan un vínculo sin quitar la libertad. El Obispo
de Roma subrayó que la fidelidad es una confianza que quiere ser compartida y
una esperanza que quiere ser cultivada “juntos”, y afirmó que si bien el honor
a la palabra dada y a la fidelidad de la promesa no se pueden comprar ni
vender, ni obligar por la fuerza, tampoco pueden ser custodiadas “sin
sacrificio”.
«La familia juega un papel muy
importante en todo esto, pues, mediante el amor y la generación, se convierte
en transmisora de esa sorprendente obra maestra de humanidad que es la
fidelidad, vivida como una bendición perenne de Dios, y que expresa también de
forma misteriosa la relación de Cristo con la Iglesia».
“La iglesia es custodia de la
promesa de amor” Concluyendo su catequesis en italiano, el Papa habló del
papel de la Iglesia: ella tiene “una bendición que custodiar, de la cual
aprender, - dijo - aun antes de enseñarla y disciplinarla”. Finalmente invitó a
todos a rezar por los Padres del Sínodo, para que el Señor bendiga su trabajo,
«desarrollado con fidelidad creativa y con la firme esperanza de que el Señor
es el primero en ser fiel a sus promesas. Que Dios los bendiga».
(GM - RV)
No hay comentarios:
Publicar un comentario