(RV)-. “Laudato si”. Hoy ha sido presentada ante los medios
de comunicación la Encíclica de Papa Francisco sobre el cuidado de la creación.
Como él mismo informó públicamente durante el ángelus del 14 de junio y durante
la audiencia general del pasado miércoles, en este documento de la doctrina
social de la Iglesia, se llama a cultivar y custodiar con responsabilidad la
creación, con especial atención a los más pobres, que son los que más sufren
las consecuencias de los daños ambientales.
También el Papa Francisco antes de la publicación oficial
quiso informar a cada uno de los obispos a través de una nota sobre la
Encíclica, para que conocieran por anticipado su contenido y así pudieran
informar a los periodistas y fieles de sus diócesis. En la nota se
lee: “Querido hermano en el vínculo de la unidad, de la caridad y de la
paz (LG 22) en el cual vivimos como obispos, te envío mi carta ‘Laudato sí’
sobre el cuidado de nuestra casa común, acompañada por mi bendición. Unidos en
el Señor y, por favor, no te olvides de rezar por mí”. Y es que las
Conferencias Episcopales de los cinco continentes contribuyeron con aportes y
propuestas en un espíritu de colegialidad en el documento.
Así, llegó el momento de esta presentación con tanta
expectativa mediática, periodistas de diferentes países del mundo y diferentes
personalidades acudieron esta mañana al aula Nueva del Sínodo en el Vaticano
para conocer el documento “Laudato si’, sobre el cuidado de la casa
común”. En la rueda de prensa participaron el cardenal Peter Turkson,
Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el Metropolitano de Pérgamo
John Zizioulas en representación del Patriarcado Ecuménico y de la Iglesia
Ortodoxa, el Prof. John Schellnhuber, Fundador y Director del Instituto de
Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, y Carolyn Woo, presidenta
de Catholic Relief Services y Decana del Mendoza College of Business,
University of Notre Dame, U.S.A.
(Mónica Zorita - RV)
Texto
completo de la Encíclica "Laudato si"
(RV).- «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos
sucedan, a los niños que están creciendo?» (n. 160). Esta pregunta está en el
centro de Laudato si’, la segunda Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado
de la casa común, publicada esta mañana en el Aula Nueva del Sínodo del
Vaticano.
El Santo Padre afirma que: «Esta pregunta no afecta sólo al
ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo
fragmentario», sino que nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la
existencia y el valor de la vida social: «¿Para qué pasamos por este mundo?
¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos
necesita esta tierra?». «Si no nos planteamos estas preguntas de fondo –afirma
el Pontífice – «no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener
resultados importantes». El título del documento se inspira en la invocación de
San Francisco de Asís en el “Cántico de las creaturas”, y recuerda que la
tierra, nuestra casa común, «es también como una hermana con la que compartimos
la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos» (n. 1).
No a la Cultura del descarte
Pero hoy, constatamos que esta tierra maltratada y saqueada
clama (n. 2) y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo, a
los descartados por la sociedad. En este sentido, el Papa Francisco invita a
escucharlos, llamando a todos y cada uno a una “conversión ecológica”, según
expresión de San Juan Pablo II, es decir, a «cambiar de ruta», asumiendo la
urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el «cuidado de la
casa común». Al mismo tiempo, el Papa Francisco reconoce que «se advierte una
creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza,
y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con
nuestro planeta» (n. 19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa
toda la Encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: «La humanidad
tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (n. 13),
fomentando la cultura del encuentro y de la solidaridad.
El cuidado de la Creación tarea de todos
El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles
católicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: «los cristianos, en
particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus
deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe» (n. 64), pero se
propone «especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común»
(n. 3): el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve
instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el Santo
Padre recuerda que también «otras Iglesias y Comunidades cristianas – como
también otras religiones – han desarrollado una profunda preocupación y una
valiosa reflexión» sobre el tema de la ecología (n. 7). En varios momentos, el
Pontífice agradece a los protagonistas de este esfuerzo – tanto individuos como
asociaciones o instituciones –, reconociendo que «la reflexión de innumerables
científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales ha enriquecido el
pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» (n. 7) e invita a todos a
reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología
integral y para el desarrollo pleno del género humano» (n. 62).
Estructura de la Encíclica
La estructura del documento se encuentra trazado en el n.
15 y se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación a
partir de los mejores conocimientos científicos disponibles hoy (cap. 1),
recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2),
detectando las raíces del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo
repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la Encíclica (cap.
4) es la de una «ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones
humanas y sociales» (137), inseparablemente vinculadas con la situación
ambiental.
En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5)
emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que
facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún
proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y
responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel
educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos
oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en «un
Dios creador omnipotente» (n. 246), y la otra propuesta a quienes profesan la
fe en Jesucristo, rimada con el estribillo «Laudato si’», que abre y cierra la
Encíclica.
Ejes temáticos
El texto está compuesto por algunos ejes temáticos, vistos
desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la
íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de
que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las
formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros
modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura,
el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos,
la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del
descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.» (n. 16).
Clave de lectura
Los recientes acontecimientos en relación a la publicación
de la Encíclica han generado diversas expectativas, sobre todo en relación a
los aspectos relacionados con las políticas ambientales actualmente en
discusión. Ciertamente, la Encíclica del Papa Francisco podrá y tendrá un
impacto sobre las importantes y urgentes decisiones en este ámbito. Pero no se
debe dejar en segundo lugar la naturaleza “magisterial, pastoral y espiritual”
del documento, cuya amplitud, profundidad y mensaje no pueden reducirse al
aspecto de las determinaciones de las políticas ambientales. Por todo ello, es
importante ‘situar’ la Encíclica en su propio contexto, es decir, en el de la
realidad de la fe, y como nos recuerda el libro del Génesis: Dios creador pone
al hombre como custodio de la creación, con la tarea de conservar y renovar la
casa común.
(Renato Martinez – RV)
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