Texto completo de
las palabras del Papa en el rezo del Ángelus
Al final de esta celebración, nuestro pensamiento se dirige
a la Virgen María, Madre amorosa y premurosa con todos sus hijos, que Jesús le
ha confiado desde la cruz, mientras ofrecía a Sí mismo en el gesto de amor más
grande. Ícono de este amor es la Síndone, que también esta vez ha
congregado tanta gente aquí en Turín. La Sábana Santa atrae hacia el rostro y
el cuerpo martirizado de Jesús y, al mismo tiempo, impulsa hacia el rostro de
toda persona sufriente y perseguida injustamente. Nos impulsa en la misma
dirección del don de amor de Jesús. “El amor de Cristo nos apremia”: estas
palabras de San Pablo eran el lema de San José Benito Cottolengo.
Recordando el ardor apostólico de tantos sacerdotes santos
de esta tierra, desde Don Bosco, de quien recordamos el bicentenario de su
nacimiento, los saludo con gratitud a ustedes, sacerdotes y religiosos. Ustedes
se dedican con empeño al trabajo pastoral y son cercanos a la gente y a sus
problemas. Los animo a llevar adelante con alegría su ministerio, apuntando
siempre a lo que es esencial en el anuncio del Evangelio. Y mientras les agradezco
a ustedes, hermanos Obispos del Piamonte y del Valle de Aosta, por su
presencia, los exhorto a estar junto a sus sacerdotes con afecto paterno y
calurosa cercanía.
A la Virgen Santa le confío esta ciudad y su territorio y
aquellos que habitan aquí, para que puedan vivir en la justicia, en la paz y en
la fraternidad. En especial encomiendo a las familias, a los jóvenes, a los
ancianos, a los encarcelados y a todos los sufrientes, con una especial
consideración por los enfermos de leucemia, hoy en la Jornada Nacional contra
la leucemia, linfoma y mieloma. María Consolata, reina de Turín y del Piamonte,
fortalezca nuestra fe, asegure nuestra esperanza y fecunde nuestra caridad,
para ser “sal y luz” de esta bendita tierra, de la que yo soy nieto.
(Traducción del italiano: Renato Martínez – RV)
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