Texto
completo de la reflexión del Papa antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la gran fiesta de Pentecostés, que lleva al
término del Tiempo Pascual, cincuenta días después de la Resurrección de
Cristo. La liturgia nos invita a abrir nuestra mente y nuestro corazón al don
del Espíritu Santo, que Jesús prometió varias veces a sus discípulos, el
primero y principal don que Él nos ha dado con su Resurrección. Este don, Jesús
mismo los ha implorado al Padre, como testifica el Evangelio de hoy, que está
ambientado en la Última Cena. Jesús dice a sus discípulos: “Si ustedes me aman,
cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes” (Jn 14,15-16).
Estas palabras nos recuerdan sobre todo que el amor por una
persona y también por el Señor, se demuestra no con las palabras, sino con los
hechos; y también “cumplir los mandamientos” debe ser entendido en sentido
existencial, de manera que toda la vida sea involucrada. En efecto, ser
cristianos no significa principalmente pertenecer a una cierta cultura o
adherir a una cierta doctrina, sino sobre todo, vincular la propia vida, en
cada uno de sus aspectos, a la persona de Jesús y a través de Él, al Padre. Por
este objetivo Jesús promete la efusión del Espíritu Santo a sus discípulos.
Precisamente, gracias al Espíritu Santo, Amor que une el Padre y el Hijo y de
ellos deriva, todos podemos vivir la misma vida de Jesús. El Espíritu, de
hecho, nos enseña cada cosa, es decir, la única cosa indispensable: amar como
ama Dios.
En el prometer al Espíritu Santo, Jesús lo define “otro
Paráclito” (v. 16), que significa Consolador, Abogado, Intercesor, es decir,
Aquél que nos asiste, nos defiende, está a nuestro lado en el camino de la vida
y en la lucha por el bien y contra el mal. Jesús dice “otro Paráclito” porque
el primero es Él, Él mismo, que se hizo carne justamente para asumir sobre sí
mismo nuestra condición humana y liberarla de la esclavitud del pecado.
Además, el Espíritu Santo ejerce una función de enseñanza y
de memoria. Enseñanza y memoria. Nos lo dijo Jesús: “Pero el Paráclito, el
Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les
recordará lo que les he dicho” (v. 26). El Espíritu Santo no trae una enseñanza
diversa, sino que hace viva y hace operante la enseñanza de Jesús, para que el
tiempo que pasa no la cancele y no la desvanezca. El Espíritu Santo injerta
esta enseñanza dentro de nuestro corazón, nos ayuda a interiorizarla, haciendo
que se transforme en parte de nosotros, carne de nuestra carne. Al mismo
tiempo, prepara nuestro corazón para que sea capaz realmente de recibir las
palabras y los ejemplos del Señor. Todas las veces que la palabra de Jesús es
recibida con alegría en nuestro corazón, esto es obra del Espíritu Santo.
Recemos ahora juntos el Regina Coeli –por última vez este
año- invocando la materna intercesión de la Virgen María. Ella nos de la gracia
de ser fuertemente animados por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo
con franqueza evangélica y abrirnos siempre más a la plenitud de su amor.
Saludos del Papa después de la oración a la Madre de Dios
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy, en el contexto muy apropiado de Pentecostés, es
publicado mi Mensaje para la próxima Jornada Misionera Mundial, que se celebra
en mes de Octubre. Que el Espíritu Santo de fuerza a todos los misioneros ad
gentes y sostenga la misión de la Iglesia en el mundo entero. Y que el Espíritu
Santo nos de jóvenes – chicos y chicas – fuertes, que tienen ganas de ir a
anunciar el Evangelio. Pidamos esto, hoy, al Espíritu Santo.
Saludo a todos ustedes, familias, grupos parroquiales,
asociaciones, peregrinos procedentes de Italia y de tantas partes de mundo, en
particular de Madrid, de Praga y de Tailandia; como también a los miembros de
la Comunidad católica coreana de Londres.
Saludo a los fieles de di Casalbuttano, Cortona, Terni,
Ragusa; a los chicos de Romagnano di Massa; y la “Sacra Corale Jonica” de la
Provincia de Taranto.
Saludo de manera particular a todos aquellos que participan
en la jornada de hoy en la “Fiesta de los Pueblos”, en el 25°aniversario, en la
Plaza San Juan de Letrán. Que esta fiesta, signo de unidad y de la diversidad
de culturas, nos ayude a entender que el camino hacia la paz es éste: hacer la
unidad, respetando la diversidad.
Dirijo un pensamiento especial a los Alpinos, reunidos en
Asti para la Asamblea Nacional. Los exhorto a ser testigos de misericordia y de
esperanza imitando el ejemplo del Beato Beato Don Carlo Gnocchi, del Beato
Hermano Luigi Bordino y del Venerable Teresio Olivelli, que honraron el Cuerpo
de los Alpinos con la santidad de su vida.
¡Y a todos les deseo a todos buena fiesta de Pentecostés! Por
favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
(Traducción del italiano: María Cecilia Mutual)
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