En el templo de Turín, el Santo Padre ha recordado
que la unidad que es fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad y
ha dado las gracias porque las relaciones entre católicos y valdenses
están cada vez más fundadas en el respeto mutuo y en la caridad fraterna
El santo padre Francisco, de parte de la Iglesia Católica,
ha pedido perdón a la Iglesia valdense, “por las actitudes y los comportamiento
no cristianos, incluso no humanos, que en la historia hemos tenido contra
vosotros”. ¡En nombre del Señor Jesús, perdonadnos!, ha exclamado.
Lo ha hecho en el templo valdense de Turín donde ha
llegado a primera hora de la mañana, para compartir un tiempo con los fieles
allí reunidos. Esta ha sido la primera ocasión que un Pontífice visita un
templo valdense.
El pastor titular de la Iglesia evangélica valdense de
Turín, el pastor Paolo Ribet, ha dirigido unas palabras de bienvenida a su
“hermano” Francisco. Durante su introducción ha recordado que el Evangelio no
es una doctrina sino una persona. El moderador de la mesa valdense de
Argentina, Óscar Oudri, también ha pronunciado unas palabras que han
finalizado con una invitación para tener un encuentro como este cuando el papa
Francisco viaje a Argentina.
Por su parte, el Pontífice ha asegurado en su discurso que
“uno de los frutos principales que el movimiento ecuménico ya ha recogido en
estos años es el descubrimiento de la fraternidad que une a todos aquellos que
creen en Jesucristo y son bautizados en el mismo nombre”. El descubrimiento de
tal fraternidad -- ha añadido-- nos consiente recoger la profunda unión que ya
nos une, a pesar de nuestras diferencias.
Por otro lado, el Papa ha recordado que la unidad que es
fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad. De este modo se ha lamentado
porque "ha sucedido y continúa sucediendo que los hermanos no acepten su
diversidad y terminan por hacer la guerra uno contra otro". Y así, ha
asegurado que al reflexionar sobre “la historia de nuestras relaciones”, solo
podemos lamentarnos por los conflictos y la violencia cometida en nombre de la
propia fe y ha pedido "al Señor que nos dé la gracia de reconocernos
pecadores y saber perdonarnos los unos a los otros”. Es por iniciativa de Dios
--ha asegurado-- que no se resigna nunca frente al pecado del hombre, que se
abren nuevos caminos para vivir nuestra fraternidad, y de esto no podemos
escapar.
Asimismo el Santo Padre ha dado las gracias al Señor por
constatar que las relaciones entre católicos y valdenses “están cada vez más
fundadas en el respeto mutuo y en la caridad fraterna”. Un ámbito en el que se
abren muchas posibilidades de colaboración entre valdenses y católicos es la
evangelización.
Otro ámbito, ha subrayado el Papa, es el del servicio a la
humanidad que sufre, a los pobres, a los enfermos, a los inmigrantes. “De la
obra liberadora de gracia en cada uno de nosotros deriva la exigencia de
testimoniar el rostro misericordioso de Dios que cuida a todos, en particular,
a quien lo necesita”, ha subrayado Francisco. Igualmente, ha reconocido
que “la elección de los pobres, de los últimos, de los que excluye la sociedad,
nos acerca al corazón mismo de Dios, que se ha hecho pobre para enriquecernos
con su pobreza” y como consecuencia “nos acerca más los unos a los
otros”.
Finalmente, el Santo Padre ha dado las gracias a los
presentes por este encuentro que “quisiera nos confirmara en una nueva forma de
ser los unos con los otros”. Mirando antes que nada --ha precisado-- la
grandeza de nuestra fe común y de nuestra vida en Cristo y en el Espíritu
Santo, y solamente después, las divergencias que aún existen.
El Movimiento Valdense nació hace más de ocho siglos, por
una experiencia de conversión espiritual de un laico, Valdo, mercante fundador
de un movimiento llamado “los pobre de León”, que se difundió después como un
movimiento de protesta eclesial en Italia y Europa. En 1532, los valdenses que
sobrevivieron a las persecuciones se unieron a la Reforma protestante en su
forma calvinista. Perseguidos y aislados los tres siglos sucesivos, los
valdenses obtuvieron los derechos civiles en 1848 e iniciaron a difundirse en
todo el país.
Al finalizar el encuentro en el templo valdense, el Papa se
dirige al arzobispado para reunirse, de forma estrictamente privada, con
algunos de sus familiares. Con ellos celebrará la misa y compartirá el
almuerzo.
Fuente: Zenit
Fuente: Zenit
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