Consoliden la Pastoral familiar, escuchen y guíen sus
sacerdotes, formen los laicos, para que sean colaboradores del anuncio de la
Buena Nueva en la sociedad en la que viven, y apoyen la actividad misionera de
sus comunidades cristianas, en las periferias existenciales. Son las
invitaciones que el Papa Francisco dirigió a los obispos de Puerto Rico,
recibidos en su “visita ad límina”.
Los graves problemas
sociales, desde la crisis económica a la migración, de la violencia doméstica
al desempleo, amenazan la familia también en la isla caribeña, y el Papa ha
llamado la atención de los obispos sobre el valor y la belleza del matrimonio. La
complementariedad del hombre y la mujer, vértice de la creación divina, está
siendo cuestionada por la llamada ideología de género, en nombre de una
sociedad más libre y más justa.
Las diferencias entre hombre y mujer no son para la
contraposición o subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre
a «imagen y semejanza» de Dios. Sin la mutua entrega, ninguno de los dos puede
siquiera comprenderse en profundidad (cf. Audiencia general, 15 abril 2015). El
sacramento del matrimonio es signo del amor de Dios por la humanidad y de la
entrega de Cristo por su Esposa, la Iglesia. Cuiden este tesoro, uno de los
«más importantes de los pueblos latinoamericanos y caribeños» (Aparecida, 433).
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